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Andrés Malamud tiene 47 años, es politólogo e investigador en la Universidad de Lisboa. Pero no es sólo un académico con una acumulación de doctorados, maestrías y un curríulum de 28 páginas. Es, además, un hijo del radicalismo de Olavarría. Su columna en Clarín del martes dice "hay partido para rato". En una extensa charla con EL POPULAR desde Portugal, Malamud habla del problema de los no peronistas en la Argentina, que tienen vedada la capacidad de gobernar. Y ése ha sido el estigma de la historia reciente. La convención de Gualeguaychú, que selló el matrimonio de la UCR con el Pro, le concede a Macri lo que no tiene: una estructura. Y le coloca en la cabeza al radicalismo aquello de lo que carece: un candidato a presidente. Andrés Malamud cree que el radicalismo es tan inmortal como el peronismo –ambos son "partidos atrapatodo"- pero se convierte en una confederación de partidos provinciales cuando no tiene la presidencia.

-¿Colapsó el bipartidismo en la Argentina? ¿O la convención de Gualeguaychú está mostrando que hay vida todavía?

-En 2001 todos creían que había colapsado el sistema de partidos. Y Juan Carlos Torre, un politólogo, dijo que lo que había colapsado era la mitad. El hablaba de los huérfanos de la política de partidos. Porque los peronistas seguían teniendo su partido y los que estaban en la calle eran los no peronistas. Esta convención lo que está simbolizando es que el radicalismo no estaba muerto, estaba hibernando en las provincias y ahora lo que hace es reestructurarse. No va a ser como el peronismo, no va a ser bipartidismo porque sin coalición el radicalismo no llega pero esa estructura provincial le permite complementar la imagen e intención de voto que tiene Macri. Macri es un candidato sin estructura y el radicalismo es una estructura sin candidato.

-¿Tiene que ver un socio como Macri con la esencia de lo que fue el radicalismo en toda su historia?

-No soy filósofo y por lo tanto la esencia para mí no tiene un significado. Tiene varios. Y en el radicalismo hubo de todo. Hubo Alem, que era el típico aristrócrata, bipolar, hubo Alvear, que era un galerita, y hubo un Yrigoyen, que era un tipo más orillero, que venía más de afuera. Sin embargo, si vos mirás los gabinetes, la mayor parte eran miembros de la Sociedad Rural. El radicalismo era un partido popular. Pero no era un partido antiaristocrático sino antioligárquico, que no es lo mismo.

-El peronismo se ha caracterizado por ser oficialismo y oposición a la vez. ¿El radicalismo también lo ha contenido todo en su interior?

-Ambos son partidos "atrapatodo". Pero el peronismo atrapa más, tanto derecha como izquierda. El peronismo atrapa todo el espectro ideológico. Desde los ultramontanos, la derecha de Puerta de Hierro hasta los montoneros y los verdaderos izquierdistas revolucionarios. El radicalismo no ha sido tan amplio. En realidad los conceptos de izquierda y derecha han tenido poco sentido en la Argentina, aunque sí tienen sentido en la mayor parte de los países de América Latina.

-¿Por qué en la Argentina no?

-Porque la incorporación social fue siempre desde partidos "atrapatodo". El radicalismo nunca fue de izquierda. Jamás. A Yrigoyen nunca se le hubiera ocurrido. Era hiperliberal. Y el peronismo incorpora a la clase obrera, justamente para contener a los trabajadores y que no se los lleve el comunismo.

-Claro, el peronismo tampoco fue de izquierda, jamás…

-¡Perón era un militar que admiraba a Mussolini!

-Lo que ha caracterizado al peronismo es la supervivencia a todo. ¿Cuál es la razón?

-El peronismo encarna mejor el vitalismo. Ortega y Gasset hablaba del racionalismo y el vitalismo. El peronismo es pura vida, efervescencia. El radicalismo es más pensamiento. (Juan Waldemar) Wally me decía, cuando se acercó a Eseverri (Wally venía del más rancio peronismo) que él estaba acostumbrado al bullicio y cuando entraba en un comité no se escuchaba nada: todos en silencio, era una tristeza comparado con el peronismo. Alfonsín nunca renegó del racionalismo radical pero el tercer movimiento histórico que pensaba, era la confluencia entre el racionalismo de uno y el vitalismo de otro. El peronismo sigue vivo porque el peronismo es vida, pura vida. Esto se encuentra en pocos lugares en el mundo. Algo parecido es el gaullismo francés y un movimiento similar en Canadá. ¿Qué es el gaullismo?, ¿derecha o izquierda? Es un general, que lo tuvo a André Malraux, a todos los intelectuales de izquierda, a los combatientes judíos antinazis; hoy el gaullismo es más o menos derecha, pero aun así, sigue conteniendo a cierta izquierda.

-Hay un mito que supone al radicalismo como un poder territorial al que siempre le falta referente aglutinador. ¿Hasta dónde es verdad que la UCR sigue siendo territorialmente fuerte? ¿O son una suerte de vecinalistas que arriba se asocian con lo que conviene?

-Son confederaciones de partidos provinciales cuando no tienen presidente. Y el peronismo también se comporta así. Cuando tienen presidencia, el presidente los aglutina. Cuando no, cada uno hace su negocio. Pero mantienen su fuerza territorial. Actualmente el radicalismo tiene nueve capitales de provincia. 9 intendentes importantes y 350 en todo el país. En capital eso no se ve, porque en el gran Buenos Aires el radicalismo prácticamente desapareció.

-¿Por qué no se generan candidatos a presidente?

-Es el enigma del liderazgo. Se pueden generar grandes relatores deportivos, pero un Messi no se inventa.

-¿Cuál es el impulso vital que demostró la convención?

-Yo pensaba desde antes que el radicalismo estaba vivo. Lo que hicieron es articular esa confederación de partidos que era. Se dio una estrategia y un candidato. Y eso es un partido.

-¿Y si se convierten en la sombra de Macri?

-Macri es el primer tercer partido, el PRO, que intentó crecer desde el territorio. Todos los demás, Alende, Carrió, Alsogaray, Rico, López Murphy, quisieron ser directamente presidentes. Macri es el único que entendió que había que empezar por el territorio. Perdió elecciones, volvió a presentarse, gobernó. Ahora apuesta a ganar Santa Fe y La Pampa. El es el único que entendió que la política en la Argentina es territorial y multinivel. Si vas a la presidencia de una… en la próxima elección desaparecés.

-El partido se queda sin cimientos.

-Al radicalismo todo el mundo lo daba por muerto. Ahora Massa y Macri están desesperados por cortejarlo. ¿Qué pasó? Se dieron cuenta, Massa y Macri, de que no tienen territorio. Y salen a buscarlo. El tema es que si Macri pierde, que no es imposible, y le va bien en el interior, va a tener tres provincias: Santa Fe con Del Sel, La Pampa con McAllister y capital con Rodríguez Larreta. ¿Qué puede armar con eso? La apuesta de Macri es a todo o nada. La alianza con el radicalismo le conviene a Macri pero no al Pro. Si Macri llega al gobierno va a tener algunos equipos, va a tener 20 diputados, muy pocos senadores y va a depender del radicalismo. Aun así va a estar en minoría y va a tener que negociar constantemente con el peronismo que le va a hacer la vida imposible.

-¿Cual es la diferencia entre el proyecto de Sanz y el de Morales que quería incluir a Massa?

-Esto es lo más divertido de todo, porque no había tres opciones, como decían muchos, que incluían la tercera con los que querían integrar el FAP UNEN. Pero nadie quería quedarse en UNEN. Es decir que los que critican a Sanz por aliarse con Macri porque es de derecha, desde el otro lado querían aliarse ¡con Macri y con Massa! Es que la clase media de los centros urbanos no es la misma clase media de las provincias. En los centros urbanos hay autonomía del estado. El empleo no es público. La gente trabaja afuera. En las provincias no, y por eso para ganar una provincia hace falta una pata peronista.

-¿Por qué el UNEN un espacio supuestamente progresista, tuvo tan poca vida?

-Yo no creo que haya habido mala intención desde el principio. Yo creo que los cinco que subieron al escenario pensaron que esto podía andar. Pero si lo pensás bien, Pino y Tumini no tenían mucho que ver con los radicales del interior. Los que piensan que el radicalismo es socialdemócrata… ¿quiénes son?, la Juventud Radical, Franja Morada, la capital, pero si vas a las provincias, los caudillos no son muy distintos de los caudillos peronistas.

-Alfonsín, ¿qué representaba del radicalismo histórico? ¿O simplemente fue fruto de una necesidad de contexto, de una época?

-Bueno, yo no sé cuál es el verdadero radicalismo, pero ¿vos te acordás de quién fue su vice?

-Sí… Víctor Martínez, la línea más conservadora y de derecha…

-¡De lo peor! Porque era la línea Córdoba; como él era de Buenos Aires, tenía que negociar con ellos. Ese Alfonsín progresista acordaba con esos tipos porque tenían los votos.

-¿Cómo analizás la experiencia de Olavarría, tan rica y tan particular?

-Eseverri vivió pensando que el problema de la Argentina era el peronismo. Hasta 2001, cuando se dio cuenta de que el problema no era el peronismo sino el no peronismo. Y la causa del peronismo éramos nosotros, los que éramos incapaces de gobernar, los que nos prestaban el gobierno y lo chocábamos en la esquina. El click fue en diciembre de 2001. Al peronista, como al escorpión, no le podés pedir que cambie su naturaleza. La culpa es de la rana que le dice que sí y cruza el río con él. Nosotros, los radicales, éramos la rana. Y Eseverri decidió que había que atacar al escorpión desde adentro.

-El abandonó el radicalismo bastante antes del kirchnerismo, ¿qué pasó con el partido cuando él se fue?

-Es que el radicalismo era Eseverri. Cuando se pasa, se lleva la mayor parte. Y mantiene su influencia en el comité. Eseverri nunca fue peronista. Lo suyo fue personal con Kirchner porque pensaba que de esa manera se gobernaba y se acababa con el peronismo.