En este contexto trabaja un equipo de profesionales que va desde médicos y enfermeros hasta especialistas de distintas ramas de la medicina. Y allí están ellas, las terapistas ocupacionales que cumplen un rol fundamental en este proceso de desarrollo y crecimiento.

En el Día del Terapista Ocupacional, Julieta Ciano y Mariana Lázaro hablan sobre su función en una neonatología, de lo que implica su tarea diaria, de sus experiencias y de una vocación que no dejarían por nada del mundo.

En una larga charla con EL POPULAR, cuentan que al conocimiento teórico hay que sumarle experiencia y práctica. Es que una terapia intensiva de neonatología no tiene días iguales y tampoco pacientes que responden de la misma manera. “Nuestro principal objetivo es minimizar y anticiparnos”, explican. Y en ese camino, también nutrirse de historias -algunas más impactantes que otras-, emociones y desafíos.

“Nosotras trabajamos con ‘el puedo’, los médicos trabajan con el desafío. Nosotras le damos al bebé la posibilidad de lo que puede: vamos a organizar la postura porque vos podés, vamos a alimentarnos porque vos podés y así cada paso. Trabajamos con apostar para el bebé pueda, y eso es apostar a la vida”, resumen quienes integran la dupla en la terapia intensiva de neonatología que funciona en el sanatorio Cemeda. Aunque Mariana Lázaro también se desempeña en la neonatología del Hospital, que requiere otra complejidad.

Desde su experiencia, las profesionales definen que el objetivo principal es “poder minimizar y anticiparnos”, en un contexto donde, además, se necesita modificar estructuras y abrir el juego.

Mariana Lázaro se formó en 1995 en Hospital materno infantil de Mar del Plata, y en 1997 pasó a integrar la neo de Cemeda. Hace seis años, además, se desempeña también en el servicio de neonatología del Hospital de Pedriatría, donde también atende el consultorio de seguimiento junto al equipo de neonatología, que permite acompañar todo el desarrollo y crecimiento de ese bebé más allá del alta médica.

Juilieta Ciano, por su parte, se sumó a unidad de cuidados intensivos de cemeda, para bebés hace ocho años. “Poder trabajar en la neo para mí es un privilegio. Es una pasión y de hecho uno se fue formando y capacitando para estar en este lugar tan específico donde tenés que tener tantas herramientas”, define.

Para Mariana, “la formación en neo es una formación de posgrado, parte del entrenamiento….. a mí, el bebé neo me conmueve, me encanta, me apasiona desde siempre”.

La intervención

Los terapeutas ocupacionales tienen “la formación y capacitación entrenada y especifica en la atención de estos bebés que por diferentes razones transitan una internación en una UCIN (Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales), la que puede resumirse en la aplicación de intervenciones destinadas a adecuar los estímulos del ambiente junto con apoyar los esfuerzos de autorregulación del niño, con el fin de favorecer un adecuado desarrollo de funciones y estructuras corporales, de modo de contribuir a que el bebé pueda adquirir las habilidades necesarias para asegurar un desempeño ocupacional exitoso en el mediano y largo plazo”, apuntan las profesionales.

Su intervención está orientada “a proporcionar estrategias de neuroprotección al bebé para favorecer el desarrollo neurosensorial y por tanto adaptativo a las demandas del ambiente extrauterino”.

Esta primera etapa de su vida “conforma la base sobre la cual se estructurará su desarrollo y el consecuente desempeño funcional y socioafetivo del niño”. De allí que “esta intervención debe sustentarse en un enfoque protectivo y preventivo, destinado en primera instancia a proteger al niño de estímulos excesivos propios del ámbito sanitario, facilitar o proveer estímulos adecuados para facilitar su capacidad de organizar la información sensorial y producir una respuesta adaptativa con el fin de favorecer su estabilidad fisiológica en el presente y adecuado desarrollo neurológico, y el impacto abrupto de la separación de sus cuidadores”.

El rol de los terapistas ocupacionales en una Neo implica varias acciones que dependen de la situación por la cual ese bebé llega a la Unidad de Cuidados Intensivos.

“Una de las premisas es que tenemos que manejar muchos criterios y conceptos médicos, de neurodesarrollo, de la familia y lo que es trabajar en equipo. Eso es primordial. Es decir, la clínica del bebé internado en neonatología -sea prematuro o no- implica varios aspectos como ver si tiene una buena postura, si está cumpliendo con sus habilidades como poder comer o poder dormir o poder moverse que es lo que un bebé hace a edad. En una Neo todo eso está atravesado por la parte fisiológica, entonces nos entrenamos también en entender cómo es la frecuencia respiratoria, el mecanismo de alimentación, el ritmo fisiológico de la saturación: todos aspectos médicos que intervienen en el neurodesarrollo y a su vez nuestro rol acerca de cómo el neurodesarrollo favorece también la estabilidad clínica del bebé. A veces actuamos para que ese bebé esté en estabilidad física”.

A veces, la intervención es directa y otras, indirecta. Por ejemplo, cómo cuidar la invasión de lo que implica el ambiente de una terapia, ya sea sea la luz, los ruidos, la manipulación, con cuánta frecuencia o cómo se manipula al bebé. A veces se trabaja esto desde la mamá o el papá porque son tan lábiles los bebés que todo eso impacta. Entonces a veces con mostrarle a los papás cómo tienen que alzar a su bebé, son intervenciones indirectas que podemos ir haciendo sin tener que exponer al bebé a un estrés más que es nuestra intervención”, explican.

Otras veces, “intervenimos en forma directa. Es decir, nuestras manos intervienen sobre el bebé con una evaluación para ver su estadío madurativo, qué le podemos exigir y qué no, o si hay alguna problemática que haga necesario intervenir con nuestras manos. Entonces es muy dinámico. Tenemos que estar preparadas para que además algún día pase una cosa y al otro día pase otra. Eso es lo más complejo”.

Estructuras

“La sobrevida hoy de un bebé prematuro cambió muchísimo en comparación con los tiempos en los que me formé en el Hospital Materno Infantil de Mar del Plata”, diferencia Mariana Lázaro.

Y cuenta que “a mi me toca en lo personal ser hija de médicos, entonces conozco qué siente un médico con todas las responsabilidades. Cuando no había neonatología en Olavarría y yo era muy chica, cuando estos bebés no sobrevivían, me acuerdo que iba con mi papá al Instituto Médico y veía a un bebé prematuro que él estaba acompañando como médico. Yo no tenía conciencia, pero creo que algo quedó”.

Todo el trabajo que hacemos desde Terapia Ocupacional es de hormiga, es convencer con validación científica que estamos sumando y romper estructuras. Pero me pongo también del otro lado del que tiene la responsabilidad de salvar la vida de un hijo ajeno. Por eso hay que ser cauteloso y respetuoso”.

La premisa, siempre es “minimizar el factor de intervención en favor de la estabilidad clínica del bebé. No hablamos de estimular al bebe, sino de facilitar: qué podemos facilitar para que pueda. Eso ha ido variando junto con la tecnología y la aparatología. Antes por ejemplo, los ruidos de las alarmas eran más intensos, los sonidos eran permanentes. Cambió mucho la intervención en cuanto a cómo participan los papás dentro de la Neo: antes al papá y mamá se lo dejaba tocar muy poco a su bebé, eso hoy se sabe que es todo lo contrario y que cuánto más intervienen desde la hora cero es un facilitador de estimulación, de neuroprotección, no solamente emocional y vincular, porque el estímulo que le va a dar el papá siempre va a ser mucho más noble en ese contacto cotidiano”.

En este contexto, “las enfermeras son nuestro pilar”, sostienen al tiempo que explican que “ellas están 8 horas. En Argentina, las terapeutas ocupacionales trabajamos por intervención contratada, en otros países son partes del staff. Y no es lo mismo: nosotras brindamos un servicio que acompaña el proceso que pasa el bebé, por eso muchas veces no se nos ve. Y la enfermería es la principal fuente de trabajo en equipo. Mientras que el médico nos habilita intervenir, nos deja hacer aportes hacia el área médica que tienen que ver con esto de cuidar la estabilidad física. Es un trabajo minucioso y se trata de romper las estructuras, pero sin fracturar al otro. Es convencer de que estamos sumando”.

PostNeo

“No podemos decir lo que no sabemos qué va a ocurrir a futuro, entonces el desafío es hacer un seguimiento de ese bebé una vez que se va de Neo, de esa manera, informar y concienciar a la familia que podemos ir viendo cómo va el cumplimiento del desarrollo y si aparece algún factor de riesgo”, sostienen las terapistas ocupacionales Julieta Ciano y Mariana Lázaro.

Actualmente desde la SAP (sociedad Argentina de Pediatria) y Salud de la Nación, el seguimiento es una normativa de salud.

Sin embargo, esta situación no siempre se da. “En el ámbito privado no está organizado ni normatizado. Entonces la consulta que llega es porque hemos logrado con nuestra intervención en la Neo que el bebé al momento del alta, se vaya con una historia clínica donde se explicita cuándo consideramos que hay un factor de riesgo y el pediatra está informado”, explican. En el ámbito del Hospital, estamos logrando el seguimiento junto a los médicos en el control cotidiano, porque así como hay consultorios de pediatría, también hay consultorio de Neonatología.

Lo que sucede en general es que “hasta que no aparece el problema, no se llega a la atención” y en este aspecto el comienzo de la escolaridad es el momento clave.

Pero en realidad, “el trabajo en la neo también es todo lo que se puede anticipar. La idea es que los papás sepan que el haber pasado por allí ya implica una mirada distinta. ¿Qué puede pasar? que no sea nada, pero si nos quedamos con la duda puede que después lleguemos tarde”.