Hasta fines de julio que pudieron volver a abrir sus puertas, la mayoría se reinventó y comenzó a trabajar bajo la modalidad de delivery, una alternativa que dio alivio a un sector que se sostenía con mucho esfuerzo. Esta posibilidad, sin embargo, para muchos no representa la solución. Y así lo reflejaba este Diario con testimonios que hablaban de una metodología de trabajo que no llegaba a cubrir los costos mínimos de una estructura como un restaurante o bar.

La reapertura en julio llevó a que muchos debieran reorganizar el salón y las mesas, además de tener en cuenta las cuestiones vinculadas con la higiene.

Las vajillas, por ejemplo, deberían ser desinfectadas entre uso y uso. En algunos casos, al momento de abonar se pedía preferentemente que fuera por débito o mercado pago, que no sea en efectivo.

El protocolo de trabajo obligaba a un distanciamiento entre mesas, desinfección al máximo y un sistema de reservas.

Además, la capacidad de cada comercio y la disponibilidad de espacio fueron una de las claves que analizaron propietarios y encargados de bares y restaurantes para prepararse en la reapertura del sector.

Ahora, nuevamente bajo el paraguas del delivery, el rubro de la gastronomía se reorganiza nuevamente. Las expectativas están puestas en noviembre, ya que esta medida de cierre regirá en principio hasta al 1° de ese mes.