El aislamiento por la pandemia y una oportunidad para reconfigurar las relaciones con los más chicos
Ante la obligación de convivir más de lo acostumbrado, la cuarentena replantea las relaciones. Un momento inédito propicio para establecer un vínculo desde otro lugar. Algunas herramientas para aprovechar esa posibilidad y no morir en el intento.
Luego de un mes y una semana sin clases, la mayoría de los chicos soporta con estoicismo este impensado confinamiento al que los ha empujado el coronavirus. Pero esa exigencia es compartida en muchos casos con los padres, lo cual deviene en una experiencia diferente, donde parece perderse el juego de roles que conlleva una familia o una pareja y, ante la incertidumbre sobre la continuidad o no del encierro, diluye la efectividad de los límites propios de esa relación.
Un mes cumplido de un aislamiento que, paradójicamente, nos ha acercado de manera omnipresente a nuestros hijo
Mientras cada día cobra mayor certeza la sensación de que el ritmo de la rutina horaria acostumbrada pierde sentido ante el impasse obligatorio, padres e hijos se enfrentan a una situación donde deben articular una dosis poco frecuente de tiempo libre con la convivencia. Para evaluar este nuevo escenario proporcionado por la pandemia, la psicóloga Valeria Di Giano estableció que nos encontramos ante un tiempo ya no mediado por los relojes, donde se puede analizar los vínculos desde otro lugar.
El paréntesis en la vida económica generado por el virus está "interpelando las crianzas" señaló en un breve texto compartido con EL POPULAR Medios, donde plantea que "claramente, este tiempo nos invita a interpelar las crianzas. La forma de estar con nuestros hijos ha cambiado, en Argentina llevamos ya un mes cumplido de un aislamiento que, paradójicamente, nos ha acercado de manera omnipresente a nuestros hijos. Todos los padres y adultos vamos a convenir que es una forma diferente, completamente diferente, de estar".
Es un tiempo distinto, de estar y de criar
Este aislamiento "no se compara con vacaciones, ni con otros momentos en donde solemos estar más tiempo con nuestros hijos, incluso aquellos adultos que no trabajan fuera de su hogar. Es un tiempo distinto, de estar y de criar". Con esa mirada, la profesional especializada en el tratamiento de niños, adolescentes, jóvenes y familias puntualizó su predilección por "el término criar, cría, crianza... aunque siempre que hablamos de infancias, adolescencias, también hablamos de crianzas; la pluralidad justamente hace a la diversidad".
Así, destacó que "en tal sentido, cualquier escrito o artículo que hagamos o leamos lleva la impronta de dirigirse a todos, incluso a quien escribe. Y la lectura e interpretación será única, singular. Este tiempo nos atraviesa, nos hace repensarnos y nos permite poder entrar en contacto con aquello que quizá sucedía en el vínculo con nuestro hijos, o con nosotros mismos en términos de ''criadores'', ''cuidadores'', ''sostenes'' ".
Desde ese punto de vista, el tiempo de la pandemia "sin dudas es un terreno maravilloso para aprender... no por ser maravilloso es ''color de rosa'' ", ya que "sin dudas aún el ''criador'' más experimentando, con fuertes herramientas y mucha disposición hoy entra en alguna crisis. Para la crisis tampoco hay recetas. Pero sí se me ocurren algunas ideas, que pueden hacernos sentir más acompañados".
Sin dudas aún el ''criador'' más experimentando, con fuertes herramientas y mucha disposición hoy entra en alguna crisis.
En ese sentido, en la relación con los chicos "es un buen momento para no exigirse ni exigir demasiado. Ni a nosotros como sostén ni a nuestros hijos como hijos. Es mejor buscar en lo simple pero profundo: no dejes de manifestarles y manifestarte el amor, un abrazo apretadito, mimos, atenciones, palabras lindas. Si no es algo a lo que estés habituado, podrías comenzar y superar esa barrera. El hecho de que te levantes, prepares su alimento, la casa esté limpia, es en sí -también- una demostración enorme de afecto", precisó.
- Otra cuestión para sobrellevar la angustia propia del encierro: "Deciles a ellos cómo te sentís, si es posible que sea la ''charlita'' del final del día. ¿Qué sensaciones tuviste? ¿Cómo fue tu día? ¿Cómo fue el de ellos? Habrá días que podrán hablar más, otros menos, otros nada. Pero es muy positivo ''contarlo'' ".
De concretarse esa instancia "es asombroso lo interesante que puede ser una charla con los hijos, incluso siendo muy pequeños, y observar el impacto que esa charla puede tener en sus conductas y en las nuestras. Es probable que los adultos sientan culpa o malestar por no estar todos los días con la misma disponibilidad para el juego (con niños pequeños) o con la misma paciencia. Eso también hay que ponerlo en palabras para que los niños comprendan y empaticen con el adulto, de la misma manera que nosotros empatizamos con su malestar".
Ser flexibles nos hace más humanos
Frente a la indeterminación del final del confinamiento, la profesional instó a "no pretender que todo siga como si nada, es importante poder reordenar y reorganizar. Esto nos cambió, la rutina también cambia. Armar una rutina -modos más o menos estables de convivir en la nueva cotidianeidad- con la que tu familia se sienta cómoda. Algunos querrán dormir hasta tarde, otros levantarse temprano; elegir en qué momento hacer la tarea, no tener ganas de hacerla... ser flexibles nos hace más humanos. Que fluya permitirá alivianar el estrés y la tensión que puede generar ''el tener que hacer'' ".
Por último, en este momento inédito es apropiado "fomentar la corresponsabilidad de todos con todos. No es ''hacer para ayudar a mamá, papá o abuelos (adultos)'' es para el bienestar de todos. Somos un equipo, la idea es llevar el ''carro'' tirando para el mismo lado. Si hay que cuidar y entretener a un hermanito menor, que no recaiga sólo en los adultos, los hermanos más grandes también pueden y deben tomar acción", especificó la psicóloga Valeria Di Giano.