Darío Fariña

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Estuvo lleno Punto de Piro. La sala, con su escenario muy bien decorado, con una escenografía simple pero cálida, le dio paso a Mariana Baraj para que esta geminiana brindara un show de dos horas que realmente dejó conformes a todos. Arrancó con una vidala y, más allá de que se le nota que lleva en la sangre la música, también que se le ha pegado mucho el folclore del norte a partir de que hace 8 años que vive en Salta.

Fue a tierras salteñas para un show, para hacer folclore con una música amiga, y las cosas del destino hicieron que allí encontrara en su camino a Mauro Rodríguez, con quien se casó. Y hace poco tiempo adoptaron a una niña, Estefanía, que ya tiene 10 años.

"Steffi ya tiene su apellido Rodríguez y también se cambió el nombre, porque su segundo nombre ahora es Mariana. Dijo que se quería llamar Mariana Baraj -dice riéndiose-, pero luego de varias negociaciones quedó con el nombre de Estefanía, que es el que le puso su mamá biológica" contó Mariana luego del show (el jueves pasado por la noche, en el marco del Episodio Invierno del ciclo Vibra el Aire, que lidera Florencia Magnaterra, acompañada por Josefina Magnaterra, Paula Ferrari, Tamy Santucci y Malala Valentini), en el que mezcló su sentimiento para tocar el bombo y el ukelele con una interpretación que le sale desde las entrañas.

Estuvo acompañada siempre por el guitarrista Lucas Caballero, para cantar y también para contar cosas de su vida, poniéndole una pizca de humor por momentos, para hacer un ida y vuelta con el público que se sintió muy cercano a la artista que estaba allí, sobre el escenario, y que después del espectáculo lo ratificó ya que se quedó charlando con la gente -también habló con la cantante local Mónica Badoglio-, firmando CD´s y respondiendo a cada solicitud para sacarse una foto.

Esta morocha dueña de una excelente voz, hizo que la gente estuviera "cerca" con esa forma tranquila y pausada de contar y que luego, con su hermosa manera de cantar que incluye refinadas variaciones, con su entrega, con letras que le salen desde el alma, se apoderara de la gente que terminó aplaudiéndola. Después fue el momento para charlar.

¿Mariana, vos decís que tus temas tienen un "aire a", pero en qué género te sentís más cómoda o en cuál te definís?

Mi propuesta parte de una raíz folclórica y la gran mayoría de las veces me gusta esto de trabajar no tanto dentro de la forma del folclore, que está muy ligada a la danza. Es decir, a veces estoy dentro de las formas y a veces no, me gusta jugar con la fusión y tomar elementos de diferentes lugares, para ir armando un entramado que termina siendo ese "aire de...". No una chacarera, no una zamba, por ahí no una zamba, con raíz folclórica que va transitando distintos caminos y universos.

¿Has tenido influencia de distintos musicales, además?

Sí, y además yo vengo de una familia de músicos. La música está conmigo desde siempre y creo que muchas de las músicas que escuchaba en mi casa me han influenciado mucho. Siempre estuve muy cerca del jazz, por ejemplo, y también cerca de la improvisación.

¿La vidala se te ha pegado bastante parece, porque tu vida ha tenido hace 8 años una especie de bisagra?

Sí, pero en realidad la música folclórica desde muy chica me gusta y me moviliza. Y cuando estaba en la adolescencia conocí el trabajo de Leda Valladares y fue muy importante en cuanto a sus recopilaciones, por lo que allí supe que la copla iba a estar ahí presente, que iba a ser un punto de partida para mi.

¿Cambió tu vida desde que te fuiste a vivir a Salta?

Sí, cambió mucho. Porque yo viví cuarenta años en Capital Federal, en el epicentro del caos, y me fui a vivir a un lugar totalmente distinto, al campo, a una zona rural. Para mi fue un cambio muy grande que me costó mucho al principio, pero luego le fui tomando el gusto y ahora me cuesta ir a Buenos Aires, ya que vivo en un lugar muy lindo, muy tranquilo y también muy inspirador. Salir de gira se complica, sí, pero igualmente yo estoy todo el tiempo en movimiento. Voy a Buenos Aires a tocar, a ver a mi familia, a ver a mi hija mayor (Alma, 26 años) que está en Capital, también a mis padres por supuesto. Vengo mucho, pero cuando puedo me quedo en Salta que me gusta también.

¿Te gustó cómo salió este show en Olavarría?

Sí, me encantó. Quedé muy conmovida, porque este es un momento muy especial y el trabajo que hicieron las chicas de Vibra el Aire, en cuanto a producir una fecha así es todo un sacrificio, con mucho esfuerzo y mucho amor. Así que es algo a lo que le doy muchísimo valor, porque como artista independiente y de autogestión mi marido es mi productor y sabemos lo que es. El también produce a otros artistas y sabemos cómo es ese trabajo, cómo cuesta hacerlo, y hoy día más todavía. El hecho de que la gente haya venido y acompañado el proyecto de Vibra el Aire, un jueves, es importante en esta época en la que hay una crisis tremenda y todos la sentimos. Para mi tiene gran valor y como artista es una posibilidad muy grande de devolver con música todo lo que siento que la música me dio, y esta posibilidad de compartir con la gente es única. Me siento una privilegiada por hacer lo que hago y por vivir de lo que hago. Son consciente de un montón de cuestiones, y esto pasa especialmente porque creo que por venir de una familia de músicos y ver lo que ha pasado en Olavarría, es una bendición.

Te jugaste políticamente, porque el miércoles estuviste en la plaza durante los actos por la definición del tema aborto...

Sí, estuve en la plaza, en Capital Federal. Con el pañuelo color verde. Yo creo que hay que respetar a todo el mundo y cada uno tiene su línea de pensamiento, pero a mi me toca muy de cerca todo lo que pasa con la mujer. Son problemáticas complejas y también comencé a sentirme con esa responsabilidad de mujer, por mi historia y por lo que me fue pasando, y por vivir en una provincia donde pasan cosas tremendas. Salta es una provincia con mayor índice de femicidio de la Argentina, con mayor violencia de género, hay cuestiones que están naturalizadas y la sociedad sigue empeñada en mirar para otro lado, en barrer debajo de la alfombra y hay esa doble moral y esa hipocresía que una no puede seguir avalando. Además, ahora que soy mamá de una niña que ha sufrido mucho y las cosas que le pasaron fueron tremendas, una se replantea un montón de cosas. Salta es una provincia que más necesita esta ley, porque las cosas que suceden soy fuertes y dolorosas, por lo que hay que dejar de naturalizar y hacer de cuenta que nada pasa. Me siento con ese compromiso y comienzo a encontrar el por qué de llegar a un lugar como Salta, que es maravillosa y tiene cosas lindas, pero también tiene cuestiones que están muy marcadas, así que hay que luchar por el bien de las nuevas generaciones. Ya pasamos muchas, así que hay que laburar por un cambio de paradigma. Que muchas generaciones se estén juntando, es increíble. Lo de las mujeres hermanadas es real, y a partir de este movimiento se empiezan a movilizar muchas cosas. Ahora no hay una vuelta atrás. Hay mujeres músicas organizadas que piden por una ley que nos incluyan en la grilla de los festivales de todos los géneros, porque las mujeres casi no tocamos en los festivales, no existimos y en Salta directamente no tocan en los festivales. Creo que es un momento increíble y muy importante el que estamos viviendo.