Claudia Rafael
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Ya no hay más instancias. Finalmente, y a casi 19 años del estrago fatal de la pequeña Yenifer Falcón, la Suprema Corte de Justicia acaba de fallar a favor de los padres de la nena y en contra del Estado y del victimario, Mario Sallago. La Provincia no apeló en los tiempos legales establecidos con lo cual la sentencia de los jueces Héctor Negri, Hilda Kogan, Daniel Soria y Luis Esteban Genoud quedó firme.

Se trata de una causa en el fuero civil y comercial, nacida en el juzgado de María Hilda Galdós, que implica el pago monetario por el daño moral, material y psíquico a una familia que quedó definitivamente destrozada. En una suma por el capital inicial calculado por la pérdida sufrida, más los intereses acumulados desde el 2001 hasta la actualidad, que debería abonar Sallago en un 50 por ciento y el 50 restante, el Fisco de la provincia de Buenos Aires. En caso de que la provincia no concrete la liquidación, el abogado Gustavo Blanco, representante de los padres de Yenifer, pedirá el embargo de la cuenta corriente de la Tesorería bonaerense. Si hubiese en el Registro de la Propiedad algún inmueble a nombre de Sallago, sería embargado.

Aunque no haya un solo peso que pueda permitir a la familia Falcón regresar el tiempo atrás, cambiar la historia, y festejar el 29 de noviembre los 26 años que Yenifer hubiese cumplido este año.

Quedan en pie aún las causas abiertas contra las provincias de Chubut y Neuquén. En el primer caso, porque a partir de las condonaciones de pena por parte del gobernador, Sallago fue liberado en 1998 cuando debía haber sido liberado recién en 2004. En cuanto a Neuquén, la arremetida fue contra el poder judicial. Gustavo Blanco, representante legal de la familia Falcón, explicó que por los tiempos burocráticos "Neuquén no tiene siquiera sentencia de primera instancia porque está esperando documentación proveniente de Chubut. La causa es contra el Poder Judicial porque consideramos que le otorgaron la libertad prontamente a pesar de los antecedentes y la reincidencia de Sallago y que actuaron de manera negligente, culposa e irresponsable".

La memoria

Dieciocho años y nueve meses pasaron desde que Sallago violó y asesinó a una nena olavarriense de 7 años, hija de una familia común, con una vida cotidiana tranquila a la que la impericia, la falta de responsabilidad, la ausencia de empatía, la desidia y toda una serie de calificativos interminables aplicables a la policía, despedazó definitivamente.

¿Se puede volver a ser feliz? ¿Se puede volver sentir algo de paz por el simple hecho de que el Estado -con los tiempos que se suele tomar para desembolsar sus fondos- abone el dinero que deberá pagar por sus irregularidades? Por algunos millones ¿aprenderán los funcionarios responsables de esta suerte de "errores" que la negligencia mata? Sin perder de vista que no hay un solo peso que saldrá de sus bolsillos sino de los de la ciudadanía toda a través de sus impuestos.

Es necesario (aunque implique reabrir heridas de esas que nunca cicatrizan) recordar. Que no es otra cosa que volver a pasar lo ocurrido por el corazón. Por la sencilla razón de que la memoria es la madre de los pueblos.

Yenifer tenía 7 años aquel 20 de febrero de 2001. A las 18.30 fue al almacén cerca de su casa, en Tacuarí y Rufino Fal. Mario Sallago, que tenía en ese momento 53 años, utilizó las viejas y aceitadas tácticas de los violadores para aprovecharse de la ingenuidad de una nena que no podía ver en él más que a un bondadoso abuelito. Se la llevó a un terreno baldío y la vació de vida. Definitivamente. La cubrió con maleza y tierra y se marchó.

Ese tierno viejito, porque aún en aquellos tiempos parecía ser mucho mayor que lo que su dni indicaba, no era un novato. Había estado preso por violaciones y homicidios. Y su predilección fue siempre la infancia. Menos de un mes antes había seleccionado otra víctima. Un niño de 8 años cayó en sus garras pero se salvó del final atroz porque había una persona en las cercanías, debajo de uno de los puentes del Parque Mitre. El gran problema es que el Estado y cada uno de sus brazos suelen actuar con una cuota de estigmatización que se paga con creces. Porque ese niño de 8 años era parte de una familia vulnerada, hundida en la extrema pobreza y por quien nadie, cuando su mamá concurrió a hacer la denuncia en la sede de la comisaría primera, se preocupó demasiado.

En el fallo de la Suprema Corte se resaltan tramos de lo determinado en instancias anteriores como elementos clave para la decisión. Y no se trata de meras especulaciones sobre lo que podría o no haber ocurrido en caso de modificar una pieza del pasado. Después de todo, es eso de lo que se trata. Es decir: la pregunta pragmática clave es ¿se habría modificado lo que ocurrió a Yenifer si los policías responsables hubiesen actuado con todo el abanico de herramientas a su disposición en el caso de intento de abuso del 28 de enero? En la calle, en el bar, en la mesa de la cocina, en la charla de oficina la respuesta podría ser: tal vez sí, tal vez no. Sin embargo, en el territorio jurídico la respuesta es otra. Es la de plantear las responsabilidades a partir de dos o tres hechos diferentes: la comisaría primera no asentó formalmente la denuncia a pesar de que efectuó un rastrillaje en la zona indicada por el niño y su mamá. Y, por lo tanto, impidió que la Justicia "pudiera actuar ordenando las medidas que considere pertinentes para dar con el autor del presunto abuso" y, por ende, "frustraron la chance de dar con el autor del hecho, verificar la autoría en cabeza de Sallago (frente al reconocimiento posterior del niño) y evitar que el mismo se encontrara libre al 20 de febrero de 2001 para cometer el trágico hecho que diera motivo a las presentes actuaciones".

Rompecabezas macabro

Nada de lo relacionado con la tragedia infligida a la familia Falcón -como tantísimas otras- puede reducirse al simple hecho de encontrar, juzgar y condenar a un hombre. Hay toda una estructura que, en cada una de sus instancias, tiene -como en un rompecabezas- una parte de la responsabilidad total. Es decir, a la niña la atacó una persona llamada Mario Sallago. Que en una espiral de violencias de todo tipo ya venía destrozando otras vidas a lo largo de las últimas décadas. Pero hubo antes, en Olavarría, un policía equis que atendió a la mamá de un niño, hubo otros policías equis que indicaron una búsqueda superficial y que decidieron que, a contramano de lo indicado por los protocolos, no era necesario asentar la denuncia.

Pero -como suele ocurrir con infinitos ejemplos a lo largo de la historia- existen quienes a pesar de esas irregularidades fueron ascendidos, premiados, ubicados en lugares de decisión con el impresentable aval del poder político. Porque no hay nada más aceitado que la histórica práctica de archivar sumarios internos, de jugar al juego de la calesita que manda a un policía de acá para allá y de sostener a quienes por su desidia e irresponsabilidad actuaron para que Sallago siguiera en libertad.

Yenifer es un granito de arena diminuto en el medio de un universo en el que las responsabilidades institucionales hicieron su aporte para que su final fuera el que fue. Porque hubo un violador y asesino llamado Mario Sallago. Hubo un grupo de policías que hicieron oídos sordos a la realidad de una mujer con su niño 23 días antes en la misma ciudad de Olavarría. Hubo un Poder Judicial que no actuó debidamente ante la violación y el crimen de Graciela Mendoza, de 6 años, hija de lavacoches callejeros, en la zona de la terminal de ómnibus de Neuquén. Y si bien lo imputaron, fue dejado prontamente libre. Pero también, hubo reducciones de pena irrazonables, por parte del gobierno de Chubut ante la violación de una nena y el crimen de su mamá, en Puerto Madryn.

Esta vez, Mario Sallago, con 71 años recién cumplidos, sigue en la cárcel.

Yenifer, en cambio, hace 18 años y nueve meses que ya no está.

Una familia, el día a día

Miguel Falcón es el papá de Yenifer. Su hija cumpliría 26 años el 29 de noviembre. Pero la imagen en su cabeza continúa siendo la de aquella nena de escasos 7 años que quedó congelada para siempre. "No la puedo imaginar como una chica de veintipico de años".

La gran pregunta es cómo se sigue después de un mazazo como aquel. Y reconoce que no hay jornada en la que no se piense. Por eso, para continuar se trata de avanzar "día a día", dijo a esta periodista. "No hay otra manera de vivir después de algo así".

Tiempo después del crimen de su hija, decidió "por pura bronca" iniciar una demanda contra los estados de la provincia de Buenos Aires, Neuquén y Chubut. Convencido de que cada una de las irregularidades cometidas en esas tres geografías confabularon entre sí para derivar en la violación y muerte de la nena.

Hace dos meses se retiró de la policía. Es que él mismo integró por años esa fuerza a la que también pertenecieron o pertenecen aquellos policías que ningunearon la denuncia de la mamá de aquel nene al que Sallago quiso abusar el 28 de enero. Con ellos tuvo que compartir años de trabajo. De ellos jamás recibió una disculpa o un "me equivoqué".