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El novillo argentino por primera vez, luego de casi cuatro años, lidera los valores de la región y se posiciona con mayor firmeza para vencer los obstáculos que presenta el mercado interno.

El reciente aumento del precio de la hacienda a nivel local, tan esperado para la recomposición del novillito que abastece el mercado interno, no dejó afuera al novillo pesado para exportación. Si bien la mayor corrección se dio en la hacienda liviana, que aumentó desde fines de octubre a la fecha un 25% promedio, los novillos no fueron ajenos a esta suba y acompañaron con alzas del 17%, en igual lapso.

Rápidamente esta suba se trasladó a los valores pretendidos por los frigoríficos exportadores llevando al novillo argentino a niveles de USD 4,59 el kilo en gancho, superando a Uruguay -que actualmente cotiza en USD 4,05- y a los USD 3,69 de Brasil que, pese a haber registrado una importante recuperación en las últimas semanas, sigue marcando la cotización más baja de los tres orígenes.

En momentos en los que el mercado internacional continua muy demandante de este tipo de hacienda pesada, en Argentina, más allá de las restricciones impuestas este año a la exportación, la oferta estructural de novillos sigue siendo escasa.

De los casi 4 millones de cabezas que se faenaban en 2005, previo a las primeras intervenciones del mercado, 15 años más tarde, en 2020, pasamos a faenar menos de 1,2 millones; una pérdida de 2,8 millones de cabezas que claramente forma parte ya de una escasez estructural de una categoría que debería ser el pilar de cualquier ganadería madura y estabilizada.

Sin embargo, el actual contexto pareciera estar marcando una especie de vuelta de taba para el novillo.

En un año donde la faena lleva perdidos cerca de 900 mil animales en los primeros diez meses, con caídas muy marcadas en todas las categorías, los novillos parecen resistir en cierto grado a esta baja. Al menos, llama la atención la relativa estabilidad en la faena de novillos que, hasta el mes de octubre registró cerca de 830 mil animales faenados, apenas 37 mil animales menos que un año atrás. En tanto que, el resto de las categorías, muestran retrocesos más pronunciados: vacas (-250 mil), vaquillonas (-355 mil) y novillitos (-210 mil).

Sucede que, a pesar de las restricciones que aun rigen sobre el mercado de exportación, el novillo logra escapar de la encerrona en la que se encuentra el novillito liviano, cuyo principal destino es el mercado interno.

A diferencia de esta categoría, en la cual la estructura de precios es mucho más dependiente de la relación de compra-venta, el precio del grano pesa muy fuerte en costo final de producción al igual que los gastos de estructura involucrados en el proceso productivo, y donde, finalmente, el precio del producto terminado se encuentra fuertemente limitado por lo que dictan los mostradores locales, el novillo con destino a exportación ofrece otro recorrido.

Con una producción que demanda, en promedio, dos años hasta su terminación final, dependiendo del ciclo involucrado, mucho menos intensiva que la que transcurre en los corrales y, por ende, con un muy bajo costo relativo por kilo incorporado, este novillo pesado con destino exportación, aun con las restricciones vigentes, permite capturar gran parte de los muy buenos valores que ofrece hoy la demanda internacional. A su vez, en momentos en los que es tan pondera la hacienda como reserva de valor, esta categoría permite capitalizaciones con horizontes de tiempo más prolongados.

Como si esto no fuera suficiente, el mercado internacional marca niveles récord para los valores de la carne que se traducen en precios excepcionales para la hacienda en pie. Hoy, el precio del novillo en Liniers -medido en pesos, a valores reales- es un 35% más alto que el promedio de los últimos 5 años mientras que, la referencia en gancho para la exportación -medido en dólares- es un 44% superior al promedio, para dicho lapso. Según un reciente informe del Rabobank, las proyecciones para 2022 marcan un escenario de firmeza para el mercado de la carne vacuna, donde los precios de la hacienda en pie tenderían a consolidar los máximos alcanzados en 2021.

En concreto, en un contexto donde el foco está puesto en el aumento de la producción, en la baja de los costos de alimentación y a su vez, en la reducción del impacto ambiental a través de una mayor intensificación de las ganaderías pastoriles, el novillo argentino vuelve a posicionarse como uno de los pilares fundamentales para el desarrollo sostenible de nuestra ganadería.