Karina Gastón

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"No escribiría por encargo porque no sabría hacia dónde ir, eso me generaría un límite", admite Diego Javier Rojas, a punto de presentar en sociedad a los Hansel y Gretel del tercer milenio que dieron vida a su libro número 10. Hay una madrastra malvada y una historia de abandono que transcurre en la ciudad, sin miguitas de pan ni casita de chocolates que termina viralizada mediante un reality show. El relato, ingenioso y atrapante, demandó dos años de trabajo y se conocerá el 14 de abril, en el Centro Cultural "San José", a las 18, junto con la periodista Claudia Bilbao.

"Me siento reconocido por los lectores y las docentes", dice el escritor que se descubrió bibliotecario a los 12 años. Se inspira en los chicos para escribir y se vale mucho de las redes sociales pero está convencido de que siempre habrá tiempos de lectura, esos que hoy básicamente cotizan en la escuela. Habla de disfrutar, en el trabajo y en la vida, y en este FINDE el columnista literario de "Mejor de Mañana", que se emite por 98POP, cuenta por qué.

Recetas y reconocimientos

"Hansel y Gretel es un cuento que siempre me gustó mucho y buscaba la manera de traerlo a esta realidad, introducir algo que tuviera que ver con los chicos como el uso de la tecnología y las redes sociales. De hecho, la historia no sucede en el bosque sino en la ciudad y se recrean valores del cuento tradicional como la maldad, la solidaridad, la hermandad, el abandono y en este contexto más actualizado, hasta incluso el padre reconoce que hay trabajo infantil".

-Y cierra con recetas saludables.

Sí, para tener un combo sano y rico en tu casa y hacer el pan de hamburguesa con harina integral o la mayonesa elaborada con verduras y que cada uno de esos platos tienen un juego literario porque algún personaje lo comió y lo recomienda, como las hamburguesas feroces.

-¿Cuánto hay de Diego Rojas en esta historia?

Hay bastante. El tema de la cocina me gusta mucho y siempre pongo en práctica lo que veo en las redes. Cocinar me desconecta de situaciones diarias y todas las recetas están probadas, sólo hay que ponerse a cocinar. Hay pequeños tips para que la familia cocine con los chicos y todo fue visado por Laura Di Cola, que es cocinera.

-¿Qué lugar ocupa este libro, entre los 10 que hay en tu historia de escritor?

Ocupa un lugar especial. Nunca pensé en llegar a un décimo libro y todo se dio de una manera mágica porque lo había presentado en otra editorial, a la que le pareció muy tétrico pero Adela Basch lo leyó y me animó. Lo mande a Salim, donde ya había publicado dos libros y me pedían algo más, así que decidí contar la historia a través de un reality show, con tandas publicitarias y un recetario saludable. Eso gustó y lo mismo pasó con el ilustrador Alberto Pez que también ilustró "Caperucita a mi manera" que se interesó por los platos que subía a Instagram y terminó ilustrando el libro... fue como si los planetas se alinearan.

-Generalmente nadie es profeta en su tierra pero esta decena de libros propios generó un reconocimiento en el HCD. ¿Qué significa esa distinción para vos?

Es una alegría que te reconozcan en tu ciudad pero podría retrucar eso de que nadie es profeta en su tierra porque me siento reconocido por los lectores y las docentes. Quizá faltaba este reconocimiento, que gestionó la concejal Alicia Almada y fue aprobado por unanimidad. Sé que Eduardo Rodríguez también tuvo palabras destacadas hacia mi trabajo y mi paso por Cultura. Igual cuando me dijeron que "Un pueblo Sequito", mi cuarto libro, se iba a publicar en Brasil supe que algo iba bien o cuando "Una respuesta para Alicia" se empezó a reconocer en todas las bibliotecas populares del país a través de Conabip.

Los chicos inspiran

-¿Qué temáticas recorren estos 10 libros?

Hay de todo. Alguno tiene una veta más poética como "Los amigos de la luna" pero en "Caperucita a mi manera" hay más humor como en ¨Un pueblo Sequito" aunque en las escuelas hicieron trabajos de respeto a la tercera edad y sobre el Alzheimer porque creen que el abuelo José tiene esa enfermedad porque se olvida las cosas y yo nunca lo escribí pensando en eso. Eso es genial. O me entero que a Caperucita la llevaron a un encuentro de lectura de la tercera edad por el rol de la abuela, que trabaja, está en las redes sociales, se comunica conmigo por mail, va al bingo y sale a bailar.

-Escribir es una gran responsabilidad, ¿no? ¿Qué temáticas no incluirías en un libro?

Sin dudas es una gran responsabilidad y un gran trabajo. En este momento no podría decirte sobre ésta temática no voy a escribir. Si esta dado el contexto literario para hacerlo, adelante. No escribiría por encargo porque no sabría hacia dónde ir, me pone un límite. Me han propuesto escribir un cuento específico para manuales escolares y me trabo.

-¿Un adelanto de la próxima historia?

La temática va sobre los niños que esperan a sus papás o sus mamás, aún teniéndolos. Hay un momento del día en que el niño se queda solo, esperando a papá o a mamá, que lleguen a buscarlos y no doy más datos... (risas)

-¿Cuándo escribís y qué te inspira?

Cuando tengo tiempo y si la historia me engancha puedo estar escribiendo varias horas. Los chicos me inspiran, me dan mucha letra y dicen frases que rescato porque por algo resonaron y algún personaje las dirá. Los chicos no tienen problemas, no están pensando si pueden decir tal cosa. En los recreos vale todo, es el niño al 100% puro y ahí está lo gracioso.

Escuelas que hacen escuela

-¿Qué fuerza tiene hoy la lectura en tiempos de redes, de imagen, del todo ya?

Tiene el tiempo de espera. El chico vive a mil, de una actividad a otra, mirando redes sociales, poniendo likes, con un papa o mamá saturados de trabajo y ese tiempo de espera de la lectura se logra mayoritariamente en la escuela cuando el docente abre un libro y genera el silencio. A los chicos les encanta.

-A la lectura la perdimos los adultos, no los chicos...

Exactamente. Son los chicos los que llevan al padre a la librería porque quieren seguir leyendo el libro de la escuela. Por lo tanto la escuela tiene un rol clave.

-A pesar de las críticas que cosecha el sistema educativo.

Podemos criticarle al sistema educativo un montón de cosas pero considero que el espacio de lectura se genera en el aula desde el nivel Inicial. Casi todas las escuelas tienen proyectos de lectura y muchos de esos proyectos salen a la comunidad. Hay que encontrar un mediador que tenga ganas y que también vaya un poco contra el sistema y genere esos espacios.

-¿Cómo se genera un lector?

Con tiempo, con gusto, disfrutando de la lectura, más allá de que en la escuela toda lectura conlleva una actividad cuando tal vez la actividad sea la escucha, el sentarse, el salir del salón, ir a la biblioteca, encontrar el ambiente aclimatado con música. Formar lectores no es proponer leer cinco libros en el año, tal vez leyendo uno y recreando esa lectura, abriendo puertas a otras historias, pero entiendo a las docenes que deben cumplir con una cantidad de lecturas estipuladas por el diseño curricular.

-¿En tu infancia hubo libros?

Sí, muchos porque mi mamá me llevaba a la biblioteca donde yo después trabajé, en Loma Negra. Y salí de séptimo grado y sabía que iba a ser bibliotecario.

Mundos no reglados

-¿Imaginás que siempre habrá un lugar para el libro?

Sí, porque la lectura es un encuentro con nosotros mismos. Te tiene que interpelar, incomodar, te tiene que llevar a buscar más lecturas. Las redes sociales están perfectas, me sirven muchísimo para mi trabajo pero abrir un libro te mete en un mundo en que las redes no pueden.

-¿Qué palabras tienen más fuerza y atraviesan esta colección de 10?

El disfrutar. Disfruto todo lo que hago y cada uno de esos libros los he disfrutado desde la idea misma. Cuando disfrutás de tu trabajo, porque escribir es un trabajo, eso se trasmite. Me hace muy feliz escribir y trabajar con los chicos. Al otro trabajo renuncié porque no era feliz pero cuando algo se corta es que algo bueno viene y así fue.

-¿Por qué la literatura infantil?

Porque es el terreno en el cual me vuelvo a sentir niño, donde me divierto y si no me divierto no puedo escribir.

-Claro, y el mundo de los adultos es aburrido o no tan divertido y acá hay más libertad.

No sé si aburrido pero está tan reglado, con tantas normas, que en la literatura infantil encuentro mucha libertad, sí. Hay libertad hasta para decir malas palabras y el chicos sin dudas se van a asombrar de esas palabras porque viene reglado del mundo adulto.

Autores necesarios

Diego Javier Rojas es bibliotecario y escritor. En su haber figuran "Una respuesta para Alicia", "Francesca imagina, "VACAciones de a cuatro", "No tan Blancanieves", "Un pueblo Sequito", "Los amigos de la Luna", "Hay un marciano en mi escuela", "Se me perdió un dinosaurio", "Caperucita a mi manera", "Cocinando con Hansel y Gretel".

-¿Con cuál de estos 10 libros te quedarías?

Cada uno es especial, cada uno sugiere algo. Alicia porque fue el primero pero "Un pueblo Sequito" está dedicado a mi abuelo, que está en esa historia y hace tantas cosas para que ese libro siga circulando. "Los amigos de la luna" por todo el trabajo de poesía que tiene, es un texto que me llevó muchísimo tiempo y que me divierte mucho y me emociona mucho esa historia. Y estos últimos de los clásicos, que acercaron a tanto a los chicos pero después a los padres.

-¿Qué libros no deberían faltar en la biblioteca de un chico?

Mmm... no sé si libros, hablaría de autores como María Elena Walsh, Graciela Montes, Sandra Comino y Sandra Siemens, Liza Porceli y si se quieren divertir y combinar el disparate con teatro Adela Basch Fabián Sevilla.

-¿Tus autores preferidos?

Silvia Schujer, que también tendría que estar en ese listado. Me gusta mucho Liliana Cinetto, Graciela Repún, Fernando de Vedia a quienes admiraba leyéndolos y con algunos de ellos nos hicimos amigos.

En modo adolescente

-¿Sobre qué historias aún no contadas te gustaría escribir?

Me gustaría escribir para adolescentes. De hecho, estoy escribiendo algo pero es otro mundo, otro ritmo, otro tiempo. Empecé a escribir, se los mande a escritoras amigas y coincidieron en que yo le doy corte de cuento pero es un buen inicio de novela. Asi que será volver a sentarme, a repensar esos personajes y a inyectarles otro perfil.

-¿Los chicos te interpelan, cuestionan lo que escribís?

Sí y es muy divertido, sobre todo cuando visito escuelas donde las preguntas son regladas y tienen el papelito con el orden de cada pregunta. Y todos quieren preguntar pero tienen asignada solo una pregunta. Entonces corto esa actividad que me aburre y los aburre y empiezo a hablar, a generar idas y vueltas y sorprenden. El año pasado en Cacharí, en una escuela muy chiquita que con mucho esfuerzo compraron los libros e invitaron a escuelas de la zona. Y fue un encuentro tan rico, los chicos preguntaron sin pautas y con sus inquietudes me hicieron replantear algunas cuestiones.

Gestos que hablan

Jamás olvidará ese día. En primer lugar porque nunca había compartido encuentros de lectura con adolescentes pero lo que más valoró fue el respecto, el compromiso y los gestos que tuvieron los alumnos de la Escuela Técnica 1 del barrio CECO. "Me daba cierto temor pero me encontré con que habían leído mis libros y generado proyectos para salir a la comunidad junto con la bibliotecaria Judith Spinola y la profesora de literatura", comentó Diego Javier Rojas.

Lo esperaron con un "rico desayuno", dispuestos a contarle todo lo que habían hecho para "producir un video sobre "Se me perdió un dinosaurio", un cuento favorito porque es el primero en tapa dura. Un chico contaba que había pedido permiso en el trabajo para grabar con compañeros y que se juntaban los sábados en plaza con ropa para los personajes", contó sorprendido.

Y un gesto que guarda en el corazón es "una taza con forma de moto que prometí estrenarla en un momento especial y así fue: en mi primer programa de radio ´Más que libros´ tomé el té en esa taza. Un gesto muy bello".

La experiencia fue enriquecedora porque "me pidieron que yo les leyera. Les recite de memoria un poema de Mario Benedetti y se sorprendieron; y después leí el cuento de Liliana Bococ ´Amigos por el viento´. Fue emocionante ver cómo dos jóvenes lloraban. La lectura tiene espacio para el tiempo y la emoción y para el encuentro con uno y con los otros".