Rodrigo Fernández

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El objetivo es simple: que los chicos, cuando sean adultos, no pierdan la pureza pero además que la creatividad sea una herramienta con la que puedan contar para la vida. En un mundo donde cada vez más se piensa en el poseer, el Taller de Arte Alhué es un oasis. Un espacio donde la mancha de pintura, las risas y el movimiento son actos artísticos.

Nacido como un proyecto de cuatro amigas, hace más de 15 años que los chicos tienen un lugar donde poder expresarse. Porque la libertad es lo más importante en el taller, que actualmente funciona en el Espacio Cultural Independiente Insurgente, que coordinan las profesoras Gabriela Niebla y Natalia Ferreira. Es de Artes Plástica y de Prácticas del Lenguaje y Literatura, respectivamente.

Haciendo lío

"Como todo taller de Arte para chicos es un lío", dice Gabriela Niebla. Charlamos en un espacio donde el silencio sólo se interrumpe por nuestras voces pero por la emoción que muestra el rostro de la profesora debe ser cierto.

"Tienen lápices, pinceles por todos lados, dibujos que se están secando o pedazos de textos que se usaron para una actividad, la mesa manchada de pintura", describe y como si eso fuera un valor agregado del Taller Alhué afirma que "es lo que nos gusta ofrecer porque a veces en casa no se puede hacer ese lío y los invitamos a los chicos a que puedan sentarse, expresarse como quieran"

"Nuestro taller también son gritos, pedidos y risas", explica y agrega que "tiene como esa cosa explosiva cuando trabajás con chicos sobre todo en lo que tiene que ver con el arte".

Alhuè comenzó un poco de casualidad cuando cuatro amigas, dos casi recibidas de profesoras de Literatura y otras dos casi docentes de Plástica decidieron hacer que ese proyecto que venían tramando empezara a tomar forma. "Qué bueno si pudiéramos hacer un taller para chicos", decían aunque primero pensaron que había sido un "comentario pavo". Pero pocos después las amigas decidían llevarlo adelante.

"En Artes Visuales nos preparamos para trabajar con todas las edades pero es más natural toda la actividad artística en los chicos porque está más presente".

En un principio la franja de edad era amplia pero luego fueron dándose cuenta de que "el grupo se fue acotando de acuerdo a las necesidades, a los que nos iba gustando".

"A lo largo de 15 años fuimos cambiando la dinámica, los grupos, las edades, como lo organizamos" pero además en el camino dos de las que comenzaron abandonaron el proyecto por cuestiones personales. Así fue como quedaron dos iniciadoras desde hace 7 años.

Moverse, salir, crear

"Nos gusta estar en otros espacios y dialogar con otras propuestas culturales", cuenta Gabriela Niebla y señala que actualmente el taller funciona en el Espacio Cultural Independiente Insurgente "pero una vez por mes o cada dos meses tenemos una propuesta de salir y llevar nuestro taller a otro lugar".

La profesora explica que este tipo de actividades "enriquece a los chicos y también enriquece a las otras propuestas" y como ejemplo cuenta que hace pocos días visitaron la muestra de Daniel Fitte en el Centro Cultural Hogar San José y luego de ello los chicos realizaron diversos trabajos que serán parte de la devolución al artista de Sierras Bayas sobre su obra.

"Está bueno como artista porque una obra que uno la piensa y tiene distintas devoluciones y cómo los chicos se conectan con eso me parece muy rico", asegura.

Dentro del taller las "propuestas generalmente utilizan técnicas de la Literatura y del Arte Plástico pero no se busca que adquieran la técnica sino que sean como canales para desarrollar la creatividad". Más que nada "jugando y resolviendo cosas para desperar la creatividad y la imaginación", cuestiones que "son necesarias para la vida en general", dice Gabriela Niebla y menciona que "una persona creativa no se aplica sólo al arte. Una persona que es creativa tiene muchísimas más herramientas para moverse en la vida". Es por ello que "no importa la técnica en el taller".

Las propuestas "siempre se vinculan con lo plástico y la literatura. Puede ser que comience siendo algo literario y derive en algo plástico o al revés", explica. "Trabajamos también con propuestas de hacerlos vivir a los chicos una historia o un cuento o una aventura donde son los protagonistas.

Actualmente se dedican a trabajar con grupos de 7 a 12 años ya que "nuestras ideas y nuestra manera de trabajar apunta hacia ese lugar".

Artísticamente influenciables

"Nos pasa de todo, lo mismo que a los chicos", dice en referencia a qué les sucede a las docentes en las clases del taller y describe que "nos ponemos como ellos porque somos nosotras gritando con ellos, haciéndoles chistes, chorreando la pintura, haciendo ruido. Es como un poco revivir cuando eramos chicos y hacíamos todas esas travesuras. Es un poco volverse niños, es maravillarse con esos momentos de creatividad. Esa cosa fresca y genuina que tiene la producción de un chico" y reconoce que le resulta bastante atractivo "porque es algo que me gustaría mantener a mí".

"No perder de vista eso que le pasa a los chicos cuando hacen una obra", afirma y comenta que esas cuestiones influyen en su propio trabajo como artista plástica.

Si bien "no tenemos registro de que hayan ido a Artes Visuales sí son chicos que se han dedicado a lo que tiene que ver con lo creativo", comenta y agrega que muchos han desarrollado esa faceta "aunque no todos para vivir porque es complejo. Pero todos lo han desarrollado y se acuerdan de su paso por el taller".

Ser docente

A Gabriela Niebla le gustaba el Diseño Gráfico "pero me metí en Artes Visuales para seguir la carrera y en el primer año me gustaban más las materias del Profesorado". Pero cuando llegó se dio cuenta de que para aprender esas técnicas descubrió "que me gustaba enseñarlo".

"De chica no era la típica nena que jugaba a la maestra, sí hacia muchas actividades creativas" aclara y menciona que descubrió que "estaba bueno el taller o la educación plástica en la escuela y eso me llevó para ese lado". Así fue como salió de Artes Visuales como docente.

"Hay que encontrarle a veces la vuelta para el Arte y la educación", dice y aunque "es momento complicado lo sigo disfrutando mucho".

Hace pocos años comenzó a darle espacio a su propia carrera como artista y notó cómo se empiezan a fusionar sus espacios de artista con la docente. "Todo lo artístico se empieza a meter en mi parte docente y entonces uno empieza a hablar desde otro lugar", afirma.

"Llega un momento donde uno se empieza a peguntar si es importante aprender la técnica o lo que aprendieron en el camino" ya que "uno tiene una mayor lucidez". De esta forma elige enseñar que "hay un montón de caminos para resolver las cosas".

"Me encantaría que puedan aprehender para su vida como adultos. Darles herramientas para un mundo que es bastante hostil" y menciona que "cuando uno es joven tiene cierta lucidez de lo que le gustaría ser y cuando uno empieza a ser grande a veces se olvida. Entonces uno pone en esas cosas el acento desde el Arte".

Si bien marca la diferencia entre el taller y una institución educativa señala que "todavía se le puede encontrar la vuelta", a pesar de que hoy día parece que lo que importa "es un número o cumplir con un papel o que el chico sepa tal o cuál contenido".

Al Taller de Arte Alhué llegan chicos de todo tipo pero hay unos muy especiales. Son aquellos que no se pueden quedar quietos, que se levantan todo el tiempo, que preguntan, que curiosean. Esos muchas veces son los verdaderos motores "de las cosas que suceden" y se ríe fuerte cuando reconoce que "esos chicos nos encantan".