Apuntes sobre la vacuna antivariólica - (Nota III)
En el marco de actual la pandemia de coronavirus y de la 19ª Semana de la Vacunación en las Américas, que se celebró entre el 25 y el 30 de abril, se publica la tercera parte de un trabajo del Dr. José Sellés Martínez sobre la historia de la primera vacuna, la antivariólica, que luego de 200 años de ser creada erradicó a la viruela.
Pero no sólo la vacunación a cargo de Jenner ha sido llevada al arte. Muchos cuadros realizados en el siglo XIX reproducen episodios de vacunación a cargo de otros profesionales de los cuales también se han seleccionado algunos como referencia. La obra de Constant-Joseph Desbordes (1761-1827) muestra al médico francés Jean Louis Alibert (1768-1837) practicando la vacunación. Desbordes es uno de los fundadores de la dermatología, disciplina que ejerció en el Hospital Saint-Louis, en Paris, y escribió dos obras referidas a sus observaciones durante la práctica hospitalaria y al planteo de una clasificación de las afecciones de la piel. Las vacas que pastan en el prado, al fondo de la composición, recuerdan el origen del procedimiento de inmunización.
La obra de Louis-Léopold Boilly (1761–1845) denominada "Un hombre vacunando a un niño sostenido por su madre y observado por los miembros de la familia" o simplemente "La vacunación" es un magnífico ejemplo del ambiente de expectación que debe haber rodeado en la época cada episodio de vacunación, sobre todo cuando se trataba de niños de corta edad.
En la obra "Vacunación de niños contra la viruela" de Vicente Borrá y Abellá (1867-1945) pintada hacia 1898, el ambiente cambia radicalmente. La escena sale del ámbito hogareño en el que la familia es protagonista del evento y se traslada a un espacio público, posiblemente un hospital (obsérvense la botella de suero y la vitrina con instrumental sobre el borde izquierdo del cuadro). El artista muestra ahora un médico practicando la vacunación en un grupo de niños, acompañados sólo por sus madres. Si bien la obra pertenece al Museo del Prado, Madrid, se exhibe en el Museo Municipal de Málaga y, curiosamente, en su descripción oficial se menciona que en el primer plano "se distingue parcialmente un caballo utilizado para mantener activos los virus.", cuando en realidad se trata de una vaquilla.
Con el paso del tiempo la vacunación se hizo obligatoria, práctica que se hizo aún más rigurosa al intensificarse los movimientos migratorios característicos de la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX. Muchos medios de comunicación (revistas, periódicos) se hacen eco de estas actividades y reproducen escenas de la vacunación compulsiva de los migrantes. La ilustración titulada "Vacunando a los pobres" se asocia a la epidemia de 1872 en Nueva York y representa a un grupo de personas de diversos orígenes y escasos recursos observan con curiosidad como un joven, con su brazo tatuado, es inoculado por un miembro del cuerpo de sanidad en la Estación de Policía de la ciudad.
El influyente periódico neoyorkino Harper´s Weekly publicó a principios de 1883 un dibujo de William Allen Rogers (1854-1931) titulado "Servicio de control de los inmigrantes" que ilustra a un médico inoculando a un niño en brazos de su madre a bordo del tren, mientras otro de los pasajeros observa con curiosidad la marca que le ha quedado en el brazo.
En ocasión de la epidemia de viruela que afectó a Sidney en ese año, la ilustración publicada el 27 de Julio 1881 por el periódico Illustrated Australian News de Melbourne, cuyo título es "El temor de la viruela-precauciones fronterizas- ¿Alguno tiene viruela?" muestra a un guarda interrogando a los pasajeros. La misma imagen se publicó poco después, el 6 de agosto, en el periódico Sidney Mail, de esa ciudad, con el título "Escena en la Estación de Ferrocarril de Albury. ¿Viruela en este compartimento?", circunstancia que permite suponer que ambos periódicos compartían parte de sus materiales, pero en ninguno de los dos casos se hace mención del autor del grabado.
El aumento de la población en las grandes ciudades y la aparición contínua de episodios epidémicos lleva a la construcción de hospitales de acuerdo a las normas de higiene y sanidad que se van imponiendo con fuerza en la segunda mitad del siglo XIX. "Sala en el Hospital de Viruela de Hampstead con pacientes y enfermeras" se publicó en 1871, en el periódico Illustrated London News y en él puede verse la importancia dada a la iluminación y la ventilación de las salas en un hospital construido en el área de Hampstead (Londres) con motivo de la epidemia de viruela del invierno de 1870-1871.
El tono satírico que en siglos anteriores presentaban obras como "Los médicos de la Peste" es retomado también con el tema de la vacunación. Así lo atestiguan numerosos grabados coloreados muy populares durante el siglo XIX que reproducen diferentes escenas como alegorías del origen de la vacuna, las campañas itinerantes de vacunación o escenas de vacunación, siempre en tono de burla. Jean Louis Argaud de Barges (1768-1808) fue un dibujante e impresor que realizó numerosos grabados coloreados sobre el tema. En el titulado "La vacuna en lucha con la Facultad" simboliza la vacuna, representada por una vaca, combatiendo a quienes se oponían a ella, representados por un burro ataviado con ropas académicas.
En la extensa colección de impresos del Barón Carl de Vinck (1859-1931), que es actualmente patrimonio del Gabinete de Estampas de la Biblioteca Nacional de Francia existe mucho material referido a la vacunación. Dos aguafuertes, de las que no se cuenta con datos de autor ni fecha, presentan distintos aspectos del tema en tono satírico. En la titulada "El origen de la vacuna" puede verse como un personaje ofrece a otro el material raspado de las pústulas de la vaca, mientras un tercero inspecciona con una lupa el brazo de la lechera, que lleva sobre sus hombros el yugo utilizado para transportar los baldes de leche. No es claro el significado del barco que se hunde, pero sin duda debe hacer referencia a algún negocio que la vacuna llevaría a la quiebra. La lámina que lleva por título "La vacunación a la moda" contrasta por su espíritu burlón con las escenas de vacunación en el ámbito familiar que se han presentado unos párrafos más arriba. En ella, una mujer embarazada contempla emocionada, con una mano apoyada sobre su corazón, como su hijo pequeño es vacunado por un médico algo estrafalario, mientras su ayudante distrae el niño con una marioneta.
En la estampa correspondientes a "La vacuna en viaje" se satiriza a los (¿falsos?) médicos que, a bordo de un carruaje, pregonan la llegada de la vacuna, anunciando que ellos la administran, así como muchas otras medicinas que se enumeran en el pliego que cuelga de la mano del personaje de pie sobre el carruaje. El dibujante propone un juego de palabras entre "dindonner" que significa "engañar" y "dindon" que significa "pavo", lo que explica la presencia de un pavo desplumado en las manos del personaje de la izquierda, sobre el carruaje, pronosticando que, probablemente, lo mismo le ocurra a los incautos que caigan en manos de los charlatanes. La versión en blanco y negro se ha modificado la escena del primer plano y se incorpora a otro personaje, que muestra otros grabados satíricos sobre el tema y que han sido también identificados en la colección de la Wallace Foundation.
Puede verse, a través de la selección de imágenes presentada en este capítulo, como la iconografía relativa a la vacunación ha incorporado como escena principal la relación familiar con el médico y como, a lo largo del siglo XIX, la salud pública comienza a ser una de las actividades claves a desarrollar por el estado, que establece campañas de vacunación compulsiva y gratuita y construye hospitales con criterios sanitarios innovadores. Si bien sólo se han presentado un par de ejemplos al respecto, es importante señalar también la evolución producida en esta época en la ilustración médica, que ve sus tratados y manuales enriquecidos con muy detallados grabados coloreados.
PARTE 2
De Galicia al mundo. La Real Expedición filantrópica de la vacuna
Poco tiempo después del desarrollo realizado por Jenner y ante los devastadores efectos que la viruela tenía en América, Francisco Requena, uno de los miembros del Consejo de Indias, propone a principios de 1803 que se realice una campaña de vacunación masiva. Se encarga un proyecto a José Felipe Flores, prestigioso médico formado en la Universidad de Guatemala que en ese momento se encontraba en España becado para realizar investigaciones. Entre las muchas dificultades que la iniciativa debía superar estaba el transporte del suero que en ese entonces sólo podía transportarse "en vivo" en las pústulas de los infectados (vacas o personas) o bien embebido en algodón y protegido entre vidrios sellados con cera, técnica esta que limitaba su duración a algunos días, pero que era imposible de utilizar en una empresa como la que se proponía.
El proyecto preparado por Flores contemplaba la salida de dos cuerpos expedicionarios, uno con destino a Veracruz (México) y otro a Cartagena de Indias (Colombia) Además, proponía que la vacuna se transportara en dos barcos rápidos, llevando algunas vacas infectadas de viruela, niños para realizar vacunaciones brazo a brazo y vidrios para conservar la vacuna. Carlos IV, soberano de España en ese momento, quién ya se había mostrado partidario de la variolización y la vacunación, apoyó decididamente la empresa. Una hija del rey, la infanta María Teresa, había fallecido víctima de la enfermedad en 1794, a los tres años de edad. Algunos autores señalan que fue su hija Luisa Fernanda, la que habría padecido la enfermedad, que le desfiguró el rostro, pero… en ningún sitio de los que describen la descendencia de Carlos IV y su esposa María Teresa de Parma aparece una Luisa Fernanda entre los 14 hijos que llegaron a nacer (la reina tuvo 23) y de los cuatro sólo 7 llegaron a la edad adulta.
Francisco Javier de Balmis (1753-1819)
Aunque el Consejo de Indias acordó que José Felipe Flores y Francisco Javier de Balmis dirigieran cada uno una de las rutas, la Junta de Cirujanos de Cámara determinó que sólo hubiera una ruta y un director: Balmis. Éste había elaborado otro proyecto alternativo para la Expedición, que fue el elegido por la Junta y consistía en salir desde la Coruña, en un solo barco y sólo con los niños que servirán para la conservación de la vacuna. Balmis se había formado como practicante en el Hospital Militar de Alicante (España), su ciudad natal, y obtenido inicialmente el título cirujano en Valencia en el año 1778. En 1781 viaja a México, donde permanece hasta 1792, realizando estudios universitarios e investigaciones acerca de la curación de enfermedades venéreas mediante el uso de plantas medicinales. En 1794, luego de su regreso a la península, publica al respecto la "Demostración de las eficaces virtudes nuevamente descubiertas en las raíces de dos plantas de la Nueva España, especies de ágave y de begonia, para la curación del mal venéreo y escrofuloso".
Continúa realizando estudios a nivel universitario en Toledo y en Madrid toma conocimiento de la vacuna de Jenner, a la que dedica la obra que publica en 1796 y que titula "Introducción para la conservación y administración de la vacuna, y para el establecimiento de juntas que cuiden de ella". En el mismo año en que se organiza la expedición (1803) traduce y publica 500 ejemplares del "Tratado Histórico y Práctico de la Vacuna" de J. L. Moreau de la Sarthe, del que se imprimen en el mismo año otros 2000 ejemplares, y del que la Expedición Filantrópica lleva varios centenares para su distribución en los lugares que visitará.
Si bien es indudable que sus conocimientos profesionales lo hacen idóneo para el cargo, es posible pensar también que en la decisión de elegirlo como único director hayan pesado sus relaciones sociales (en 1795 había obtenido el nombramiento de Cirujano Honorario de Carlos IV). Entre 1803 y 1806 recorrió Venezuela, Cuba y México y Filipinas. Durante el regreso hace escala en la isla de Santa Elena, y es desde este punto que la vacuna es introducida en África. A su regreso a España es nombrado inspector general de la Vacuna. Hombre de gran prestigio fue Cirujano de Cámara de y de su hijo Fernando VII, así como miembro de la Junta Superior de Cirugía.
(*) El Dr. José Sellés Martínez es doctor en Ciencias Geológicas, docente y investigador en la Universidad de Buenos Aires (UBA), e integrante de la Sociedad Científica Argentina y del Igeba. También es uno de los referentes del proyecto de Geoparque de la Sierra Baya, en el partido de Olavarría.