Karina Gastón

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Desde una sopera de la realeza o jeringas de la segunda Guerra Mundial hasta la pétalos de rosa de 1911 en una libreta de casamiento o el gramófono de una abuela cocinera de cónsules y contrabandistas. Todo es parte de "Las Musas en Casa", una propuesta de la museóloga Maribel García con más de 100 objetos que hablan desde diferentes lugares del mundo, con historias de abuelas, infancias e inmigración.

Nora Cerizola exhibe una sopera de la realeza, de la Casa de los Reyes donde trabajó su abuela asturiana antes de llegar a la Argentina. Claudia Branca se suma con un puñado de jeringas que su abuela aplicaba en Italia, durante la segunda Guerra Mundial, a pedido del médico del pueblo frente a la falta de enfermeras. Romina Tassinari asoma con un barquito anclado en una cáscara de nuez que ideó inspirada en su abuelo, que los hacía con miga de pan y dos palitos como velas. Carlos Castrovinci desempolva la libreta de casamiento de 1911 en la que su padre, un "tano rudo", había atesorado los pétalos de la rosa que le regaló a su madre el día del "sí, quiero". Sheila Anzalone muestra el gramófono de la abuela, cocinera de cónsules y contrabandistas en zona de fronteras de Brasil.

Todo es parte de "Las Musas en Casa", una propuesta impulsada por Maribel García, en la que los objetos cuentan historias y se resignifican en tiempos de cuarentena. La iniciativa de la museóloga y ex directora de los la Red de Museos Municipales de los Pueblos de Olavarría se recrea todos los viernes a las 18, por Facebook, en vivo.

"Los objetos se van revalorizando, los objetos van formando parte de la historia de cada persona y esto es lo que queremos transmitir. Las musas están vivas, solamente hay que buscarlas y, como dice el gran autor Joan Santacana Mestre, hay que bajar los objetos y devolverles el amor que perdimos por ellos", analiza Maribel García, a horas de salir en busca de encuentros que son capaces de desdibujar las distancias y de unir más allá de los idiomas o el covid.

Detrás de las historias

Catherina Pisú dirige es el Museo de Navegación de Aguas Continentales, en el Municipio Capo di Monte, Italia, y no dudó en ser parte de "Las Musas en Casa", más allá del océano, atraída por el perfil del proyecto y la posibilidad de tender puentes por fuera de las paredes de un museo, con sentido comunitario. "Hace unos años hizo nota preguntándose si los museos creados por mí alguna vez podían hacerse realidad en Italia, con ese nivel de respuesta de la gente a las actividades. Me siguió siempre y desde acá invita a la gente a su propia comunidad a unirse y nos empezaron a llegar videos en italiano", admite, con sorpresa y gratitud Maribel García.

Ahí mismo la Asociación Italiana de Tapalqué decidió tomar la posta y "uno de los chicos que es barítono, Juan Sebastián Avalos, cantó una canción con dedicatoria y contó que la música era un objeto que había acompañado para relacionarse con Italia", comenta la museóloga olavarriense.

Lidia Balbo Burani, de la Asociación Italiana de Olavarría, apunta la historia de un jarrón maravilloso con su jofaina que trajeron los abuelos de su esposo cuando vinieron a Sierras Bayas y hace un relato en italiano digno de ser compartido.

Unas y otras, las historias son incesantes, desde los dos juguetes, uno de Italia y otro de Chile, o un reloj de España y de Pehuajó, un elefante de Cochabamba, la cartera que llegó de Israel, una alumna y una mamá que muestran desde Pinamar un cuadro y un santo o la azucarera que une a Tapalqué con Sicilia.

Todo atrae y moviliza pero no como piezas de museo estáticas sino con vida propia, en la antesala de lo que Maribel García plantea como "el futuro de los museos, que ya, y está dentro de nuestros hogares".

En realidad "es una idea que comencé a tener desde primeros días de la cuarentena donde todos decían que habían empezado a revolver cajones, a acomodar su casa, a arreglar bibliotecas, a encontrarse con libros ´nuevos´ que están a la vista pero que se encuentran al revisar", dice la museóloga y narradora.

La colección ya atesora cerca de 100 objetos entre los que se encuentra "Corazón", el libro de la infancia que Mónica Debuchy atesora desde muy pequeña y que un día al subir a un micro en Buenos Aires vio un ejemplar idéntico en el asiento de al lado, con una dedicatoria. Por eso, lo comparte en Facebook con la ilusión de dar con el destinatario.

Relatos cruzados

Claudia Salazar muestra la máquina de coser de su abuela. Nora Cerizola, narradora oral de Lomas de Zamora, cuenta que su abuela Carmen, nacida en Galicia, a los 12 años fue a Madrid a trabajar a la casa de los Reyes de España, ayudaba a vestir a las hijas del rey Alfonso XIII y cuando se vino a la Argentina le regalaron una sopera que muestra en el video.

Aparecen muchas abuelas. Con historias que hablan, conectan, que están hermanadas y trascienden. Lo hacen a través de videos de de hasta tres minutos, que pueden enviar al WhatsApp 02284-15659382, con el relato de un objeto especial. Ya contabilizan más de mil reproducciones y "nos vamos uniendo con ciudades, pueblos y países. Lo más difícil es la comunicación. Se corta muchísimo por Internet pero día a día voy subiendo una historia a mi muro para que no se pierdan detalles", aclara Maribel García.

Como Rita Naviliat, que habla del calentador que servía para entibiar la leche que tomaba su papá, cuando quedó huérfano y al cuidado de sus tías. O Francesca Cavalgliari, desde Italia, muestra una "muñeca ratoncita" que le regaló su mamá y explica que odiaba los ratones y no entiende el porqué de ese obsequio, que lo dejó tirado por mucho tiempo pero nunca se desprendió. Hoy es mitad cabeza y mitad cuerpo pero que la ama y es el juguete de su infancia.

Carlos Castrovinci conserva la libreta matrimonial de sus padres, que data de 1911. Su papá, "era un tano muy serio, rudo y él encontró una marca en la libreta como si fuera de una flor, de unos pétalos. Su tío, que tiene muchos años, le dijo que era la rosa que su papá le había regalado a su mamá el día de casamiento y ahí pudo descubrir a su padre con una sensibilidad diferente", describe la museóloga.

Sheila Anzalone es de Ostende. Su abuela Marta era cocinera de cónsules y contrabandistas de fronteras en la ciudad brasileña de Chuí y tenía un gramófono que llevaba hasta Montevideo. "Iba de compras con elementos como tenedores, cuchillos y fue una gran alegría de hacer homenaje a esta mujer luchadora", apunta García.

Quiénes dicen sí

Cecilia Marsili con una muñeca negra, Laura Gottfrit con un proyector de filminas, Silvia Miraldo con los viejos libros de piano de su tía, Tachi Finocchi desde La Plata y la mantilla con la que se casó su mamá son parte de este rico inventario. Allí aparece Wanda Valenzuela, desde Cochabamba, Bolivia, tiene reloj de su abuelo; su hermana melliza Wendi conserva un elefantito de la suerte que era de sus abuelos. O Jesús Miguel, con la boina que usó su padre cuando cuando invadieron Bahía de los Cochinos, en Cuba, y que se la obsequió a Maribel García cuando estuvo en un encuentro sobre museología comunitaria en La Habana.

Claudia Branca tiene las jeringas que su abuela usó en Italia durante la segunda Guerra Mundial. En el sitio donde vivía no había enfermeras ni tenían permitido viajar para estudiar. El doctor del pueblo le pidió que aprendiera a dar inyecciones porque eran muchísimas las personas a cuidar. Cuando vino a la Argentina fue la enfermera del barrio.

Otra historia especial es la que cuenta Liliana Bonel, sobre una pulserita. El papá trabajaba en el campo y el encargado un día lo invita a ir al pueblo de compras pero él decide no regresar juntos sino quedarse para comprarle una pulserita a su madre y se vuelve al campo caminando. "Cuando llega se entera que el carro del patrón se había quedado estancado en la vía, que pasó el tren y falleció. Ese objeto siempre quedó en la memoria familiar como la pulserita salvadora".

Hay historias de abuelas y abuelos, de infancias y de inmigrantes. Con relatos que se cruzan y retroalimentan, que llegan desde el relato en primera persona, como el de o Juliana Venturini desde Brasil pero también institucionales desde los museos de la Navegación de Capodimonte, Italia, el Tuyu Mapu, el de Tapalqué, Tres Lomas, Museo Madariaga, Azul, la Sociedad Italiana de Tapalqué, Pinamar + Arte, la EEMN 1 Madariaga y el Proyecto de Investigación Memorias del fuego de Juliana Venturini, Brasil. Y acaban de adherirse las narradoras Nire Collazo de Uruguay y Sasa Guadalupe, de Francia.

"Se van sumando grupos y gente que se engancha en esta propuesta. Tenemos casi un centenar de videos de distintos rincones", cuenta Maribel con entusiasmo, en medio del #QuedateEnCasa pero en red con musas que inspiran.

El puente con Italia

"Siempre me ha interesado la museología social y he tratado de aplicar sus principios en la gestión de los dos museos municipales de los que soy directora", explica Catherina Pisú, desde el Municipio Capo di Monte, Italia. En diálogo con EL POPULAR plantea que en en su país está "la Asociación Nacional de Pequeños Museos, dirigido a pequeños museos, en el que el término ´pequeño´ no debe entenderse en el sentido del espacio físico sino en el sentido de la gestión más cercana a la comunidad, de los espacios de exhibición construidos con la comunidad y caracterizados por un fuerte sentido de hospitalidad".

Por eso, plantes que su experiencia es muy similar a la de los museos comunitarios de Argentina. "Uno de los dos museos que administro, el Museo de la Navegación de Capodimonte, en la provincia de Viterbo, tiene como lema una frase del gran museólogo brasileño Mario de Souza Chagas: ´El patrimonio más importante de los museos es el público´", expone la especialista.

De ahí que, al descubrir a "Las Musas en Casa" de Maribel García, una "hermosa iniciativa durante el cierre del coronavirus (en Europa), inmediatamente pensé en unirme y promoverla".

Es que, en su opinión, "un objeto está cargado de los significados y valores que nosotros mismos le damos y que podemos hacer explícito a través de su historia. Escuché con gran interés las historias de los objetos que aún unen a los italianos de Argentina con Italia. Maribel me envió algunos de esos videos que recopilé en el canal de Youtube del Museo de la Navegación".

A su vez, le envió a la museóloga olavarriense la historia de un objeto de su familia y de un objeto del Museo de la Navegación, que pertenecía a una familia de pescadores del lago de Bolsena: una olla de terracota donde los pescadores solían cocinar su sopa típica hecha con pescado de agua dulce, papas, pan y agua del lago. "Esta simple vasija de barro cuenta una historia de pobreza, sacrificios, lucha por la supervivencia que todavía parece haber permanecido apegada a ese objeto. Esto, sobre todo, lo convierte en un objeto digno de ser exhibido en un museo", destaca Catherina Pisú.

Desde la cáscara de nuez

Romina Tassinari es argentina pero vive en Italia. "Una artista increíble", describe Maribel García. "Trabajó siempre en museos y en la época más difícil, en que no podíamos trabajar con la museología comunitaria en Argentina, hace 4 años, se fue a Italia", explica la ex directora de la Red Municipal de los Museos de los Pueblos durante la gestión de José Eseverri. "Los abuelos de Romina vinieron de Italia y ahora ella está allá trabajando mucho como artista y lo que trajo como objeto es un barquito de una nuez. Como lo hacía su abuelo que ponía en una cáscara de nuez miga en el medio y dos palitos para hacer las velas del barco", dice Maribel García, poniendo en valor la identidad, las raíces y la memoria colectiva.