Otra vez el tema de la coparticipación federal fue una idea-fuerza central en el discurso de un gobernador bonaerense. Esta vez fue Axel Kiciloff quien se quejó de la inequidad de la distribución. Antes había sido María Eugenia Vidal, quien llegó a la Justicia por un rato hasta que Mauricio Macri la hizo desistir de la demanda. Habida cuenta que una solución política no sería viable por el mismo egoísmo del resto de las provincias, ¿por qué no comenzar a pensar en una salida a la catalana (separatismo) o un brexit bonaerense para ponerle fin a este calvario financiero provincial?

Desde que Raúl Alfonsín pactó con su gobernador Alejandro Armendariz la gobernabilidad con el resto de las provincias a cambio de que Buenos Aires cediera unos 6 puntos de su coparticipación para repartirlos entre todos los estados federales, la Provincia nunca más pudo reponerse.

Sólo empardó ingresos y egresos y pudo equilibrar sus cuentas con el Fondo de Reparación Histórica que Carlos Menem le cedió a su molesto compañero de fórmula, Eduhardo Duhalde para exiliarlo fuera de la Rosada. Fueron 640 millones de pesos-dólares anuales que luego, con el abandono de la convertibilidad y la devaluación terminaron siend moneditas.

El reclamo de Axel Kiciloff, como lo fue también el de María E. Vidal es completamente genuino, solo que no conduce a ninguna parte si se pretende construir por vía política o judicial una nueva coparticipación. Se sabe que para ello se necesita como conditio sine qua non el acuerdo de todas las provincias y solo bastaría con una disidencia para tumbar cualquier pacto. Un reclamo judicial, por otra parte, sería eterno y requeriría más tiempo que la condena a Menem por la venta de armas a Croacia y Ecuador.

Para que nuevamente el reclamo de Kiciloff no caiga en el arcón de los gestos políticos pour la gallerie es necesaria una medida más contundente, quizás se debería amagar con una propuesta a la catalana para después ver cómo negociar.

La Provincia aporta un 38 por ciento del erario nacional y recibe por menos de la mitad. Entonces,una eventual decisión de Buenos Aires de plantear su autonomía sería prácticamente letal para el resto de las provincias y eso obligaría a sus representantes a ser más generosos a la hora de negociar.

Kiciloff también cargó contra el centralismo porteño (apuntándole a Larreta, quizás), aunque por una cuestión política minimizó el peso del resto del país en esta distribución desigual. De todos modos dio algunos datos interesantes como por ejemplo, que "la suma de los presupuestos de todos los municipios de la provincia dio 380.000 millones de pesos el año pasado. El presupuesto de la ciudad de Buenos Aires fue de 350.000 millones de pesos en 2019. Son 3 millones de habitantes en la ciudad. Son 17 millones de habitantes en provincia", sostuvo

Volviendo, aquella cesión de Armendáriz para que Alfonsín pudiera comprar la paz con los gobernadores peronistas fue quizás el pecado original de gran parte de los males provinciales. Frente a la intransigencia del resto de los estados federales para poner un poco más de equidad a la distribución ¿qué otro camino queda que la de amenazar con brexit bonaerense o una salida a la catalana para resolver esta situación tan injusta?. El tema sigue en ciernes, tocado apenas con un dedo, como se palpa el calor de una plancha para luego retirarlo rápidamente. Pero merece ser incorporado a la agenda de cada municipio de la Provincia para poder entender lo que nos pasa, por qué nos pasa y cómo impedir que siga pasando.