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Quince años después, un grupo de vecinos se ve enfrentado a los mismos fantasmas. Como en una película que se repite en el tiempo. Igual que en 2006, esta vez en Colonia Nievas, se alzó una estructura de 45 metros de una antena de telefonía celular. Entonces era de CTI (hoy Claro). Ahora, de Telecom. En aquel tiempo la antena estaba ubicada en el predio del hospital municipal, en la esquina de Rufino Fal y Alsina. La de estos días, a escasos metros de la iglesia San Miguel Arcángel. Construida en 1783, cinco o seis años después de la fundación del poblado.

Con una veintena de habitantes fijos y unos 60 semipermanentes, la colonia es para todos ellos una suerte de paraíso en la tierra. Durante 2020, el municipio rechazó la instalación de la antena por "el impacto visual" pero luego –reconstruye Osvaldo Bugliese, presidente de la Sociedad de Fomento- el propietario del predio consiguió el aval de 23 firmas solicitando que revea la medida. Se trataba de 23 propietarios que daban su conformidad "para instalar una estructura soporte de la antena perteneciente a la empresa Telecom" que implicaría "mejorar significativamente las comunicaciones". "Esa aprobación municipal la dieron en noviembre de 2020", indica Bugliese.

Un aval que no se debería haber dado sin consulta directa previa a los vecinos por parte del Municipio.

Según el presidente de la Sociedad de Fomento aquellos vecinos no habían dimensionado de qué se trataba. Y por eso "presentamos unas 50 firmas marcando nuestro rechazo. Las primeras 23 firmas fueron las de los vecinos que, por error o porque no entendieron, habían firmado antes".

"Esencialmente natural"

A mediados de este mes algunos habitantes de Colonia Nievas "vimos que llegaba un equipo de operarios. Empezaron a hacer un pozo y creímos que era una pileta. Rellenaron todo con hormigón y a los 3 ó 4 días comenzaron a levantar la estructura metálica. En el primer día, fueron 8 metros. Ahí nos preguntábamos de qué se trataba. En 4 días casi estaban los 45 metros de la antena levantados. Y nosotros, no podíamos entender que una antena estuviera en Nievas. Que arruina el paisaje de un poblado como éste que es esencialmente natural. Siempre fue protegido para que se preserve la cultura de los alemanes del Volga y que sea considerado para turismo rural". El que asume la voz de los demás habitantes es el azuleño Osvaldo Bugliese, que tiene una casa en la colonia desde hace 7 años y que, desde hace 3, preside la Sociedad de Fomento.

Hoy, los habitantes defienden las características de su pequeño pueblo y aseguran –con Bugliese como vocero- que "nadie nos había dicho nada y por eso no pudimos accionar de inmediato. No tuvimos el informe del municipio anunciando que se iba a hacer ni tampoco de la persona que arrendó el predio. Nos enteramos cuando la antena ya estaba instalada. A partir de ahí, nos concentramos, hicimos una manifestación, solicitamos una audiencia al ejecutivo, pedimos la reubicación. Y planteamos la necesidad de proteger nuestro patrimonio histórico y las características de Nievas. Pero también el temor a la afectación de la salud. Que si bien no está confirmada tampoco descartada".

La jabonería de Roca Merlo

María Julia Amoroso, que vivía a metros escasos de la antena del hospital y una de las referentes de la lucha de 2006, cuenta para esta nota que "los recuerdos afloran. Nos encontramos entre los vecinos que estábamos en la lucha y comentábamos lo que habíamos vivido y el esfuerzo que habíamos sostenido en el tiempo. Pero sobre todo, cómo hubo que mantener el reclamo hasta lograr justicia".

"Esto da cuenta de que no hay una reglamentación vigente a nivel municipal. Antenas mal ubicadas en Olavarría hay un montón. Cerca de escuelas, instituciones religiosas, sólo hay que mirar para arriba. Está bueno que la gente se dé cuenta de esto y prioricemos nuestra vida", analiza Amoroso.

Carlos Genson fue otra de las referencias de esos días. Sobreviviente del terrorismo de Estado es a la vez el dueño del almacén frente a la antena. Una suerte de "jabonería de Vieytes", aquella fábrica de jabón en la que en 1809 se reunían los patriotas que gestaban la revolución de Mayo. En coincidencia con el análisis de Amoroso, Genson plantea que si todo vuelve a repetirse en un círculo imparable es por la ausencia de reglas municipales claras.

Genson siente que "es evidente que no se hizo lo que se tendría que haber hecho en aquel momento y a lo que se habían comprometido los concejales. Que era una ordenanza específica. Y es evidente que las empresas, como se manejan a nivel nacional, no respetan las cuestiones locales y no sé si provinciales. Claramente a los vecinos de Colonia Nievas los podrían haber consultado antes. Y si hubiera existido la ordenanza nada sería tan conflictivo. Porque estaría establecido que con esas distancias, nunca se podría haber instalado la antena ahí. Entonces todo esto nos trae esos recuerdos. Cómo de golpe vimos que subía una torre enorme frente a las casas nuestras. Y cómo el trabajo conjunto entre nosotros hizo que así como se levantó se bajó".

Las multinacionales y el Estado

Todavía, hacia 2006, seguía fresco el recuerdo de aquella gran movida local que logró que salieran a las calles más de 1500 personas y que se juntaran unas 8000 firmas hasta frenar la importación de residuos porteños para rellenar las canteras de Sierras Bayas. El valor económico de cualquier negociado ha sido, históricamente, el elemento a priorizar a la hora de decidir. En aquel 2003, en que Helios Eseverri promovía ese convenio con la CEAMSE, hablaba de "un ingreso anual para el Municipio de 10 a 17 millones de pesos: un movimiento comparable o superior a los mejores momentos de la industria cementera pero estable". Como contrapartida llegarían 5000 toneladas de basura porteña en trenes y en camiones por día.

Cuando se firmó el acuerdo con CTI para la instalación de la antena en el hospital, la comuna se aseguraba 2000 pesos mensuales y recibió 24.000 pesos por adelantado. En comparación con el negocio de la basura era ínfimo pero negocio al fin. Y si se contabiliza la devaluación del peso en estos 15 años, se estaría hablando hoy de alrededor de un millón de pesos.

En ambos intentos, hace 15 y 18 años respectivamente, fue la organización colectiva la que logró torcer la determinación del poder político. Y, en el caso de la antena, la totalidad de los concejales habían dado su aval en un hecho escandaloso: las distintas expresiones de la oposición no habían leído siquiera el expediente y simplemente levantaron la mano. Tres meses y medio después de hacerlo y ante el reclamo en bloque de los vecinos del barrio Roca Merlo, debieron pedir disculpas y acompañar la movida para dar marcha atrás con la instalación.

Como han hecho sistemáticamente los pueblos en muchas de sus luchas ambientales, consultaron a especialistas en la materia. "La antena de CTI apareció de la noche a la mañana en el predio del hospital", reconstruye el antropólogo Marcelo Sarlingo, doctor en Gestión Ambiental. "Un día vino Carlos Genson a mi casa, en representación de un grupo de vecinos, a pedirme información sobre el potencial contaminante de este tipo de antenas. Ya en ese tiempo había una legislación muy clara que partía del Principio de Precaución, formulación filosófica que plantea la demora en el desarrollo de tecnologías sobre las que no hay plena seguridad de que sean inocuas. Por supuesto, esta idea no es aceptada en general por los sectores que invierten en tecnologías y en sistemas de explotación de recursos a gran escala. Pero recuerdo en concreto que había legislación provincial que limitaba la ubicación de las antenas de telefonía celular y sobre todo, de otras modalidades de frecuencia que abarcaba a las radios de AM y FM". Y advierte que "la resolución 900/05 de la Secretaría de Política Ambiental de la provincia indicaba expresamente que no podían emplazarse antenas a menos de 100 metros de hospitales, escuelas y geriátricos. Se hacen varias asambleas y los que veníamos de la universidad planteamos la existencia de esta legislación y también recomendaciones de la OMS en el mismo sentido de la regulación existente".

Y en un ida y vuelta permanente de aprendizajes, Sarlingo remarca hoy "una reflexión que nunca olvidaré, verbalizada por un vecino del barrio Roca Merlo: ´No sólo tenemos de enemigos a las empresa multinacionales, sino también al Estado´". Porque –agrega el antropólogo- "al Estado le cuesta mucho más trabajar bien en el campo ambiental. En todos los niveles les cuesta mucho sistematizar saberes y procedimientos".

Auge

Tanto la instalación de la antena del hospital como el intento de importar basura porteña tuvieron un trasfondo netamente económico en el que no se contemplaron los impactos en la salud de la población. Y si esos dos ejemplos son paradigmáticos es por la dimensión de la reacción popular para frenarlos.

En la página web del municipio se promueve a Colonia Nievas como uno de los sitios turísticos a visitar dentro del Partido de Olavarría. Y, en particular, se menciona a la parroquia -que ahora está cercada por la antena- como un ícono religioso y cultural. Fundada cinco años después de que unas veinte familias de alemanes del Volga se asentaran en ese sitio conocido al principio como los Potreros de Nievas. Un lugar que, durante el auge del ferrocarril en el país, llegó a tener entre 100 y 200 habitantes y contaba con una escuela con una treintena de niñas y niños.

Nada más alejado de ese paraíso que hoy los vecinos defienden que una antena de metal, rojo y blanco, en el medio de un poblado que busca resurgir a partir del turismo rural y como patrimonio arquitectónico.