"No hay que motivar a un chico, el chico ya está motivado", dice Lucerito Santiago para terminar de redondear el título de esta nota. Ella lo saber perfectamente porque su camino hacia la ciencia comenzó en la infancia cuando sus padres pusieron en sus manos la posibilidad de un mundo nuevo. Después su curiosidad y también su perseverancia hicieron que la ciencia se convirtiera en su forma de vida. 

La bióloga olavarriense, que actualmente se desempeña en el Museo de las Ciencias, recuerda que tenía "13 años o más" cuando le regalaron un juego de química "en el que tenías que hacer experiencias" y un set de espía "que tenía una almohadilla, un lápiz de tinta invisible con el que escribías tus mensajes y luego con una luz ultravioleta los descifrabas". Lo cuenta y se ríe porque algo de eso se vincula, muchos años después, con el espacio que pronto comenzará a funcionar en el Museo de las Ciencias en los próximos días (ver aparte). 

"No sé qué fue primero", dice cuando la pregunta tiene que ver con qué si sus padres vieron algo en ella, un interés especial en los procesos científicos. "Lo que se podía compartir era para mi hermano y para mí. Pero creo mucho en todo lo que como padre quiere uno incentivar o pone energía en su hijo y su hijo la recibe. Como buena hija acaté...", afirma y vuelve a reír, algo que será constante durante toda la entrevista. La risa y la ciencia, en su caso, van de la mano.

"Esa curiosidad, ese entusiasmo ya lo tenía por ese tipo de juegos y después hice un curso de buceo, a los 13 años. Ahí me encantó y motivé a toda mi familia", quienes también lo realizaron. Fue en ese momento donde pensó en estudiar "algo que tenga que ver con el mar". Para estudiar Biología Marina se fue a Mar del Plata. Al terminar su carrera pasó un año en Buenos Aires y luego de nacer su hijo decidió regresar al ciudad. 

"Cuando estudiaba mi idea era volver a Olavarría, no me imaginaba viviendo en otra ciudad, pero no era compatible con lo que quería hacer. Pero estoy acá y le encontré un poco la vuelta", dice riéndose. Al poco de llegar comenzó a trabajar en La Máxima y tras un año, cuando se inauguró el Museo de las Ciencias, empezó a trabajar allí. 

Sobre el final de su carrera se dio cuenta que no quería dedicarse a la investigación. "El sistema es muy competitivo con mis pares. Al principio me metí, pero eso se terminó de definir con mi hijo y cuando me vine a Olavarría. Dije: 'voy por otro lado y este desafío de tener que montar un museo', que si bien no era mi área, me encantó. Ahí conocí otra parte, lo que tiene que ver con la divulgación".

"Me sorprendo de mí porque lo tengo como forma de vida, en todo soy así", explica con respecto a la Ciencia y supone que "tenés que tener ciertas características como ser curioso. En mi caso la naturaleza me motiva y me genera intriga, averiguar, pero lo aplico en mi vida cotidiana. Trato de comprobar cada cosa que hago... ya sea una torta... en un montón de cosas". Aunque, por las dudas, aclara: "No es una obsesión...", y otra vez no puede evitar la carcajada plena.

De científica a museóloga

"Fue un súper desafío, pero me gustan los desafíos" asegura, y describe el camino que la llevó a ocuparse del armado general del Museo de Ciencias. "Quería hacer bien las cosas y puse toda mi energía con lo que sabía para meterme en un mundo que para mí era desconocido". Siempre, señala, "conducido y gestionado por las áreas municipales que tenían el conocimiento. Así empecé generando, sin darme cuenta, muestras museográficas" en las salas.

"Era todo un descubrimiento, porque en arte hay mucha cantidad y funcionan de esa manera, pero en ciencia no. Ahí me encontré con otro obstáculo porque no hay oferta o disponibilidad en donde uno dice contrato ésta y después armo todo un cronograma mensual donde van cambiando las muestras. Frente a ese problema comencé a generar otras". Así surgió la muestra de Geología con que la que se pudo conocer la historia de los recursos del suelo y cómo las empresas hacen su proceso de producción en Olavarría. 

Luego llegó la sala de juegos para chicos y dice que en eso mucho tuvo que ver su hijo. "Me encontraba con un nene chiquito y pensaba dónde lo llevo". Era una sala de juegos electrónicos o algo parecido. Pero ella buscaba un espacio educativo donde pueda divertirse "pero también aprenda". La Ludoteca, que es un espacio para chicos hasta 11 años, "pero donde también los padres se enganchan. Sin darnos cuenta nos volvemos a vincular con esos niños a los que llevamos y a su vez con lo que tenemos dentro porque te tentás y te ponés a jugar a la par". La Sala de Matemática ya estaba, donde había muchos juegos de estrategia, y se complementaba con la Ludoteca porque es un rango superior".

Para Lucerito Santiago fue pasar de científica a museóloga, algo que se verá reflejado en su currículum cuando termine la Maestría en Museología. 

El científico y la divulgación

"Al científico se le pide que haga divulgación, pero hoy en día está como más desglosado, y por un lado está el investigador, que es el que genera esa información con nuevas evidencias, y se publican sobre todo en revistas científicas. Con esa información se empieza a trabajar en divulgación, pero tenés como distintas formas", explica la bióloga olavarriense, y asegura que en el museo encontró un espacio donde "por suerte se acercan muchas familias y es un lugar de encuentro, que si bien uno puede ir a pasar un buen rato acompañado o hasta asociarlo con la diversión y pasarlo bien, que vaya aportando y dé un poco de conocimiento".

"Creo que siempre me interesó la divulgación, pero no tenía claro que me iba a dedicar a eso. Fue como que me fue llevando la vida y fui descubriendo mis gustos sobre la marcha. Aunque me iba comprometiendo no lo tenía pensado", afirma. 

Para ella la divulgación científica "va creciendo y la tecnología ayuda muchísimo a que se puedan difundir, hay muchas propuestas. Sobre todo la pandemia aceleró la virtualidad y una era digital donde tenemos que estar todos conectados y no tanto presencial quizás. En mi caso potenció mucho ese trabajo porque puedo hacerlo con distintos profesionales que no están en la ciudad, poder hacer cosas en conjunto e ir rotando para irnos retroalimentándonos".

Por otro lado menciona que "durante la pandemia muchos grupos de investigación tuvieron que cambiar sus rutinas y abocarse de lleno a dar soluciones a un problema mundial". Vacunas, herramientas y procedimientos para lograr detectar la enfermedad y "todo fue gracias al apoyo que permitieron que pudieron destinar su tiempo y sus investigaciones a un tema común por un bien social y por eso también la importancia de la divulgación".

"Con la pandemia se generó un grupo antifakenews que un poco se abocaba a desmentir algunas afirmaciones que se hacían y que confundían en cuanto a la información y a las investigaciones. Había muchos rumores o desinformación que llevaban mas miedo también. El grupo fue muy claro a la hora de transmitir y de divulgar toda la información". 

Ciencia con vinculación escolar

"El Museo tiene mucha vinculación con el ámbito educativo", cuenta, y señala que se trabaja mucho con los docentes. "Les acercamos mucha información que también siempre tratamos de acomodar con el diseño curricular. Sabemos qué es lo que se da en cada año y en cada materia, vemos cómo se pueden articular cada uno de esos contenidos, y les ofrecemos también actividades y propuestas concretas". 

"Hay una lazo muy fuerte con las instituciones educativas", ratifica, pero asegura que lo que se busca es que "no sea una réplica o un apoyo con otro material, sino tratar de buscar otras estrategias, motivar, de que empiecen a tocar, jugar o investigar desde otro lugar. Así que también un poco los docentes les decimos que si en lo posible pueden representar de una forma practica o lo más visual posible una teoría o un contenido mejor", porque muchas veces es más fácil de guardar en la memoria lo que uno ve". 

Desde su experiencia afirma que "no hay que motivar a un chico, el chico ya está motivado. El niño de por sí tiene energía y el adulto lo que quiere todo el tiempo es aplacarlo". Por eso mismo, para la bióloga "cualquier niño es científico por naturaleza".

"Me encanta mirar a los niños, hay que aprender de los chicos. Obviamente la vida te da experiencias y si está abierto a eso va a aprender, mejorar o incorporar todas sus vivencias, pero si estás abierto no te vas a poner a frenar todo. Vas a estar mas abierto a lo que los niños dicen. A los chicos hay que incentivarlos o estimularlos", añade.

Ella siente que en sus charlas en el museo los chicos se liberan y "si los veo medio vergonzosos les digo que todo lo que se les ocurre está bien. Es estimular que se animen a hablar, a que tengan confianza; una vez que la tengan, después se los puede conducir un poco", concluye.

Un misterio en el laboratorio

"Escape Ciencia es una sala de escape con contenido científico" dice Lucerito Santiago sobre la nueva propuesta que se podrá visitar en el Museo de Ciencias a partir de agosto y luego explica que "el objetivo es democratizar el conocimiento y acercar la ciencia a la sociedad que quizás habitualmente no está en contacto diario con con ciertos temas y que no por eso dejan de ser de gran interés".

"Está destinado adolescentes y va a haber días puntuales para ofrecerlo al público, a las familias" dice sobre el juego y prefiere revelar muy pocos detalles sobre el desarrollo y las cuestiones que los participantes deberán ir resolviendo.

Para ello tendrán que trabajar en equipo poniendo a prueba su ingenio y conocimiento resolviendo distintos enigmas a través de diferentes pistas. los contenidos serán multidisciplinarios, haciendo referencia a las Ciencias Sociales, como la Arqueología y Antropología, Ciencias Exactas y Naturales, como la Biología, Matemática y la Paleontología. Para resolver el enigma que propone el juego tendrán 45 minutos.