Este lunes se cumplen diez años del intenso temporal que se abatió un día como hoy pero de 2011. Eran las 16 horas y si bien el Servicio Meteorológico Nacional establecía probabilidad de lluvias con vientos fuertes nada hacía presuponer lo que pasaría minutos después sobre la ciudad.

El temporal estuvo acompañado por vientos cercanos a los 100 kilómetros la hora con ráfagas a velocidades superiores y abundante granizada.

La intensidad fue sufrida en mayor medida en Parque Arano, barrios La Candela, Nicolás Avellaneda, San Vicente, Villa Floresta, Microcentro y parte de Pueblo Nuevo, Luján y Mariano Moreno.

Debido a la alarma generada en toda la ciudad se improvisó un comité de crisis integrado por funcionarios municipales, Bomberos Voluntarios y efectivos del Regimiento, quienes participaron coordinando sus fuerzas con personal de Coopelectric. "La situación era anormal totalmente", había dicho el comandante Raúl Ferreira.

La ciudad se quedó sin energía eléctrica, sin teléfonos ni agua. Las primeras tareas en la vía pública apuntaron a alejar el peligro representado por innumerables cables cortados que estaban sueltos.

Algunas escenas trajeron reminiscencias de los recuerdos lejanos de las inundaciones, porque la mayoría de los vecinos salieron a las calles una vez finalizada la tormenta. Algunos para charlar sobre sus sensaciones en los momentos más intensos; otros para tratar de ayudar en lo que hiciera falta; y la mayoría para cambiar impresiones sobre lo sucedido.

De la intensidad de la tormenta tampoco pudo escapar uno de los añosos eucaliptos de gran porte, ubicado en el Parque del Bicentenario a metros de Brown y Hornos.

En algunos puntos de la ciudad, los vecinos optaron por señalizar con trapos los cables cortados que atravesaban las calles para que los conductores de vehículos pudieran eludirlos sin riesgo.

Producto del siniestro natural, cinco autos sufrieron las peores consecuencias bajo el monte del por entonces Zoológico La Máxima, entre ellos el vehículo oficial del Municipio que trasladaba a funcionarios que habían participado de una actividad en el lugar.

Distintos techos de instituciones locales, como el Teatro Municipal y los gimnasios del colegio Estrada y del Instituto Nuestra Señora del Rosario, o de empresas, en el Parque Industrial o en la sucursal de Carrefour, ubicada sobre avenida Del Valle, fueron volados casi en su totalidad. Incluso los techos de la Intendencia también fue alcanzada por la vorágine producida por el meteoro.

Alrededor de las 21 fue restablecido, luego de algunos intentos fallidos desde las 20, el servicio de energía eléctrica en el sector del microcentro. En ese momento, los usuarios de telefonía celular que eran clientes de Personal pudieron retomar el servicio. A esa hora se produjeron las colas en estaciones de servicio que habían interrumpido sus tareas debido al corte de energía.

En unos pocos minutos el temporal arrasó con los frutos de años de trabajo, derribó esperanzas construidas trabajosamente a través del tiempo. Al menos once personas resultaron con heridas leves y golpes en distintos sectores de la ciudad.

Al otro día no hubo clases en todos los niveles de la planta urbana y se multiplicaron las tareas para reconectar el servicio eléctrico y de agua potable en varias de las zonas de la ciudad.

Meses después, la doctora en Ciencias Meteorológicas María Luisa Altinger dialogó con El Popular y recordó que "los daños que ocurrieron el 29 de noviembre en Olavarría se debieron al pasaje de una tormenta severa que generó un mesociclón que, a su vez, produjo vientos superiores a 150 kilómetros por hora".

En ese momento, la ciudad estuvo "metida" dentro de una nube. "Exactamente fue así, Olavarría estaba dentro de la trayectoria de la nube de tormenta; el mesociclón hizo mucho daño en un ancho de aproximadamente 3 kilómetros", observa la doctora Altinger, después de haber ingresado el fenómeno local a su archivo de datos.