La enfermedad desconocida que ya había puesto "patas arriba" a medio mundo tomó a los intendentes con sus presupuestos en ejecución, los que obviamente no contemplaban lo que vendría.

La progresión del virus, a partir de abril pero sobre todo desde su estallido en el invierno, tuvo efectos de catástrofe: disparó los gastos en salud y en ayuda social, hizo caer la recaudación y la coparticipación a valores inéditos y paralizó la vida de las ciudades como nunca se había visto. Todas las variables económicas escapaban de cualquier previsión que a fin de 2019 pudieran hacer los presupuestos municipales.

Entre los meses de marzo y julio, durante los cierres más fuertes por la pandemia, la mayoría de las comunas vieron caer su recaudación -que ya de por sí arrastra históricamente una bajísima tasa de cobrabilidad- entre un 30 y el 50%. En cuanto a la coparticipación, la recaudación de esos meses tuvo una fuerte retracción, y eso también se sintió en las cuentas locales.

En paralelo, las necesidades sanitarias hicieron explotar los presupuestos destinados al área. Y también aumentó considerablemente la demanda en el área de Desarrollo Social: pese a las medidas del Gobierno nacional para reforzar la asistencia, los intendentes calcularon entonces un incremento (en promedio) del 30% de los pedidos de ayuda, principalmente alimentaria.

Las soluciones

Frente a esta situación, los alcaldes apelaron a las salidas más variadas, desde la imposición de una tasa especial para propietarios de campos hasta la venta de activos municipales para afrontar los gastos devenidos de la pandemia, pasando por la realización de colectas para la creación de un "Fondo Covid-19". También recibieron un refuerzo presupuestario del Gobierno bonaerense, una parte no reembolsable y otro porcentaje a pagar recién a partir de 2022.

Uno de los casos que más polvareda levantó en su momento fue el de Castelli, donde el intendente Francisco Echarren (Frente de Todos), impulsó una tasa especial para los propietarios de campos, lo que le valió una disputa judicial con un grupo de productores, que finalmente ganó. A ese fondo sumó el 30% del salario de la planta política.

Echarren contó a DIB que en el peor momento de la cuarentena la cobrabilidad de las tasas municipales cayó un 50%: "fueron millones de pesos" que dejaron de recibir, según el alcalde.

Para dar cuenta de la magnitud de la situación, Echarren aseguró que la tasa especial a la actividad agropecuaria -cobrada por única vez y destinada íntegramente a gastos de salud- recaudó $ 6 millones, mientras que los gastos derivados de la emergencia del coronavirus superaron los $ 100 millones.

En Laprida ocurrió algo similar: por ordenanza, los propietarios de campos de más de 400 hectáreas y unas 10 empresas radicadas en el distrito debieron realizar una contribución extraordinaria. Al defender la iniciativa, el intendente Pablo Torres (Frente de Todos) dijo que el pago era equivalente a un "alfajor Jorgito simple" por hectárea.

Otro intendente que aplicó soluciones heterodoxas fue el de Balcarce, Esteban Reino (Juntos por el Cambio), quien puso a la venta lotes que pertenecían al municipio para poder afrontar los gastos que demandaba la compra de elementos de bioseguridad para el personal de salud.

En el balance del año, Reino aseguró que el distrito terminó 2020 "con el presupuesto todo gastado, no sobró nada". El jefe comunal no se arrepiente de haber vendido activos municipales para afrontar la crisis y redobla la apuesta: "en 2021 en salud se va a incrementar el gasto y nosotros tenemos muchas reservas de lotes para mantener la calidad de la prestación".

Otras comunas, en cambio, rearmaron el presupuesto del 2020 o apelaron a los ahorros para afrontar los gastos extra. El primero es el caso de Walter Torchio, intendente de Carlos Casares, quien señaló a esta agencia que "fuimos progresivamente recortando gastos, porque al haber muchas menos actividades en el área cultural y deportiva, tuvimos un ahorro".

En el segundo caso, Julio Marini, de Benito Juárez, apeló a un fondo "contracíclico" que creó en el municipio para casos de emergencia, que ya había tenido que usar tras el paso de un tornado que hizo estragos en el distrito.

Solidaridad ciudadana

En muchos distritos el primer reflejo ante la crisis que se avecinaba fue apelar a la solidaridad de la población. Muchos municipios abrieron cuentas bancarias, por cuenta propia o a través de las cooperadoras de los hospitales, para recibir donaciones en dinero.

En Tandil, el municipio habilitó dos cuentas bancarias para que particulares y empresas puedan depositar una ayuda en efectivo, y en pocos días había recaudado más de $ 3 millones. Como en otros distritos, allí también el intendente Miguel Lunghi, sus funcionarios y concejales donaron parte de su sueldo.

La modalidad se repitió en Junín, Trenque Lauquen, Pila, Necochea y muchos otros distritos. En algunos casos (como en Tres Arroyos, Bolívar, Azul, Saladillo y 25 de Mayo, entre otros) las donaciones fueron canalizadas por las cooperadoras de los hospitales junto con las sociedades rurales locales.

También se impusieron las donaciones "en especie": productores que entregaron vaquillonas o leche y en supermercados se hicieron colectas de alimentos. Incluso en General Viamonte un vecino donó un auto al municipio.

Lo que viene

A diferencia del 2019, cuando la existencia del coronavirus aún era desconocida, esta vez las comunas proyectaron en sus presupuestos el impacto que tendrá la atención de la emergencia.

El cambio obvio se traduce en mayores recursos para el sector de salud y acción social, en detrimento de otros gastos como las actividades culturales o las obras públicas de gran envergadura realizadas con fondos municipales. La imagen es la de un presupuesto de crisis, con los recursos concentrados en la emergencia y la postergación de otras actividades. DIB