Silvana Melo

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Hace casi cuarenta años que Héctor Trebucq pisó por primera vez el Hospital Municipal. Cuando Héctor Cura era un médico fundacional, estaba lejos de trepar al nombre y él, Trebucq, era un residente entre los demás. Hoy es decano de la flamante Facultad de Medicina de la Unicén, una gema en el corazón de Olavarría donde se forman profesionales de la salud con orientación social, con una mirada integral del ser humano en su ambiente y en su contexto. Una formación sanitarista, con el sello de Ramón Carrillo, el icónico primer ministro de salud de la historia, que justamente se erigió en el gobierno de Juan Domingo Perón.

En este contexto, la facultad mantiene con el Municipio una "muy buena relación institucional" y con el Ministerio de Salud de la Nación, "una excelente relación". Para el decano, "Ginés es el Carrillo actual. Es la persona necesaria en este momento, en esta crisis sanitaria y alimentaria".

Hector Trebucq nació en La Pampa, en General Acha y se crió en Bahía Blanca, por esos avatares de los padres ferroviarios, ajenos a los niños desde hace ya varias décadas. La carrera de Medicina lo llevó a La Plata, la residencia a Olavarría y la otra residencia, en terapia intensiva, a Corrientes durante tres años. "Volví en 1989 y me instalé en Olavarría. En ese año abrimos con Eduardo Seillant, Guillermo Paoletti, el Negro Ordóñez, el Tano Macaluso y Pablo Améndola el servicio de Terapia Intensiva con la ayuda de Héctor Cura que nos desplegó todo el apoyo económico del Hospital".

Treinta y un años atrás la única terapia intensiva que existía en Olavarría era la de María Auxiliadora. La segunda fue la del Hospital Municipal.

-¿Siempre estuvo presente el germen de la facultad de Medicina de Olavarría paralelamente a toda su carrera personal?

-Fui instructor de médicos residentes durante 15 años. A su vez estuve en la Dirección de Docencia e Investigación del Hospital. A partir de ahí, la Dirección Adjunta del Hospital en dos períodos, la residencia, la actividad educativa y mientras empezaba a apuntar hacia el proyecto concreto de una carrera de Medicina.

-En medio de la búsqueda de una carrera en la universidad pública se chocó con intentos como el de Maimónides, por ejemplo, una idea peregrina de Helios Eseverri de traer Medicina a través de una universidad privada...

-Por supuesto, yo estaba en contra absolutamente; tuvimos grandísimas discusiones con las autoridades municipales, con los concejales, y yo en ese momento dejé el proyecto terminado y no me quise hacer cargo de nada que tuviese que ver con la Maimónides. Yo era muy defensor de la universidad pública y teniendo la Universidad Nacional del Centro en esta región traer un proyecto privado me parecía un desatino, no coincidía con eso, hasta que Eseverri vio que no era un proyecto lógico, lo bajó y me convocó para desarrollar la propuesta dentro de la Unicén. En el año 2004 empezamos con Enfermería y en 2006 con Medicina. Es decir que llevamos 16 años de Enfermería y 14 de Medicina. Tenemos más de 500 graduados, con record de inscripción. Somos la facultad dentro de la Unicén que más inscriptos e ingresantes tiene. Tenemos unos 480 inscriptos entre las dos carreras. Hay poco desgranamiento en Medicina y un poco más en Enfermería. El ingresante en Enfermería habitualmente es un estudiante que trabaja. A veces nuestra carga horaria es muy amplia y eso impide poder seguir trabajando. Entonces dejan. También sucede que hay un título intermedio profesional de Enfermero al tercer año, que habilita a trabajar y no siguen hasta el quinto que es la Licenciatura.

-¿Cómo definiría la orientación de la formación de profesionales de la salud en la facultad de Ciencias de la Salud de Olavarría?

-Cuando me encargan el proyecto, en los 2000, investigo qué se hacía en el mundo con la formación de médicos y enfermeros. Me encuentro con programas muy innovadores en Canadá, en Escocia, en Holanda y en universidades de Chile, Brasil y Uruguay, con proyectos curriculares más integrales, más orientados no sólo al enfermo sino también a una comunidad sana, a ver los modos, condiciones y estilos de vida de la sociedad, la cultura social. En nuestro país fueron pioneras las universidades nacionales de Tucumán y de Rosario, que empezaron a innovar sus programas. Hay 22 carreras de medicina públicas y 15 o 16 tienen estos programas innovadores que hacen mucho hincapié en lo social, en la comunidad, en lo sano, en lo humanístico, en la ética. Nosotros estamos enrolados en este grupo de facultades.

-Estamos hablando de la formación de médicos cuando la salud está en los portales informativos de la peor manera, manipulada y mal informada. ¿Cómo analiza este tiempo?

-Nosotros entre diciembre y marzo hemos tenido tres reuniones con el Ministro de Salud de la Nación como Foro de Facultades de Medicina del país. Las 22 universidades hemos sido convocadas. Es importante decir esto porque se desconoce: el rol social que tienen las Facultades de Salud debe ser aprovechado de otra forma y creo que se está comenzando a hacer. Nosotros hoy tenemos 1.300 a 1.500 estudiantes de salud entonces es inconcebible tener un chiquito no controlado, una embarazada no detectada, un adulto mayor no controlado; éste es el rol social que se pide y que defendemos como estandarte, como prioridad. Tenemos que tener un rol activo, de compromiso social con nuestras comunidades para mantenerlas sanas, para prevenir enfermedades y tratarlas cuando aparecen. Nosotros formamos parte de esta colaboración no sólo contra el coronavirus, sino para el control de niños, embarazadas, adultos mayores; para nosotros el compromiso social es prioritario.

-Es paradójico que las primeras planas sean para el coronavirus en un país donde hay centenares de casos de dengue e incluso muertes, donde hay rebrote increíble del sarampión y otras enfermedades acalladas y anónimas como el chagas, con las que hay que lidiar cotidianamente y no tienen prensa. ¿Qué rol tiene la facultad para visibilizar la realidad?

-Los sistemas de salud se montan de la enfermedad hacia adelante. Nosotros podemos hacer detección temprana de cáncer colorectal, de cáncer de cuello uterino, mamario, detección temprana de trastornos psicomotrices en los chicos, de la embarazada de riesgo, podemos trabajar en los controles de salud que son siempre preventivos, podemos trabajar en estas enfermedades emergentes o reemergentes como el sarampión, trabajar con el dengue o el chagas, podemos colaborar con el coronavirus. Con el dengue colaboramos con el desarrollo de larvitrampas, para detectar si teníamos el mosquito aedes aegyptis en la región.

-¿Qué médicos necesitamos y qué médicos está preparada para formar la Unicén, a partir de lo que decía Ramón Carrillo, que ante las tremendas realidades sociales, los virus como causas de las enfermedades son "unas pobres causas"?

-Son unas pobres causas... Y no ha cambiado porque Carrillo era un adelantado, hace 75 años dijo eso. A mí me enorgullece lo que decís porque nuestro centro de estudiantes, para que veas lo que hemos podido trabajar desde nuestra facultad, lleva el nombre de Ramón Carrillo. Esto habla del rol social de nuestros jóvenes, de nuestros estudiantes y de cómo se han compenetrado con nuestro modelo. Desde esta visión, todo lo que sea colaboración, promoción, asistencia, cuidados, es parte de la formación de nuestros estudiantes. Entonces hay dos concepciones. Una la tradicional, histórica, que es la formación de un médico liberal y otra del médico más social donde lo comunitario tiene mucho que ver. Nosotros estamos en esta segunda línea, en este nuevo paradigma, en una formación no ya de médicos sino de profesionales de la salud, esta formación tiene que estar vestida de lo social. El gran problema es el choque entre el sistema de formación y el sistema de trabajo o el sistema de salud, donde históricamente ha existido un divorcio entre el ministerio de educación y el de salud. Entre los sistemas de salud y los formativos. Estamos trabajando con educación para ver qué hago yo para que vos puedas utilizar y qué hacés vos para que podamos utilizar todos para que nuestra gente se beneficie. Se está trabajando para juntar la educación con la salud, que son prioritarias en nuestro país y más en los momentos de crisis.

-¿Se tiende a la integración del ser humano para evitar en lo posible cortarlo en pedacitos y acudir al nefrólogo, al hematólogo, al otorrinolaringólogo, al gastroenterólogo y después al psicólogo porque tu dolor también tiene que ver con tu contexto socioambiental?

-No tengas dudas, ahí también están chocando dos paradigmas: el positivismo y la complejidad. El positivismo lo que hizo en ciencias de la salud fue fragmentar la salud en medicina y fragmentar la medicina en órganos y sistemas. Y quien enseña en forma fragmentada produce aprendizajes fragmentados y elecciones fragmentadas de superespecialidades y yo siempre digo que va a aparecer la especialidad de otorrinolaringólogo del oído derecho, porque ya no va a ser ni de los dos oídos. En cambio la integralidad es lo que emerge de la representación del paradigma de la complejidad o de la integralidad. Nosotros hablamos de la integralidad mediante la integración curricular, mediante las estrategias de integración como es el aprendizaje basado en problemas, si vos arrancás desde un problema, si ves una persona sana o enferma, no la pensás de a partes, no es un montón de órganos que forman un cuerpo sino una persona desde un contexto familiar, social y cultural, que tiene que ser abordada integralmente. Hemos reducido la medicina a una ciencia biológica, la enfermedad como un desorden del organismo. Contra esta concepción, está la integralidad, la complejidad, donde nosotros lo que hacemos es participar con estrategias y con integración para que nuestro estudiante salga con la concepción más integral. Y yo te aseguro que eso se ve en nuestros graduados que quieren hacer su residencia. Hoy el 70 % de los residentes médicos y enfermeros graduados de nuestro municipio está en el sistema de salud de Olavarría y se nota la diferencia con los formados en facultades más tradicionales. Me lo dicen los profesionales.