La semana pasada se anunciaron las nuevas medidas a implementar a nivel nacional respecto de la pandemia de Covid 19, las cuales comenzaron a regir el viernes pasado. En medio de los debates por el impacto económico y sobre el sistema sanitario que estas medidas tendrán, y sobre la dicotomía entre presencialidad y virtualidad, surge otra problemática que también debería preocuparnos: el estado de la salud mental de los argentinos.

La pandemia oculta

Según la psicóloga Celeste Berrueta, desde que inició la pandemia se ha observado un aumento en las consultas por ansiedad, depresión, insomnio, trastornos alimenticios, ataques de pánico, y problemas psicosomáticos, todos ellos relacionados a la incertidumbre y el miedo que trajo consigo la llegada del Covid 19 al país.

"Seguramente estas nuevas restricciones acentúen y exacerben lo que se está viendo ya en las personas. En la medida en que esto perdura en el tiempo, genera mayor desesperación, porque exige que la persona ponga en marcha recursos internos, mecanismos defensivos, que ya lleva mucho tiempo aplicando y que arrastran ya un desgaste", explica Berrueta.

Agrega que al desgaste anterior se suma el desconocimiento sobre las nuevas cepas, que se manifiesta en mayor desesperanza, sobre todo ante la pérdida de seres queridos, la pérdida del nivel socioeconómico, de espacios de convivencia grupales o individuales que nos ayudan a sentirnos contenidos, y otras dificultades que enfrentan los argentinos hoy.

"Esto nos lleva a ensimismarnos, a estar más aislados, y allí nos encontramos con el vacío que genera esta situación que nos limita y nos desconecta. El mantenernos comunicados de forma únicamente virtual requiere mucho más esfuerzo por parte del individuo, todo lo que enfrentamos ahora exige un esfuerzo al que no estábamos acostumbrados, requiere que pongamos recursos de nosotros que no sabíamos que teníamos", señala la psicóloga, y sostiene que este año que inició hace cuatro meses, será más difícil que el 2020, debido a que, luego de un verano en el cual pudimos reencontrarnos con nuestros vínculos, pudimos retomar las reuniones y las actividades, posiblemente tendremos que regresar al aislamiento.

"Hubo mucha gente que hizo un gran esfuerzo todo el año, fue muy responsable y cuidadosa, y ahora se enfrenta nuevamente al tener que volver atrás, de nuevo vacía de muchas cosas que necesitamos como seres humanos", argumenta Berrueta.

Resistencia al encierro

Celeste Berrueta explica que, como seres humanos, no hemos desarrollado herramientas y recursos para vivir solos y aislados, sino al contrario: siempre se nos dijo que somos seres sociales, que tenemos que vivir en sociedad, y que cultivar vínculos entre personas es un aspecto influyente sobre nuestro bienestar individual y colectivo. Es por eso que puede haber reacciones de rechazo y de resistencia a las nuevas medidas.

"Es la resistencia a estar aislado, a no sociabilizar. Lo que hoy está restringido es algo que siempre se les acentuó a las personas que era importante desarrollar, es decir, esos espacios sociales en donde la persona se sienta sostenida, acompañada, contenida, donde se pueda desarrollar de forma sana. Las medidas tienden a enviar el mensaje contrario, a desincentivar el contacto físico e incentivar el aislamiento, y eso es hoy sinónimo de cuidarse", explica Celeste, y debido a esto resalta la importancia de continuar trabajando en propiciar una vida en sociedad donde se cumplan los protocolos y se cuide la salud, sin aislar de manera rotunda a la sociedad.

"Las personas rechazan y resisten porque el aislamiento genera angustia, y muchos trastornos que perjudican gravemente a cada persona y contra los cuales no tenemos manera de defendernos, incluso si sí contamos con herramientas para socializar, como las virtuales", concluye la profesional.

Agotamiento mental

Según la psicóloga Celeste Berrueta, tanto adultos como jóvenes y niños se han visto afectados por la cuarentena y la pandemia que se vive desde marzo de 2020. Describe que entre estos grupos etarios las dificultades que se presentan son diferentes, y también los niveles de resistencia a las medidas.

En los adultos y adolescentes, la resistencia a incorporar y acatar las normas de salubridad puede ser mayor, mientras que en los niños el nivel de cumplimiento y adaptabilidad es mayor. Sin embargo, las consecuencias de las mismas son graves en ambas etapas de la vida.

"Los niños incorporan estas nuevas normas mucho más fácil, sobre todo si tienen un adulto al lado que les ayude con el ejemplo. Sin embargo, muchos de ellos presentaron problemas de irritabilidad, de sueño, trastornos alimenticios. Para ellos es muy importante la socialización, y que tengan espacios para sociabilizar sigue siendo vital. Ellos están en la edad para formarse socialmente, y es por eso que es posible que sufran las consecuencias de carecer de lugares donde hacerlo, como la escuela, incluso más que los adultos", sostiene la psicóloga.

"En los adultos, se escuchan con frecuencia frases como ‘estoy cansado’, ‘ya no doy más’, ‘no puedo pensar más’. El ser humano en el plano racional entiende que las restricciones son necesarias hoy para protegernos y cuidarnos del virus existente, pero al mismo, dentro del plano inconsciente, se manifiesta la angustia, la tristeza y la desesperanza a través de diversos trastornos y problemas de salud física y mental", explica Berrueta.

La psicóloga sostiene que dentro de la mente de los argentinos existe una preocupación muy grande por enfermar, por perder seres queridos, pero al mismo tiempo se entremezclan otros miedos, como el estar solo, el perder el trabajo, el temor al futuro, lo que provoca una gran angustia y ansiedad.

"Es importante tomar como alertas si existen cambios en nuestro comportamiento y en nuestras conductas. Venimos haciendo cambios desde el año pasado, cambios que nos indicaron hacer desde el afuera, en función de nuestro cuidado. Pero si estos cambios son exacerbados hasta el punto de no levantarnos de la cama, no higienizarnos, no nos alimentamos ni dormimos bien, o no tener motivación para realizar alguna actividad, la irritabilidad o el aislamiento, se vuelven indicios de que no estamos pudiendo enfrentar la situación", alerta la psicóloga.