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"Escribir es un esfuerzo, hay que ponerse a escribir no escribir por obligación. Después cuando uno agarra el ritmo, como ahora, soy una especie de escritor compulsivo y me gusta escribir permanentemente" dice Beto Ortíz. El autor local, que tras 15 años de no hacerlo, acaba de publicar "Siempre, nunca, todavía", un libro donde se conjugan sus sentimientos y su visión del mundo.

"He desarrollado la habilidad de acomodarme entre la gente, en espacios prestados que no me pertenecen, en vacíos que nadie ocupa y parecen insignificantes, cambiando de forma para adaptarme. Y entonces parece que estuviera feliz, en todas partes" escribe. Beto Ortíz escribe desde la simpleza pero con un profundo conocimiento del ser humano, de sus necesidades, de lo que añora, de lo que recuerda. Es mas que posible identificarse con su prosa que apunta a la condición humana. Aunque el autor se encargue de aclarar que escribe para sí y que si lo suyo llega a los lectores "es una consecuencia".

De no escribir a hacerlo de forma compulsiva

"De cuando empecé a escribir tengo recuerdos muy vagos" dice y cuenta que cree que "no escribía hasta que hace unos treinta y pico de años, en el 89''-90'', cuando entré a trabajar a Radio Olavarría y tuvimos la idea de hacer un programa con Patricia Vitali". "Luz de luna" se llamaba y todavía sigue al aire aunque en otra radio. En aquel momento "empecé a escribir un guión para cada noche. Escribir un guión para decir cosas cortitas entre canción en un programa de tres horas por día".

"Ahí empecé con una especie de escritura compulsiva. Era medio haragán para escribir. Escribía y dejaba cosas sueltas tiradas y cada tanto, cuando tenía ganas" recuerda. Tenía 28 años y toda esa experiencia "fue un ejercicio que me sirvió mucho para el futuro porque necesitaba escribir, decir algo" explica y señala que el trabajo de guió lo obligaba a escribir "no podíamos repetir y me di cuenta que al escribir tenía un cierto ritmo, una especie de poesía".

"Yo desconocía todo eso. Escribía lo que me salía y después con el tiempo se fueron acumulando y a partir de eso salieron los primeros libros. En algún momento empecé a acomodar los escritos que estaban todos hechos a mano, todavía los conservo en hojas sueltas" asegura. Mientras llevaba a cabo el trabajo de selección se dio cuenta que tenían "un poco de rima, de ritmo y se convertían en poesías".

"De antes de eso no recuerdo querer ser escritor o escribir, tenia más ganas de ser periodista que otra cosa. Esa es una cosa que siempre me quedó sin hacer, me hubiese encantado ser periodista y escribir en algún diario" dice y enseguida comenta que durante un tiempo trabajó en la sección de Deportes del desaparecido diario Tribuna. "Me hubiese gustado dedicarme al periodismo gráfico, a todo lo que tenga que ver con escribir con periódicos, soñando con viajar y hacer un montón de cosas" explica, aunque encontró un sustituto para su deseo: Facebook.

"En las redes sociales me puedo expresar sobre un montón de temas, no sólo escribir sobre poesía o prosa", afirma.

Lejos de la literatura

y cerca de la libertad

"Yo escribo, nada más. Después si es prosa, si es narrativa, si puede ser un cuento, entiendo muy poco de eso. A mi no me interesa la literatura, me interesa escribir. Y escribo, escribo y escribo y después lo publico. Nunca corrijo nada para que quede bien o mal, cualquiera podría comprobar que está escrito de una. Se me ocurre algo y lo escribo. Sí trato de que no haya errores ortográficos pero después no" comenta, aunque "con el tiempo a veces los miro y pienso que podría haberlos corregido un poco y hubiesen quedado mejor pero mejor para qué o para quién" se pregunta.

"Me sale naturalmente y me permite escribir con total libertad. A veces me gustaría correrme un poco de lo que escribo, de lo que me pasa a mí o de lo que veo y escribir sobre otras cosas de la vida" dice. Para Beto Ortiz "la clave es escribir con absoluta libertad, sin pensar dónde lo van a encuadrar, qué estilo es, porque no me interesa. Lo que me interesa cuando escribo es que llegue y que alguien se conmueva y con eso es suficiente. No podría decir si escribo bien o mal, es más me molesta cuando dicen "escribís bien". Qué es escribir bien, yo no sé" sostiene. Por eso para él "las cosas llegan o no llegan, conmueven o no" y declara que en función de ello nunca participó en un concurso literario, ni le interesa que lo califique un jurado. "Me siento libre de escribir" afirma.

"Si bien hay diferentes interpretaciones, sobre todo en las redes, la mayoría se siente identificados, como que son cosas que les pasan permanentemente" dice y menciona que muchos "se siente identificados con lo que escribo y se asombran de que en cierta manera yo lo pueda decir de una forma que ellos no pueden. Lo cual me lleva a la conclusión de que los sentimientos son los mismos, van cambiando los hechos y las personas. Yo también me siento identificado con cosas que escriben otros" explica y remarca que "conmover es eso: poder hacer sentir al otro lo que uno siente, trasladar el sentimiento".

"La gente cree ver, generalmente, un poco de tristeza y de soledad en lo que escribo y por los comentarios creen que uno está mal o está triste y no es así. Simplemente que uno está expresando cosas que siente o alguien que recordó o cosas que pasaron hace mucho tiempo. No siempre coincide el estado de ánimo del lector, o lo que provoca, con lo que quise decir pero está bárbaro porque algunas de mis escrituras son muy ambiguas y dan lugar a distintas interpretaciones. En el fondo, uno interpreta lo que tiene ganas de sentir o lo que siente" señala.

Por otro lado cree que "la forma de escribir es un poco reflejo de uno y yo soy muy directo en todo. A veces soy medio crudo y tengo que tener cuidado con lo que digo porque no tengo filtro así como no lo tengo para escribir y no corrijo anda" y declara que lo rebuscado no le gusta. "Uno escribe como vive o como trata de vivir y quiero que siempre lo que escribo coincida con mi forma de vivir porque no me gusta caretear ni mentir ni tener una pose determinada. Por eso la escritura es simple y directa" y parafraseando a Menotti, quien dijo que "se juega como se vive", afirma que "hay que escribir como se vive".

Compartir con los demás

Hacía 15 años que no publicaba un libro y cuando por fin reunió el material decidió hacer una edición digital con una editorial española que le ofreció la posibilidad de colocarlo en diferentes plataformas para su venta. "Lo hice como tirando una botella al mar, dice, porque descreo bastante de que se pueda leer un libro en una pantalla, pero hay mucha gente que lo hace, creo más en el libro en papel" dice y menciona que el resultado fue un fracaso. Por eso volvió a organizarse y con la ayuda de algunas amigos, que lo financiaron y pusieron una imprenta a su disposición se embarcó en el proyecto.

"Editar un libro en papel te pone más cerca del lector, estás en contacto porque tenés la posibilidad de presentarlo y de estar con ellos y de verse" dice y agrega que "el libro en papel siempre me entusiasmó y porque es una consecuencia, después si se vende o no, o si gusta o no, es otra cosa".

"Yo escribo para mi y cuando me preguntan por qué lo muestro les digo que es una consecuencia de haberlo escrito y querer compartirlo. Aunque no vendiera ningún libro y aunque nadie lo leyera, yo seguiría escribiendo igual" reconoce.

"La idea de hacer otro libro también nació para poder compartirlo con mi hija, que ahora es más grande, y que ella pueda vivir todo lo que me pasa a mi respecto del libro" asegura.

Su primeros dos libros se publicaron en el 92’ y en el 94’ y fueron el resultado de los guiones que escribía para el programa de radio. Por eso los nombres: "Los poemas de Luz de luna" 1 y 2. En el 2001 llegó "Abrázame, no me dejes".

El autor recuerda que "era un año difícil y ese libro lo hice para poder sobrevivir. Era tamaño bolsillo. Estaba sin trabajo y con mi hija recién nacida y con eso me sostuve un tiempo, vendiendo los libros casa por casa".

En el 2006 publicó "Corazón vertical". "Fue muy lindo porque me permitió viajar y ser invitado a algunos lugares donde la pase muy bien".

Sobre su nuevo libro dice que se llama así, "Siempre, nunca, todavía", porque es como un resumen de la vida. Siempre se puede ser feliz, nunca porque algunas veces no lo he sido y todavía porque creo que hay tiempo para ser feliz, para amar o para enamorarse. Las cosas de la vida creo que son eso: algunas pasan siempre, otras nunca, pero siempre hay que tener esperanza de que pasen".

Sobre el final comenta que le encantaría escribir el guión de una película y poder filmarla "porque me encanta la fotografía y la dirección. Poder dirigirla eso es un sueño que no lo voy a poder cumplir creo" dice. "Hacer una película me resultaría mucho mas fácil, me han dicho que lo que escribo tiene mucha imagen y a mí me encanta trabajar con la imagen" y tampoco descarta escribir una novela o cuentos. "A lo mejor un día lo hago" dice.

Por último, revela que tiene más de 600 textos escritos con lo que podría hacer "dos o tres libros a la vez" pero por el momento quiere disfrutar su último libro, organizar alguna presentación y también "seguir publicando en Facebook que es lo que me permite compartir con la gente lo que siento".