El poder en las repúblicas se encuentra atenuado con respecto a las monarquías, por la periodicidad de los mandatos y la división de poderes. Al repartirse, y tener que revalidarlo en elecciones, se reduce el mismo, pero en los sistemas presidencialistas como el nuestro, el poder presidencial sigue siendo muy fuerte. Por eso muchos países han adoptado el sistema parlamentario, donde el Congreso es la base firme y el Primer Ministro, el fusible.

Debemos recordar, que el Estado fue un invento de los poderosos para evitar pelearse entre sí, legalizar el derecho de propiedad, la herencia y el capital, consagrando el desheredo de los débiles y pobres. Nunca en su origen tuvieron en cuenta que los pobres pudieran llegar al poder. Tampoco lo tuvo la burguesía al fundar la República.

Así, sólo ha funcionado en los países de ricos y poderosos, separados por una línea endeble entre liberales y conservadores, pero todos capitalistas. A los socialistas, devenidos en socialdemócratas, terminaron por cooptarlos también para el capitalismo. Pero en nuestro continente, donde los pobres sí llegan al poder de la mano de partidos populares, a los que llaman despectivamente populistas, la república nunca funcionó. Aquí los poderosos no son latinoamericanos, son colonizadores que necesitan esclavos hambreados, no pagar impuestos y su capital no está en Buenos Aires o en Río, sino en Londres, Nueva York, París o Davos.

Pero en el siglo pasado, han aparecido nuevas formas de falsificar la república. Surgieron otros poderes que los teóricos republicanos no conocían y no pudieron tener en cuenta, como los medios de información. Así es como se produce la alianza con esos otros poderes del establishment. Esto sucede cuando el poder ejecutivo y el congreso se encuentran, inesperadamente, en manos de las fuerzas populares. Primero ocurrió entre los medios y las fuerzas armadas, ambas en manos de las familias de la oligarquía. En Argentina fueron los golpes de estado de1930, 55, 62, 66, 76. No incluyo el de 1943 porque fue un golpe dentro de las fuerzas armadas entre liberales y nacionalistas contra un gobierno semi democrático. En el resto de Latinoamérica sucedía lo mismo. Aquí, como la barbarie del Proceso no permitió seguir con esa manera, optaron por cooptar a jefes de partidos ganadores, imponiéndoles sus designios. Antes lo habían hecho ya con Frondizi, imponiéndole a Alsogaray. También voltearon a Alfonsín con un golpe económico financiero y haciéndolo aparecer como un gobierno corrupto. Después cooptaron a Menem, De La Rúa, Duhalde; aunque no pudieron con Néstor ni con Cristina. Pero tuvieron la suerte de la prematura muerte de Néstor y las luchas internas del kirchnerismo, lo que les permitió llegar al poder con un grupo nefasto de delincuentes, una verdadera mafia que destruyó al país, como nunca se había visto antes, aliados a la triste derecha del radicalismo. La misma que, en su momento, puso a Alvear y luego siguió con la UCR del Pueblo o la Línea Nacional de Balbín. Aunque a éste, hay que reconocerle que supo ver su error y se reconcilió con Perón, tratando de unir a las fuerzas populares contra las reaccionarias de derecha. También destruyeron la república, al cooptar al Poder Judicial. Lo que no habían hecho el Proceso, ni Menem y De La Rúa, lo hicieron los cambiemitas. Fue tal el desastre, que ni la peor propaganda de los medios pudo volcar al pueblo a su favor, que pudo ver cómo había sido engañado. ¡Cincuenta mil millones de dólares del FMI no fueron suficientes!

Pero entonces, ahora apelan a su adicto poder judicial que, a través de maniobras, impiden la aplicación de leyes. Son dueños de los medios que mienten y dan falsas noticias, apelando a la ignorancia y al gorilismo que han instalado en el pueblo.

Una facción minoritaria, aunque muy poderosa, con el apoyo de los medios y del Poder Judicial, impiden la gobernanza del país. El Presidente con la Legislatura, tienen menos poder que los medios con algún juez. Tal vez la república deba ser reformada y debamos encontrar una nueva manera de democracia, para lograr una vida de libertad, igualdad fraternidad y solidaridad.

Néstor Mineo

DNI 5.498.259