Beneficios de las aguas termales
Una forma común de clasificarlas es tener en cuenta el tipo de minerales que aparecen en su composición. Existen las aguas termales sulfuradas con una alta concentración de azufre; aguas termales ferruginosas con una alta concentración de hierro y aguas termales cloruradas con una alta concentración de cloro. Las de Carhué, por ejemplo, son cloro-sulfatadas.
Otra forma de clasificar a las aguas termales y que también tiene mucho que ver con sus propiedades beneficiosas es la temperatura a la que surge el agua desde el interior de la tierra. Las hípertermales surgen a una temperatura de entre 45 y 100 grados centígrados. Las mesotermales surgen a una temperatura media de entre 35 y 45 grados centígrados y las hipotermales: con una temperatura media de entre 20 y 35 grados centígrados.
Los beneficios que brinda el hecho de sumergirse en las termas son múltiples.
Beneficios para el sistema digestivo y reproductivo. Desde hace miles de años el ser humano toma baños en aguas termales para mejorar la digestión, reducir la hinchazón producida por los gases estomacales, aliviar el dolor menstrual o el malestar propio de la menopausia, entre otros.
Beneficios para el sistema inmunitario. Las aguas termales con una alta concentración de azufre y de magnesio propician la creación de endorfinas. Se trata de moléculas que proporcionan felicidad y son esenciales para que nuestro organismo luche eficazmente contra las enfermedades físicas y psicológicas.
Beneficios para la piel. Las aguas termales ricas en azufre contribuyen a abrir los poros y a limpiar de impurezas de la piel.
Beneficios emocionales. Sumergirse en un baño de aguas termales a alta temperatura es una técnica terapéutica que relaja automáticamente mente y cuerpo. Está comprobado que reduce el exceso de ansiedad, baja la tensión arterial y relaja los músculos.