Yanela Alves

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Las enfermedades. Las nuevas, las de siempre, las que después de mucho tiempo no sabemos nada de ellas. A nadie le resulta agradable hablar de estos temas. Sin embargo, es bueno conocer cómo, cuándo, de qué modo y en qué condiciones trabajan los científicos e investigadores para analizar su evolución o llegar a un tratamiento para su cura.

María Eugenia Dieterle es Licenciada en Ciencias Biológicas, egresada de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, con un doctorado que finalizó en 2017. Esa formación fue posible gracias a una beca CONICET donde se focalizó en el estudio de fagos, los virus que infectan a las bacterias.

Durante sus estudios de posgrado, en 2014 y con una beca Becar/Campus France, estuvo en Marsella (Francia) durante 8 meses aprendiendo y trabajando sobre cristalografía de proteínas, una técnica poderosa que permite ver la estructura de macromoléculas a nivel atómico. Eso le permitió junto a su equipo de trabajo, determinar la estructura tridimensional de una proteína del virus bacteriano, relevante para reconocer a la bacteria.

El año pasado, la asociación The Pew Charible Trust le otorgó una beca para realizar estudios de postdoctorado en Estados Unidos durante 2 años. "Mi elección fue el laboratorio del doctor Kartik Chandran, en el Albert Einstein College of Medicine, de Nueva York. Elegí este laboratorio porque estudia virus patogénicos emergentes como Ébola y Hantavirus", comentó la profesional nacida en Sierras Bayas.

Un dato relevante que María Eugenia Diertele contó es que "se estima que, junto con el cambio climático, los brotes virales pueden ser más severos y con mayor frecuencia durante las siguientes décadas". Para ella, es sumamente importante "poder realizar un aporte para encontrar soluciones a problemas actuales que sufre la sociedad".

Ébola y hantavirus

En el Laboratorio estudian los virus como ébola y hantavirus, "para los que no existe, o están en etapa de desarrollo, vacunas o antivirales para combatirlos", manifestó. Allí "hacemos ciencia básica y translacional", agregó.

En el caso de ébola, "el laboratorio ha desarrollado anticuerpos terapéuticos que ya se encuentran en fase clínica". En otros casos, como sucede con los hantavirus, "el desarrollo de algún tratamiento específico está retrasado por la falta de conocimiento en cómo estos virus logran infectar a la célula humana".

Específicamente, la profesional se centra en "discernir cómo entran los hantavirus del Nuevo Mundo (como Andes, que es endémico en Argentina y generó el brote en Epuyén) a las células epiteliales del pulmón humano y de qué forma y en qué momento utiliza a los receptores celulares (moléculas reconocidas por el virus para invadir a la célula)".

Investigar en libertad

Si bien la profesional sierrabayense está en un grupo integrado por profesionales de muchos países (en el Laboratorio comparte con alemanes, austríacos, entre otros), reconoce que se siente muy a gusto trabajando y aprendiendo en ese espacio.

"Se trabaja con mucha libertad y por objetivos, es decir no tenemos horarios fijos. Se intenta que haya mucha interacción entre los pares, por eso tenemos reuniones semanales donde se plantean ideas y se discuten proyectos".

Esos encuentros le resultan muy interesantes porque le permiten conocer la forma en la que los colegas encaran los diferentes problemas que les surgen en su día a día.

"El laboratorio cuenta también con convenios con otras universidades y empresas con expertos en otras áreas que permiten alcanzar los objetivos en plazos más cortos. Es todo bastante dinámico y el financiamiento principalmente es del NIH (National Institute of Health)".

Optimismo científico

La situación de la comunidad científica es preocupante en Argentina, "está atravesando una situación compleja de poca inversión, sumado a una devaluación que complica la compra de insumos y equipos y que en su mayoría son importados", señaló la doctora.

De todas maneras, reconoció que su idea es adquirir experiencia, generar vínculos con laboratorios del exterior y volver iniciando una línea de investigación de relevancia para el país. A pesar de la situación en la que estamos, mantiene el optimismo para un futuro que, anhela, no sea muy lejano.

"Además de necesitar entender el contexto con el que uno está trabajando, se necesita perseverancia para lidiar con experimentos que muchas veces no resultan como uno espera o los salarios, dado que se considera una instancia de aprendizaje, suelen ser bajos", reconoció. Pero mira a su alrededor y entre planillas, maquinarias, tubos de ensayo, y demás instrumental considera que nada de eso la desanima, porque en definitiva, "el esfuerzo vale la pena".

Especialista en fagos

Durante su doctorado, realizado bajo la dirección de la doctora Mariana Piuri, María Eugenia Dieterle se dedicó al estudio a nivel molecular de la interacción de los fagos, virus que infectan bacterias y ciertas cepas de L.Casei. "Estos fagos son unas de las principales causas de fallas en la fermentación en yogures, quesos, leches fermentadas que conlleva a grandes pérdidas económicas". La profesional comentó que "conociendo cómo es el mecanismo de interacción y las proteínas involucradas, se pueden generar estrategias racionales que eviten estas infecciones y que se puedan aplicar a la industria".

Después de trabajar varios años en esta temática, "sentí la necesidad de realizar un cambio a nivel profesional y me incliné por los virus eucariotas con relevancia en la salud pública", reconoció.

Aún sin tratamiento

El hantavirus es endémico en el país y no existe tratamiento específico. Aunque es una enfermedad "relativamente rara", la tasa de mortalidad es cercana al 40% aproximadamente, dependiendo del virus del que se trate.

"Si puedo realizar un aporte, aunque sea pequeño, que ayude al desarrollo de vacunas, anticuerpos, etcétera, creo que el esfuerzo vale la pena", manifestó María Eugenia Dierterle. La profesional especificó que "muchos de los hantavirus, en especial aquellos distribuidos por Sudamérica, necesitan un sistema de seguridad de contención de tipo 3. En el laboratorio no trabajamos con el virus que causa la hemorragia cardiopulmonar. En su lugar, utilizamos el virus de la estomatitis vesicular, que está modificado genéticamente y expresa en la superficie del virus a las proteínas virales (glicoproteinas) que queremos estudiar", detalló.

Dichas proteínas "son las encargadas de reconocer al huésped, la célula, e infectarlo. Posteriormente, aquello que encontramos de relevancia se corrobora con otros laboratorios que trabajan con el virus autentico en células y modelos animales", agregó.

Los motivadores

Siempre hay alguien que marca el camino o que lo presenta como una posibilidad. En el caso de Maríe Eugenia Diertele su profesora de Biología, Nelly Crosta, del Instituto Privado Sierras Bayas, fue una de sus referentes ya que es "a quien, creo, se debe mi formación", reconoció. La docente "me transmitió su pasión por la ciencia. En ese entonces también me di cuenta de que era posible dedicarse al trabajo de investigación científica".

Al mismo tiempo, un "momento bisagra en mi formación" fue la primera materia cursada en la carrera, Introducción a la Biología Molecular y Celular, dirigida por el doctor Alberto Kornblihtt. "Me hizo comprender la importancia de tener un pensamiento crítico, que resulta clave a la hora de evaluar o intentar explicar un determinado fenómeno", destacó la doctora Diertele.