"Es que las cuestiones simbólicas son difíciles. Están buenísimas cuando el símbolo ya falleció, pero los que seguimos no vamos a responder nunca a esa necesidad porque el símbolo está en la cabeza de cada quien y es imposible arrimarse a eso. Yo me tuve que bajar de ahí. En realidad, operé de la misma manera que siempre: seguir en lo que yo creía, medio testarudamente y renunciar a cosas que para otros a priori estaban buenísimas", lanza.
Aunque en algún momento sintió que podía con todo, luego se dio cuenta de que "me hacía pelota y me quitaba toda la fuerza. Fueron un par de años turbulentos, pero cuando volví al surco, fue mucho más enriquecido. Porque sinceramente es difícil hacer lo que vos querés cuando te dicen ''te preparamos todo esto para que vos...'' Me acuerdo el día que fui al Correo a buscar una carta y el tipo me dice ''vos tenés que ser diputado, porque sabés hablar, vos no estás contaminado, vos tenés que agarrar''. Y yo le decía ''pero yo toco el piano''... ''Y bueno, tocá en tus ratos libres, pero vos nos tenés que representar''".

*La nota completa acá: "Mientras para el mundo eso era una gran fiesta, para mí era una tragedia"