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Ni bien el danés Christian Eriksen colapsó en el campo de juego Parken Stadium de Copenhague sobre el final del primer tiempo de Dinamarca y Finlandia, en el arranque de la Eurocopa 2020+1, la comunicación global mediática llevó esas dramáticas imágenes a cada rincón del planeta y puso al instante el episodio y la temática en el centro de la escena.

Pasaron las horas, salieron los partes, se publicaron los habituales tuits de apoyo, y casi dos días después las declaraciones del médico del Tottenham, donde el talentoso mediocampista del Internazionale de Milan jugó durante 7 años, helaron la sangre.

"No sé si volverá a jugar al fútbol. Con franqueza, murió aunque fuese por unos minutos, pero murió" sentenció el doctor Sanjay Sharma, quien además es un reputado cardiólogo y profesor de cardiología deportiva en la St George’s University de Londres.

Por su lado, el médico de la selección de Dinamarca Morten Boesen estimó que el futbolista quizás no habría sobrevivido si el partido no hubiera correspondido a una competición de importancia, con equipo médico de primera a disposición.

"Eso fue totalmente decisivo. Desde el momento en que sucede hasta que recibe ayuda es algo crítico. Ese tiempo fue breve. Y muy crucial", subrayó.

Pero el deporte no sólo se desenvuelve en la altísima competencia, con todas las herramientas científicas y tecnológicas a disposición de los deportistas.

También se exige el físico y se pone a prueba el corazón en los clubes de barrio, en los espacios verdes, se juegan certámenes amateurs con muy poca -o ninguna- red de contención y un colapso de este tipo puede suceder en cualquier estamento.

Después de la milagrosa (por utilizar un recurso retórico fuerte, porque sólo la ciencia lo volvió a la vida) recuperación de Eriksen aparecieron en los medios profesionales de primerísimo nivel, pero también algunos que de apuro consultaron libros de hojas ya sepias antes de salir en cámara.

Como esto puede acontecer a la vuelta de la esquina, una de las palabras más autorizadas de la región es el prominente cardiólogo azuleño radicado en Olavarría Adrián Giorgio.

"La muerte súbita en el deportista de alto rendimiento está sujeta a cuestiones estructurales cardíacas" apuntó.

"La más común es por una miocardiopatía hipertrófica, que es el engrosamiento del músculo cardíaco por una causa genética, pero también por una enfermedad vascular precoz; los deportistas fumadores tienen un 70% más de riesgo de tener estos eventos antes, durante o después de la competencia. Hay que ver si consumieron alguna sustancia" agregó el doctor Giorgio.

"La anomalía coronaria es la segunda causa más frecuente de muerte súbita de un deportista" mencionó.

"Hay trastornos en electrocardiograma que se llaman canalopatías y no son detectables a simple vista, sino que hay que suministrarle drogas al paciente para observarlo" expuso.

El doctor Giorgio puso como ejemplo el caso de un juvenil jugador de rugby de Estudiantes que presentó una irregularidad.

"Lo mandamos a hacer una tomografía cardíaca a Mar del Plata y como la coronaria no se comprimía con la aorta y la pulmonar pudo jugar. Hay 6 tipos de coronarias anómalas, 4 no le hubiesen permitido jugar más y 2 no provocan problemas" comentó.

Otro ejemplo de riesgo son los puentes musculares. Se trata de arterias miocárdicas que tienen una compresión sistólica que obstruye el flujo y puede provocar una muerte súbita.

Eriksen se desempeña en el Calcio y Giorgio dijo que la medicina italiana tiene muy buenos protocolos.

Sobre el futuro del jugador danés anticipó que "hay que estudiarlo para saber si tiene una causa corregible y reversible. Si ese episodio hubiese pasado en la Argentina se habría recontra re muerto".

Bajada la crisis de Eriksen a una situación doméstica, Giorgio advirtió que se está caminando permanentemente al borde del abismo.

"Si no hay un desfibrilador a mano, el deportista se muere. El cerebro permite ocho minutos antes de morirse. Se cae un tipo al piso, lo único que salva vidas es la desfibrilación precoz. O sea, un choque eléctrico que restituya el ritmo cardíaco y haga que llegue la sangre al cerebro" alertó.

"Los países desarrollados tienen un DEA por cuadra, porque lo puede usar cualquier lego. Acá hay uno en la Terminal y es muy fácil de usar" indicó el doctor Giorgio.

Olavarría tiene registros de muertes súbitas en un escenario deportivo, federado o recreativo.

Hay un caso trágico de un juvenil de Racing que falleció en la cancha de Loma Negra un par de décadas atrás; también hubo víctimas en el fútbol de veteranos y no hace mucho tiempo el drama estuvo a punto de hacerse presente en un encuentro de maxivoley en el Minigimnasio del Parque Carlos Guerrero.

"Las categorías menores son un grupo etario que se mueren pocos, pero en muchos casos las condiciones no están dadas para la práctica deportiva" señaló.

Sintetizando, el doctor Adrián Giorgio recalcó que casos como el de Eriksen sin un desfibrilador a mano es sinónimo de muerte. "Es como andar en el auto sin frenos, como tirarse de un octavo piso" graficó.

"La suerte de Eriksen fue que tuvo un paro cardíaco en un partido de la Eurocopa. Si le hubiese pasado en un campeonato local, en una carrera de aventura se muere. Un emergentólogo decía que en las guerras se mejoraba mucho el tema emergencias, y que él prefería se herido en Vietnam y no tener un accidente automovilístico en Chicago para dar un ejemplo fuerte que las cosas tienen más posibilidades de un final feliz cuando se toman todas las precauciones" cerró.

Finales muy distintos

Otros futbolistas de primer nivel no tuvieron la misma suerte que el danés Christian Eriksen.

Es cuestión de segundos, de ahí el nombre de muerte súbita, en 2009 se llevó al capitán del Espanyol de Barcelona Daniel Jarque, con sólo 26 años (homenajeado por Andrés Iniesta, apenas segundos después de anotar el gol que le dio la Copa del Mundo a España en Sudáfrica 2010).

Un caso parecido atravesaron los hinchas del club Sevilla, que no han olvidado el 28 de agosto de 2007, cuando el futbolista Antonio Puerta fallecía también tras una parada cardiorespiratoria.

El más cercano fue el defensor y capitán de la Fiorentina Davide Astori. El corazón del futbolista dijo basta en su hotel sin que nada ni nadie hubiera podido prever este desenlace con sólo 31 años.

"Entre los deportistas de nivel se estima que en España cada año se producen entre 100 y 120 fallecimientos por esta causa", explicaba en una conferencia Josep Brugada, consultor senior en Cardiologia, Arritmias y Muerte Súbita del Hospital Clínic de Barcelona y académico de la Real Academia Nacional de Medicina (RANM), y una de las eminencias citadas durante la charla por el doctor Adrián Giorgio.

Coincidiendo con las recomendaciones del médico olavarriense, Brugada señaló que las personas que sufren una muerte súbita sin tratamiento inmediato fallecen en el 90-95% de las ocasiones.

"Sólo hay un tratamiento efectivo para frenar la muerte súbita cardíaca y es la desfibrilación precoz" afirmó.

Este procedimiento, que consiste en realizar una descarga eléctrica en el corazón, a través de unas palas o parches, con las que se pretende reiniciar la actividad eléctrica del órgano, "puede salvar muchas vidas, ya que su empleo aumenta las probabilidades de que un paciente se recupere de un episodio de muerte súbita".

El diario ABC de España, en su edición online de este lunes, publicó que el caso Christian Eriksen busca respuestas para algo que aún no ha generado unanimidad en la comunidad científica.

Según este medio, lo más cercano a la fiabilidad en este campo es un estudio publicado por la Universidad de Saint George’s de Londres en el "New England Journal of Medicine", según el cual los problemas ocultos de corazón que afectan a futbolistas ingleses de todas las categorías son de 1 cada 266 personas.

Los medios británicos revelaron que Eriksen no había presentado ninguna alteración cardiológica durante su etapa en el Tottenham (siete temporadas, desde 2013 a 2020, cuando se marchó al Inter) y tampoco la prensa italiana ha referido ningún síntoma durante sus dos cursos en el campeón del Calcio.

La muerte súbita de la que se ha librado Eriksen es el objeto del citado estudio de "New England" en el que el equipo científico analizó los datos de 11.168 jóvenes jugadores afiliados a la Federación durante 20 años.

Se descubrió que 42 de los más de once mil futbolistas (un 0,38 por ciento) presentaban algún tipo de irregularidad cardíaca que podría haberles conducido a ataques del corazón. Pero la mayoría de ellos (un 93 por ciento) nunca mostró síntomas.

Los medios técnicos y sanitarios que hoy pueblan los estadios evitaron una desgracia para el jugador danés.

No engrosará esa trágica lista de futbolistas caídos por muerte súbita en los últimos tiempos: Catalin Hildan (Dinamo de Bucarest), Vladímir Dimitrijevic (Estrella Roja), Charles Esheku (Bengal Mumbai), Michalis Michael (Onisilos Sotiras), Marcio Dos Santos (Deportivo Wanka), Marc Vivien Foe (Manchester City), Max (Botafogo), Andrei Pavistski (Kiev), Serginho (Sao Caetano), Miklos Feher (Benfica), Hugo Cunha (Uniao Leiria), Mohamed Abdelwahab (Al Ahly), Antonio Puerta (Sevilla), Dani Jarque (Español), Sixto Rojas (Atlético Trinidense) y Davide Astori (Fiorentina).