Pertenecen a dos sectores que han seguido marchando cuando muchas actividades debieron cerrarse por la emergencia sanitaria y hablan de cómo transitaron los períodos más complejos. Además, en su día cuentan cómo es la rutina de trabajo, los derechos conquistados y aquellos que todavía faltan conquistar.

Ellos tuvieron que salir a la calle cuando la pandemia comenzaba a asomar y el "quedate en casa" se hacía eco en cada rincón del país. Así, entre decretos de necesidad y urgencia, restricciones y estrictos protocolos, sumado al temor y la incertidumbre, nunca frenaron.

Ahora, ya con la mayoría de las actividades abiertas y una nueva normalidad que permite la importante vacunación puesta en marcha, Sonia González define que hubo hábitos que se instalaron cuando el salir a la calle se redujo al mínimo. Los envíos a domicilio son uno de ellos, "hubo mucha gente que se acostumbró, en un principio la mayoría de quienes acudían a este servicio era la gente grande o aquellos considerados de riesgo. Pero ahora no tenés un rango específico de gente, creo que pasa más por una comodidad".

Otro hábito es el protocolo. "Nosotros seguimos trabajando de la misma manera, con determinada cantidad de gente que puede ingresar al mismo tiempo, con el alcohol y el barbijo en forma permanente", cuenta esta farmacéutica de 51 años.

Ezequiel también habla de los cambios a los que obligó la pandemia en sus épocas más crudas. El rubro alimenticio fue esencial desde el comienzo, aunque debió acoplarse a un horario de funcionamiento restringido y con un horario corrido. "Creo que la pandemia sirvió para demostrar que la gente puede comprar igual y que si nos queremos organizar para un montón de cosas el horario corrido es muy positivo", sintetiza acompañando el trabajo que lleva adelante el CECO para establecer un orden de apertura y cierre que no solo organice el sector comercial, sino que también impacte en una mejor calidad de vida.

En el mostrador de la carnicería del Tres Estrellas de calle Alsina, Ezequiel trabaja a diario ocho horas y media para tener medio franco semanal, de lunes a sábado. Y explica que "hay sucursales que trabajan de corrido pero se van turnando. En mi caso yo siempre estoy en una sucursal, trabajo horario cortado y los domingos son opcionales pero en la situación económica actual y cómo está todo venimos tomando esa opción. La mayoría trabajamos algunos domingos pera sumar más".

En la farmacia CECO se trabajó en la contención principalmente, "sobre todo en la gente que se contagió o que se sentía desprotegida", recuerda Sonia. De allí que, como empleados de comercio, apelaron a los compañeros de otras áreas como el sindicato o la obra social. "Esto ocasionó que un día trabajáramos ocho horas, otro días seis y algunos cuatro. En un momento hubo que cerrar para realizar la debida desinfección del ambiente laboral durante el primer brote grande de Covid. Después, ya pudimos empezar a vacunarnos".

El temor a contagiarse estuvo desde el comienzo, pero "estábamos expuestos todo el tiempo porque éramos esenciales, pero la preocupación más grande era contagiar a tu familia, algunos de nosotros tenemos padres grandes, con enfermedades de base", cuenta al tiempo que destaca las medidas sanitarias que tomaron desde el Centro Empleados de Comercio con la creación de burbujas para impedir contagios masivos y la implementación de los protocolos en todos los sentidos.

La rutina

"Empecé a trabajar en el Tres Estrellas en 2016. Antes trabajaba en una empresa de transporte y me quedé sin trabajo. Tengo dos amigos que estaban acá y me ayudaron a entrar. De muy chico aprendí el oficio de carnicería y de grande, a raís de que no conseguía otro trabajo, decidí dedicarme a esto", asume Ezequiel Nardo a sus 44 años y con una hija de 11.

Lo que más le gusta es la atención al público, ese contacto con la gente que posibilita este trabajo. Ezequiel llegó a Olavarría hace unos nueve años, cuando se quedó sin su trabajo en una fábrica de La Plata "pero anteriormente había trabajado como empleado de comercio", relata.

Además, se desempeña como delegado gremial y desde ese lugar destaca que "cuando arrancó la pandemia, el sindicato tuvo que estar más firme que nunca y darnos las herramientas para ayudar a los compañeros. Creo que todos tuvimos que aprender un poco de todo, sobre todo de cómo manejarnos en este contexto tan delicado".

Así, "los empleados de comercio del sector alimenticio no debemos olvidar que cuando el mundo paró nosotros seguimos adelante. El ser esencial no es una palabra menor, hay que revalidar eso creo yo porque necesitamos que al empleado de comercio se lo mire un poco más, que esté mejor y ése es un trabajo que se está haciendo desde lo gremial". Ahora define que "me gusta lo que hago, me gusta el contacto con la gente y la atención al público".

En la misma línea se ubica Sonia González, quien asegura que si volviera a empezar elegiría el mismo camino. "Me encanta esto y siempre me sentí muy cómoda con el grupo de trabajo. Todos los días damos lo mejor para que el afiliado, que son compañeros nuestros también, reciban el servicio que necesitan".

Ella comenzó a trabajar en la farmacia cuando apenas eran cinco empleados, allí sobre calle Moreno al 2600 donde actualmente funcionan los consultorios de Ocecac. Ahora, la farmacia requiere de 35 empleados y al ampliarse también fue sectorizándose. Como directora técnica, Sonia es responsable de todo lo vinculado a asesoramiento y medicación especial para pacientes con enfermedades crónicas u oncológicos. Incluso, "tenemos una sección especial para diabéticos", cuenta desde esta profesión que está integrada por una mayoría de mujeres.

Sonia trabaja dentro de un equipo integrado por cinco farmacéuticos que no están en la atención al público. Se enmarca dentro del estatuto de Empleados de Comercio, como personal especializado. "Tenemos la formación, el título; pero el trabajo que se hace en la farmacia es en conjunto, no podríamos lograr la asistencia que tenemos de los afiliados si no tuviésemos detrás al grupo de trabajo", destaca quien se formó en Córdoba, lugar donde vivió. Con 30 años de experiencia, dice que "el CECO me permitió hacer todo lo que podía hacer con profesión".