Iván es hijo de sanjuaninos, nacido en la maternidad del Hospital Materno Infantil Ramón Sardá, de la actual Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En la década del 60, como muchos del interior, sus padres llegaron desde San Juan a la gran ciudad. "Y pasaron cosas" dice Iván, "y de ahí salí yo". 

Reflexivo, pero sin ahondar en detalles, contó que "mi viejo se despelotó, nosotros vivimos muy pobres. Tuve una infancia muy pobre, porque mi viejo no enganchó, tomó cierta formalidad laboral que la fue perdiendo y cuando nosotros teníamos 8 o 10 años -somos seis hermanos- tuvimos que tomar ayuda externa porque en familia ya no daba, como muchas familias que venían del interior, desarmadas después de malas experiencias en el centro del país".

Continuó su realto sobre esa dura historia diciendo "nosotros con mis hermanos lo tomamos como algo extraño, de padres bien formados pero que fueron cayendo en la miseria total y tendríamos 8 años y no teníamos qué comer, pero sí teníamos libros para leer. Vivíamos día a día". 

Luego dejó la gran ciudad para irse a vivir a Mercedes, cerca de Luján, en donde realizó sus estudios secundarios. Cuando se decidió por una carrera superior, por cuestiones económicas se fue a La Plata, donde tenía ciertas "facilidades para estar a bajo costo", según contó.

Consultado sobre el porqué eligió una carrera de salud, Iván cuenta que "nunca me di cuenta. Yo tenía muchos motivos de interés -los sigo teniendo-, hasta me gustaba astronomía. Y en diciembre, tenía que elegir una profesión y luego hice un test vocacional. No había tiempo. Pero yo de chiquito había dicho que quería ser médico y después como que se había empezado a complejizar la cosa. La medicina es algo muy grande, ser médico es una profesión más, pero la medicina es grande. Hay muchas ramas y son infinitas".

Las materias humanísticas eran tal vez más de su agrado, pero "cuando decidís estudiar eso, siendo chico, entre tantos motivos de interés, siempre pensé en las letras, pero siendo pobre uno no elige una profesión que no sabe si lo va a alimentar en el futuro. Pero no lo sé, siempre lo hablamos con mis hermanos, porque compartimos mucho y estamos de acuerdo en que elegís una profesión convencionalmente porque no tenés en la cabeza metido que vos podés hacer lo que quieras. Y hacer letra, ponerte a leer y a escribir sin saber si vas a llegar a finde mes..., por ahí era una vocación importante para mí, no una cosa menor, pero no era lo primero que iba a elegir para mí, pensando a los 17 años. No agarrás por un lado más boemio o romántico, un poco por una cuestión de necesidad. Una de mis frases favoritas es de Eurípides: ?la necesidad es la madre de todos los dioses?. Primero cubris una necesidad", sostiene el médico Iván Recabarren.

Desde muy pequeño se interesó por la lectura: "Yo de chiquito leía y escribía. No soy escritor, no lo pude ser. Aunque lo intento. En este momento estoy haciendo un intento de los más importantes que tuve hasta ahora para escribir algo, pero no puedo decir que soy un escritor. Leo y escucho hablar a los escritores y veo que a muchos les pasó lo mismo que me pasó a mí. De tener entre los 10 y los 17 años y leer sin filtros, lo que pasaba. Me acuerdo de haber estado en una institución que me sirvió mucho a mí con una biblioteca gigante y leía novelas, rusas, norteamericanas, francesas, me pasaba la adolescencia, fue impresionante. Para mí uno lleva adentro eso. Ya de chico leía Robinson Crusoe y viajaba, mis viajes infantiles estaban ahí. Pero lindo y sirve mucho, te abre la cabeza, te hace distinto a cualquier persona que lee otras cosas, te sacan de tu propia historia, de tu propias cosas inmediatas, te para un poquito más lejos del próximo pasito que vas a dar".

Con prodigiosa memoria Iván dice que "tenía ocho o 10 años y recuerdo haber leído mis primeros libros, leídos de verdad, por ejemplo, Alicia en el País de las Maravillas o Robinson Crusoe y vos pensás que entendiste lo que leíste. Muchos años después los volvés a leer y te das cuenta que en realidad habías entendido sólo una parte. Alberto Manguel, escritor de cuento argentino/judío, lo leí y me iluminó. Hay distintos niveles de lectura. Vos cuando tenés una edad leés y vas acumulando experiencias y conocimientos y los leés de otra manera. Leés lo mismo, pero lo que sale de ahí, es una experiencia totalmente distinta". 

Luego, desde su experiencia, lanzó esta expresión: "aprendí a saber que no sé definitivamente nada, que todo va a ir cambiando lo que viva. Al ver una película también pasa lo mismo".

Más adelante se explayó sobre sus estudios en la facultad de La Plata, expresando que "siempre me gustó estudiar, me gustó leer. Era un alumno aplicado. Nunca fui prolijo, pero siempre muy volcado sobre el motivo de interés. Fui Ayudante de Anatomía, Ayudante de Fisiología y Ayudante de Farmacología. O sea que fui ayudante de las tres materias básicas sobre el que se basa el conocimiento para hacer las cosas prácticas. Vivía en la facultad. Aprovechaba todo. Me gustaba escuchar las clases y estar en la cocina donde se generaron esos talleres y clases que se daban en las cátedras". 

Se graduó en junio de 1986, y fiel a sus ideas "de izquierda y revolucionarias -creo que las sigo teniendo-, pensaba hacer una medicina comunitaria. Cuando me recibí estaba terminando la dictadura y recién salían otras formas de atención. Por ejemplo, Atención Primaria de la Salud era un modelo de atención comunitaria con médicos generales, cuyo modelo se había terminado de armar en 1878 a nivel mundial y se estaba corriendo hacia el resto del mundo. En los países periféricos recién se estaban aplicando en distintos lugares. En Argentina sólo había reflejo de estos nuevos modelos en Neuquén y en El Chaco. Pero el de Neuquén era mejor. Y comenzaron a abrirse en Córdoba y Olavarría, que tenía una particularidad. Tenía una residencia de medicina general que se correspondía con ese modelo perfectamente y era la única residencia fuera de las de Neuquén. Personalmente estaba suelto y ésa fue una idea de medicina comunitaria y rural, que tampoco el último paso iba a ser Olavarría, la idea era ir hacia el resto del país, pero pasaron cosas…"

Dentro de esas cosas que pasaron, fue el desarrollo de su vida personal, de pareja inclusive. "Vas haciendo proyectos en el lugar, y cuando estaba terminando la residencia se comienza a hacer el programa de apertura de una Terapia Intensiva que no había en Olavarría. La Terapia Intensiva es una especialidad o disciplina médica realtivamente moderna. Después de la década del 70 comenzaron a abrirse las primeras terapias intensivas en el mundo. Así que que en los 80 tenía diez años y pico de desarrollo tecnológico de respiradores y monitoreo, de ese sotén "artificial" de la vida mientras pasan los problemas. En Olavarría comienza a armarse la idea de hacer una terapia de verdad. Justo los que vinieron de La Plata habían estado conmigo en la cátedra de Fármacos. Me invitaron a ir y mientras atendía en la salita comencé a hacer los cursos de especialidad de terapia. En un momento eran como dos "universos paralelos" como dice La Konga. En un momento tuve que elegir. Fue muy duro. Los primeros tiempos era muy loco, en la salita estaba muy presionado con los tiempos". 

Iván puso en valor ese sitema de salud al sostener que "hoy para mí la mejor posibilidad de atención de salud es desarrollar un gran sistema público global de atención inicial y de prevención. Ir primero a la generación de los problemas de salud, a promover más salud, tiene mucho más valor que lo que hacés vos en la Terapia Intensiva, que es recibir el efecto de todo aquello que sucedió en la comunidad. Con el Covid fue un gran ejemplo. Trabajar en educación, las cuestiones de tránsito, de educación para una buena nutrición y actividad física y vida saludable. Pero hay que tener recursos profesionales que no se agotan con los profesionales de la salud, sino en comunicación y una estrategia global, que tiene su costo y que grandes países la tiene re clara. Nosotros estamos re atrasados en eso. Cuánto nos cuesta a las familias, a las persona y a la comunidad, los chicos por año que se accidentan con las motos. Todo eso tiene que ver con una política de tránsito de la ciudad y una educación de todos nosotros". 

Fiel a su modo de ser, Iván Recabarren fue muy crítico de las políticas de salud al sostener que "en Atención Primaria, en aquella época yo veía como que era muy difícil mantener la atención a demanda y programada contra el trabajo en la comunidad. Yo soy médico, pero se necesitan antropólogos, sociólogos, trabajadores sociales. Durante el gobierno de Helios Eseverri, después de la intendencia de García Blanco, el secretario de salud, el Dr. Macaluso, una de las primeras medidas fue dejar en suspenso las designaciones en suspenso de los trabajadores sociales que estaban en los barrios. Es una idea de qué trabajo comunitario querés hacer. Fue un gran retroceso para un sitema que si bien no lo decían acá, era un modelo a nivel nacional. Estábamos más adelantados respecto a otras realidades. Estábamos bárbaros, fue un gran sistema. Habría que haber progresado en esa misma línea".

Iván eligió quedarse en Terapia Intensiva, siendo el coordinador de la sala. Siempre en el hospital público hasta que se separó y tuvo que buscar más trabajo, contó entre risas. De no haber existido otras necesidades, hubiera seguido trabajando en terapia hasta el final. Hoy está en condiciones de jubilarse por insalubridad.

Con respecto a la forma de llevar adelante un equipo de trabajo en un lugar tan sensible, Recabarren sostiene que "nunca fui vertical y creo que por defecto. Nunca me gustó ese orden o esa verticalidad. O, esto se hace así, o firmar un papelito donde estuvimos discutiendo cuestiones profesionales y yo como soy el jefe, te firmo de que, de ahora en adelante esto se hace así y no como lo decís vos. Puede ser un defecto grave también, porque tampoco le das forma o una dirección clara a lo que estás haciendo. Entonces todo parece parte de una discusión contínua de buena o mal manera, sin imponer por decreto nada. Va en contra de un conocimiento científico, o sea la idea del progreso del conocimiento, es la duda permanente. Respeto mucho los intentos de la Facultad de Salud y lo que intentan hacer con una formación distinta, que comienza con la persona viva y no como nosotros que comenzamos con la disección de cadáveres. Eso plantea un futuro profesional distinto, te puede no salir, pero plantea una cosa distinta. Pero si vos como profesional fuiste capaz de formar un grupo que trabajaba remando todos juntos hacia adelante, aportando cada uno lo suyo, respetándonos entre todos, dependía de cuestiones personales y no de formación académica. No me siento nada orgulloso de lo que participé o formé parte, siempre pudo ser mejor. Hemos tenido muchas limitaciones de formación todos los profesionales, que creo que con los años va a mejorar. El principio de autoridad en la ciencia es algo muy negativo y se va abandonando, no hay otra forma. No es más fácil, pero a la larga es mejor. No puedo sentir que lo logré, espero sea mejor". 

Con respecto a las responsabilidades en Terapia, Iván señala que "nunca es tan unipersonal. No es como dice la gente que tal doctor le salvó la vida; es un equipo de trabajo. No hay una responsabilidad estrictamente individual. Hay mucha gente ahí, es una sumatoria. Uno tiene que tener esa sensación de que haces todo lo que podés, que cometés errores, pero que pusiste lo mejor de vos en el asunto. Las estadísticas dicen que 4 de cada 10 personas que se internan fallecen en Terapia Intensiva. Vos entrás a un servicio que tiene esa estadística histórica. Si vos no podés manejar eso, no podés trabajar ahí. En nuestra profesión, aún en ese contexto de riesgo vital, si alguna vez tomaste un camino que no era el mejor, tenés que seguir adelante, porque no hay otra forma de hacerlo. En terapia tenés un paciente sostenido hasta el momento, pero a las dos horas esa situación puede cambiar, entonces no te sentís completamente feliz. Tampoco podés empezar a cortarte las venas porque las cosas no van como vos pensaste que iban a ir. Siempre es una conversación contínua de revisar si lo que se hace está bien o hay que cambiar. Y eso sucede a veces varias veces en un día con la misma persona. A eso se refiere la Terapia Intensiva, un montón de sutilezas que tiene que ver con el sostén vital de una persona, que tenés que estar atento, vos y todo el equipo. En una terapia puede haber consecuencias no previstas, difíciles de manejar y tenés que acostumbrarte, porque sino queda mucha frustración". 

Recabarren sostiene que hace falta una asistencia a los profesionales de la salud regular: "o sea los grupos de servicio de Terapia Intensiva, aún los grupos profesionales dentro del área privada, deberían tener un espacio de conversación común y de asistencia y de revisión psicológica. A veces para valorar lo que se está haciendo o si están pesando situaciones que viviste dentro de tu trabajo, tan duro. Es muy delicado, somos personas que nos hacemos presponsables de la vida de las personas. Tenés que tener un soporte profesional adecuado. El profesional tiene que saber que está en condiciones para hacer su trabajo. Una de las obligaciones que justo en el Juramento Hipocrático de los médicos no está, es sobre la salud del mismo profesional, que atiende los problemas de salud". 

La autocrítica parece una constante en la entrevista: "cuando estábamos esos primeros años de dedicación exclusiva en el hospital fue costoso por el hecho de que tus hijos están chicos. Me asombra esta cuestión de que más tiempo pasás trabajando, ganás más plata. Pero la crítica más grande que me hago es ese momento. Ahora lo veo. No sé si lo hacés por algo altruísta, lo vivís. Aprendés mucho haciendo las cosas. Terapia tiene una parte teórica sutil y profunda, pero tiene una parte práctica, que necesita que puedas desempeñarte en ese momento clave de esas emergencias con ciertas praxis que obviamente, si estás en el hopital las aprendés. También estudiás. Uno aprende mucho ahí. Aprendés mucho trabajando, también si lo sabés hacer". 

Recabarren está pensando en el retiro de una profesión que le dio mucho, pero "mienstras uno trabaja, estudia. No son solamente las horas que estás ahí. Son tantas horas de estudio como de trabajo. Supongo que cuando deje de trabajar, también va a haber un gran tiempo disponible, pero tengo muchas cosas que hacer. Siempre escribí, pero nunca pude superar la poesía. Lo intenté, dos o tres veces, hacer una novela y si bien nunca se la mostré a nadie, me parece que no me salieron. Y ahora estoy escribiendo algo como si fuese una novela corta o un cuento largo, sobre un aparecido en un pueblito rural de Olavarría y me gusta mucho, pero también está el tema de la actividad física, de correr y jugar al golf. Siempre pensé en eso de hacer una vida que no seas un engranaje o ?un ladrillo en la pared?, como cantaban los ingleses, sino que hagas tu vida con todas las cosas que tiene que ver con una persona. El homus modernus sentado en una computadora 10 horas por día no puede ser". 

Iván fue un gran deportista, ganó las primeras ultramaratones que se hicieron en el país, "esas fueron unas experiencias tremendas", comentó. 

"Fui docente mientras estudiaba, fui docente una vez ya recibido en La Plata y acá en Olavarría siempre fui docente de las residencias. Cuando se abrió la facultad fui docente de Fisiología y de Farmacología también acá. Pero también es un poco ir preparándose para el retiro. No tomar cosas nuevas de la profesión. Porque como lo tomo yo, si tuviese que hablar de un tema tendría que estar días y días estudiándolo. Sí lo hago ahora directamente aplicado a mi trabajo actual dominante y cuando me canse será el momento en que me jubile", finalizó Iván Isaac Recabarren.