Polifacético. Abogado, por supuesto; a eso lo saben todos. Pero Raúl Etchetto (68) se acomoda en su silla del estudio de la calle Balcarce y puede estar hablando horas con sus clientes. O con sus amigos. Y sabe de muchos temas, no sólo de lo que estudió y se recibió para ejercer su profesión durante 45 años. Puede desarmar y armar un motor de auto o de un tractor, sabe de diseño en la construcción (dice que le encanta), de cuántas vacunas hay que darle a las gallinas durante el año, de automovilismo (su gran pasión, sin dudas, que comenzó a los 3 años cuando su tío Peruco le enseñó a manejar el tractor en el campo de la familia en Santa Luisa), de política (en un momento fue funcionario público, durante el gobierno de Helios Eseverri) y de lo que pasaba antes, hace muchos años, en Olavarría. La charla puede extenderse e ir anudándose los temas sin perder el hilo para terminar siendo una entrevista sumamente interesante.

"Mi abuelo Santiago vino de Francia y se instaló en Santa Luisa. Llegó desde un pueblito llamado Lacarry, en el valle de Pau, bien vasco francés. Estuvo un tiempo en Navarro y recaló en los tambos de Santa Luisa, donde nació mi papá Santiago ("así se llama uno de mis hijos también", dice, para agregar que "mi seudónimo para correr en la Promocional 850 era Santiago Ortega, como homenaje a mi padre y de mi abuelo, y Ortega era el apellido de mi madre Mercedes, también de campo, de la zona de Pourtalé"). Yo me crié en el campo hasta que tuve que empezar la escuela y guardo el mejor de los recuerdos de mi infancia, ya que tuve la oportunidad de ver cuando el tren lechero se llevaba la crema y la leche para Buenos Aires" comenzó contando el doctor Raúl Reynaldo Etchetto, recientemente jubilado aunque -más adelante aclarará- seguirá en el estudio, "pero para graficarlo dentro de los fierros, voy a seguir pero en la butaca de la derecha, de acompañante, ya que los que van a manejar serán mi hijo Santiago y Soledad Berho. Haré algo en la zona, seguro, pero jubilado y aquí resalto lo que hizo la Caja de Previsión Social para Abogados con un trabajo muy eficiente a cargo del colega Juan Carlos Acosta, muy correcto y expeditivo para los trámites".

"De aquellos años en el campo hasta recuerdo la usina láctea que estaba entre la ruta 51 y Santa Luisa, donde había una fábrica láctea, que estaba donde hoy son los campos de Goñi. Eso me hizo apegar al campo. Por eso, también, es que nunca pude quedarme a vivir en la ciudad, ya que vivo a 10 kilómetros en una casa de campo. El campo me quedó impregnado" agregó Raúl, quien hizo el jardín de infantes en la Escuela de Rosario, la escuela primaria en Cáneva (3 años) donde la señora de Helios Eseverri fue mi maestra en primer grado superior y como la Escuela 17 estaba a la vuelta de mi casa, mis padres me pasaron allí. Mis padres se vinieron del campo aunque lo seguían manejando a distancia, pero se vinieron para que yo -que era hijo único- pudiera estudiar", explicó.

"De primero a quinto año fui a Nacional, con amigos entrañables como Amílcar Dirazar, Lalo Gregorini, Nora Zeberio -que es cardióloga infantil-, Tuna Cohendoz, Jorge Rodríguez Setzes, Gustavo Arce, Miguel Larrauri ("con quien hice jardín, primaria y secundario juntos, y nuestros hijos nacieron con un día de diferencia", agregó), Marta Lacoade, Pinky Mendía. Un grupo hermoso, que primero estuvo en donde hoy se encuentra Normal. Somos Promoción ´70, la mejor del siglo (dice riéndose) y cuando vine con mi título de abogado tuve el honor de dar clases durante tres años en el Colegio Nacional, ya en el edificio nuevo, con Ofelia Ronca de rectora, cuando había sido también mi rectora. A eso no me lo olvidaré nunca. Y también fui docente en la Escuela Estrada" siguió contando.

¿Por qué abogacía?. El lo cuenta: "Hubo un profesor que marcó mi vida: Jorge Abel Gainza. Para mi fue un profesor exquisito, aunque en Nacional tuvimos profes de primerísimo nivel, todos. Pero con Jorge tenía una gran afinidad natural. El daba Educación Democrática. Yo tenía facilidad en la expresión y esa materia me resultaba fácil y agradable para estudiarla. También me gustaba mucho matemáticas, pero no pude agarrarle la vuelte. Encima vino un profe a hacer una suplencia con un método distinto al que estábamos acostumbrados, y la sufrí; eso me hizo desechar matemáticas, sino hubiese sido arquitecto o ingeniero. Las dos cosas me gustan mucho: la ingeniería porque me permitiría desarrollar mi pasión que son las carreras autos, mi gran pasión los autos, y la arquitectura porque me gusta muchísimo el diseño y también la construcción. Pero me fui por mi zona de confort, la abogacía" explicó Etchetto.

"Realmente no tuve ningún escollo en la carrera universitaria. La hice con comodidad, aunque tuve algún 2 o 3, pero coseché varios 10. Era una época difícil. Empecé en el ´71 hasta el ´76. Fui a La Plata. Pero en primer año tomaron la facultad y un ordenanza debe haber visto mi cara de susto y me sacó por una puerta de atrás, y me fui. Ese fue mi último día allí. Hablé con mi papá y le pedí ir a la Universidad Católica, que era lo que en realidad él quería, y me fui a Buenos Aires. Me recibí en la UCA. Es que yo fui a estudiar y cuando tenía tiempo libre hacía dos cosas: buscaba una amiga que fuera linda y me iba al autódromo, así de simple. Tuve la suerte de poder vivir bien, con departamento propio y auto. Como mis padres podían, como yo era hijo único, me dieron absolutamente todo. Por eso sigo yendo al cementerio a llevarles una flor a mis padres y a mi tío Peruco. Tuve una hermosa infancia, adolescencia y vida universitaria, donde tuve profesores de primer nivel" dice emocionado, cortándosele la voz, al recordar a don Santiago y a doña Mercedes.

"Cuando volví, ya recibido, estuve dos años sin ejercer la profesión. Manejaba un camión de mi viejo, que tenía varios transportes de hacienda, así que iba al Mercado de Liniers todos los días, iba y venía en el día. Mi papá tenía una consignataria en Liniers, inclusive. Hasta que un día me dijo que no me había hecho estudiar para que manejara un camión. Así que Amílcar (Dirazar) me invitó a ir a su estudio y compartimos diez años maravillosos, nos entendíamos perfectamente como profesionales. Después por circunstancias de la vida cada uno tuvo su estudio, pero siempre muy amigos. Me ha ido bien en la profesión, conforme con lo que hice. Quizá pude haber hecho mucho más, pero cada uno tiene sus apetencias. Hice muchos cursos de especialización. Tuve la suerte de tener clientes amigos y de muchos años. Cuando empecé éramos 50 abogados en Olavarría y hoy hay somos 400. Epocas distintas, ni mejor ni peor; sólo distintas, aclaro, con una profesión más protocolar que ahora, lo mismo que la justicia, y con códigos que se respetaban a rajatabla, con relación de mucho respeto con los colegas" afirmó sin vueltas.

"¿Lo que más hice?. Cuando los abogados decimos soy especialista en tal cosa, me parece una falta de respeto. algunos han dedicado más a cierto trabajo porque es lo que más le ha gustado. Yo respeto mucho a Amílcar, porque le gustó siempre el derecho administrativo y lo hizo siempre y muy bien. En mi caso me gustaba mucho daños y perjuicios, pero lo que más me gustó desde la facultad fue el derecho comercial. Por eso hice algunos concursos y quiebras en Olavarría, muchos reconocidos inclusive. Hice derecho laboral, pero no soy un especialista en eso. Lo he tratado desde la empresa o desde el empleador, pero desde ahí tenemos que ver cómo pagar lo menos posible en la mayor cantidad de cuotas, pero siempre se termina pagando. Diferente es el abogado que defiende al empleado. También hice sucesiones, que es más sencillo, y me ha tocado trabajar con gente del campo" contó con esa forma calma y detallada que lo caracteriza.

"Cuando murió mi padre cometí dos errores: dejé de dar clase y vendí el auto de carreras. Pensé que por dar clase y correr, y él iba al campo, muchos se habían fundido. Pero me quedé con ganas de seguir dando clases, y durante cinco años fui profe de derecho comercial en un colegio de Claromecó, donde tengo una casa. También di en la Facultad del Centro. ¿Si ahora dejo?, No. Hablando en tuerca, yo siempre manejé, ahora seré acompañante, pero de allí a dejar no creo porque soy muy inquieto, lo paso bien en el estudio hablando con mis clientes y por mi forma de ser, tengo trabajo en Pehuajó, Trenque Lauquen, Gonzales Chaves, Tres Arroyos, así que viajo y atiendo en forma personal, y seguiré haciendo eso. Estaré más distendido, eso seguro" terminó diciendo Raúl Etchetto, quien con Mirta Dietrich son padres de cuatro hijos: Santiago (abogado), Fernando (ingeniero agrónomo), Raúl Reynaldo (está haciendo la carrera de ingeniero electromecánico) y Federico (terminando el secundario en Cáneva).