Dibujar y escribir son dos de las pasiones de Juan Carlos Leguizamón, y entre sus textos encontró una ácida mirada de sí mismo volcada sobre el teclado de una máquina de escribir 40 años atrás.

"Esta es una síntesis de lo que soy" proclamó.

Se llama "Yo (por mí)" y esta es una parte, que intenta describir sus primeros años: "Un día a mi madre se le ocurrió tener un hijo perfecto y pensó que la única manera de lograrlo era inventándolo sin concebirlo.

"Bocetó planos e hizo un molde, pero le salieron tan horribles los tres primeros que debió tirarlos. Moldeó la gran parte del cuarto (que era yo), y cuando llegó la hora de ir a su trabajo lo dejó para terminarme a su regreso.

"Al volver yo me había hecho solo.

"Al verme quedó paralizada de asombro. Yo le dije ‘mama’, y me respondió ‘mamá tu abuela’. No lo entendí hasta después, que efectivamente mi abuela me llevó con ella.

"La abuela siempre había trabajado en el campo y estaba acostumbrada a criar animalitos.

"Yo era muy peludito; cuando debía darme la mamadera ella me hacía cosquillas para que sonriera y así podía encontrar el lugar donde tenía la boca.

"Hasta los 6 años usé bigotes. Debí sacármelos porque a la escuela se iba afeitado. Creo que fue ahí donde me di cuenta de que había nacido para el humor: todos se rían de mí.

"Recuerdo que era muy estudioso, sobresaliente; tanto que la maestra a los 4 meses quería que me fuera o pasara a otro grado.

"Fui creciendo fuerte y sanito, salvo aquella vez que tuve mucha fiebre y mi abuela me llevó al médico. El doctor me hizo abrir la boca y al mirar en su interior me dijo que tenía hemorroides.

"Tiempo después me operaron de amígdalas, pero no estoy seguro.

"Siendo joven comencé a practicar deportes con poca fortuna. Tan poca que cierta vez me quebré la clavícula jugando al ajedrez.

"Decidí entonces dedicarme al humor y a las letras, y comencé a trabajar como canillita.

"Leía todo el Diario antes de venderlo para poder vocear las noticias, pero la gente no lo compraba porque con lo que yo gritaba ya se había enterado de todo y pasaba a ser un diario viejo.

"Más tarde fui a trabajar al campo; quería saborear la tierra que me vio nacer. Y así fue, porque al primer corcoveo de un petiso caí de cabeza en una vizacahera.

"Mi tierra es linda, pero tiene un sabor horrible.

"Pero el humor me perseguía: las vizcachas se mataban de risa, y por mis bigotes pensaban que yo era una de ellas.

"Cuando me tocó la colimba permanecí un año entre las nieves y los hielos del Sur. Allí logré acrecentar mi vena humorística y me puse ancho… Fui con 46 kilos y volví con 65.

"En síntesis, esta es la historia de mi vida.

"Otra es mi historia en EL POPULAR, desde comienzos de la década del 60..."