El que conoce a los caballos como nadie
El médico veterinario Ignacio Librandi se recibió en 2010 en la Facultad Nacional del Centro, con sede en Tandil, y después comenzó a trabajar en distintos lugares del país, y también en Uruguay, que le permitieron ampliar su capacitación y convertirse en uno de los profesionales más reconocidos en lo que respecta del trabajo con los equinos.
"En mi familia no había veterinarios. Vivimos un tiempo con mi familia en Durañona; luego mi papá (Luis) compró unas vacas y tener caballos, así que los sábados íbamos a trabajar al campo cuando salía de la escuela. Eso me fue llevando a tener una inclinación por los animales y tenerles más cariño a los caballos. Así que se dio la oportunidad de ir a estudiar a Tandil, mi viejo me apoyó mucho económicamente, y pude terminar la carrera sin trabajar" explicó "Nacho".
"Me recibí y tuve la suerte de hacer la residencia en un muy buen lugar, en San Antonio de Areco, una estación de montas, donde se servían alrededor de mil yeguas. Allí trabajaba con potrillos y yeguas madres, y también con reproducción. Eramos dos pasantes y dos veterinarios que formaban parte del equipo del lugar, con un jefe de residencia (Dr. Ignacio Benegas), quien me guió mucho en ese momento. Ahí me entusiasmé en ese ambiente de caballos, especialmente con los sangre puros de carrera. Terminé la residencia y me fui a Orense, con Zubiaurre, en Los Moyes, y después de dar mi tesina basada en tratamientos hormonales ovulatorios en yeguas, con drogas que se utilizan para sincronizar las ovulaciones de las yeguas" continuó diciendo Librandi.
"Posteriormente entré a hacer la temporada en el haras La Providencia, acá en Olavarría, porque yo quería ver y profundizar el tema de partos. También con puros sangre de carrera. Estuve de julio a diciembre. Y de ahí me fui a Lincoln, a un centro de transferencia embrionaria "Doña Pilar" del doctor Fernando Riera, quien es un referente en lo que es reproducción. Ahí hice mis primeras bases en ecografía, inseminación, embriones, etc. Mi jefe de residencia, Benegas, me invitó a trabajar con él en un haras en Brandsen -"La Pesadilla", de Julio Humberto Grondono, el ex presidente de la AFA-, también con los puros sangre de carrera, y como ya tenía más experiencia respecto de la producción, era encargado de todo el haras, manejaba todo, me dieron mucha responsabilidad. Falleció don Julio, algunas cosas cambiaron y por cosas de la vida me fui a un haras de Uruguay, también como encargado general en el "Cuatro Piedras", además de veterinario" recordó Ignacio.
"Allí en Uruguay estuve dos años hasta que con mi señora (Laura Sosa, veterinaria también, nativa de Ayacucho) decidimos volver a Olavarría, estar más cerca de la familia, e inclusive luego nació nuestra hija (Juana), pero abrimos nuestra veterinaria y nos jugamos con proyecto de nosotros y para nosotros. Volvimos en 2017 y nos va muy bien, felizmente. Yo hago equinos, por supuesto, y trabajo en Campo Hípico Las Sierras y en el haras La Providencia; aquí estoy en el día a día, apoyado por otros veterinarios en lo que es reproducción, sanidad, manejo del haras, mientras que mi esposa se dedica a los animales pequeños", manifestó.
"Generalmente hago equinos, pero si algún colega no puede atender una vaca o necesite una mano para inseminar o hacer algún tacto, también hago bovinos, pero mi formación y mi gusto va por el lado de los caballos" resaltó. Respecto de alguna diferencia que pueda haber entre caballos de salto y de carrera o los criollos, Ignacio afirmó que "sí, la hay. En puros sangre de carrera son potrillos jóvenes que se doman a los dos años o dos años y medio y ya se llevan al stud para correr; el caballo de salto se doma a partir de los 3 o 4 años, mucho más tarde porque son menos precoces que el puro, y a su vez el puro corre hasta los 5 o 6, aunque alguno puede llegar hasta los 10, y el de salto es un caballo que salta a los 8, 9, 10, 12 años, es más longevo y tiene otra preparación. Va cumpliendo obstáculos, por etapas, subiendo las alturas" explicó. "Las enfermedades que sufren son similares. En lo deportivo, cada raza de salto y puro o el criollo, según la actividad que haga, va a tener su propia patología", agregó.
Respecto de los problemas que pueden sufrir los equinos, depende la época del año, el médico veterinario comentó que "ahora aparece el moco. El año pasado tuvimos un brote de influenza que surgió en caballos jóvenes, que se originó en Mendoza y luego se vino para este lado para aparecer en La Plata y San Isidro por lo que cerraron los hipódromos. También hay problemas de estreptococo (bacteria que producen mocos y puede originar ganglios infartados) y es peligroso en toda la provincia de Buenos Aires es el tema de la festuca, que es una planta exhuberante, pero que se asocia con un hongo (aparecen así en las banquinas o en lotes de pasturas viejas) y eso produce en la yegua la festucosis, que se expresa como una placentitis lo que conlleva a que el potrillo sufra las consecuencias que son gravísimas. Ahora viene la temporada de partos: los de carrera, las yeguas comienzan a parir en julio y termina en diciembre, y comienza en agosto lo que son servicios. ¿Patologías comunes?, hay que tener cuidado con el frío y también está el tema alimenticio, que a veces se quiere suplementar con algo y se origina un problema digestivo" terminó diciendo Ignacio Librandi respecto de los problemas que por estos tiempos del año pueden sufrir los equinos.