"Ecos de mi pueblo en tiempos de cuarentena", tal es el nombre que lleva la edición número 7 de esta revista hecha íntegramente en la Secundaria N°15 de Espigas. El proyecto nació en 2013 con la intención de que las producciones de los estudiantes llegaran más allá de las fronteras de la escuela.

Este año, la nueva edición llegó en medio de un contexto nuevo que sin dudas dejó muchos aprendizajes a quienes formaron parte de su producción. La tarea no fue sencilla, pero tampoco imposible. Falta de conectividad y esfuerzos que se multiplicaron fueron pilares que apuntalaron una nueva forma de trabajo, incorporada obligadamente en el marco de la pandemia que requiere como prevención el aislamiento social que lleva ya largos meses.

A quienes formaron parte de este arduo trabajo de sostener una edición en un contexto que en ocasiones se tornó dificultoso, esta experiencia les dejó -sobre todas las cosas- ese vínculo entre escuela, profesores, alumnos y vecinos que existe desde hace tiempo pero que ahora se hizo más evidente.

La revista tiene 46 páginas en las que se plasman historias de vida de vecinos del pueblo que deben hacer frente a esta pandemia, muchas veces con pocos recursos. Qué es, cómo prevenir y a quiénes afecta más esta enfermedad también forman parte del contenido propuesto para una edición hecha en el marco de un nuevo contexto. También hay editoriales sobre estos tiempos y allí presente está destacado este nexo tan importante que debe ser considerado eje central de la continuidad pedagógica.

En palabras de la profesora de Lengua y Literatura de esta Escuela, Natalia García (también coordinadora de esta revista), "esto es la escuela, es este vínculo y hay que valorarlo. Es la única forma que la continuidad pedagógica se dé. De lo contrario, son solo materias y contenidos. Y eso no es continuidad pedagógica".

Una escuela abierta en cada casa

"La escuela sigue abierta en cada casa", así se titula la nota editorial que hace referencia a los tiempos que corren. Y allí mismo, entre las líneas se destaca que "hemos aprendido una forma de acercarnos, de estar comunicados, de compartir saberes, experiencias y sobre todo seguir unidos".

En este nuevo número de la revista se cuenta que en el pueblo cambiaron muchas cosas. Blanca Grande, un sitio habitado por entre 80 y 90 personas, tampoco es el mismo en estos tiempos. "Los niños ya no salen a jugar como antes. A la salita de emergencia del pueblo ya no llegan muchas medicinas", situaciones que da cuenta de una realidad que era impensada hace apenas unos meses.

También se da cuenta, a partir del relato de una vecina con sus 4 hijos, que la cuarentena no es igual para todos. Esta vecina "no tiene auto para ir hasta la ciudad a comprar víveres y muchas veces la gente no la lleva por precaución".

Un empleado rural cuenta que no lo dejaron pasar porque tiene domicilio en Olavarría y tampoco pudo llegar a esta ciudad porque no le alcanzaba el combustible. O un señor que recorre varios kilómetros a caballo con su hijo para buscar las tareas escolares.

También se visibiliza la vivencia de un ambulanciero del Hospital de Espigas y de una oficial de la Policía Bonaerense.

El problema de la ausencia de conectividad quedó plasmado en estas páginas, una traba muy presente que, sin embargo, no representó obstáculo para dar y tener continuidad pedagógica.

Una entrevista al delegado de esa localidad, proyectos escolares y el trabajo en estos tiempos completan un número que describe y analiza al pueblo en medio de la pandemia.

"Esta revista es una publicación que fue pensada y realizada por los chicos de la escuela. El proyecto empezó en 2013 y ya llevamos 7 ediciones", contó la profesora, Natalia García.

Y recordó que "la idea surgió cuando empecé a ver que las producciones de los chicos eran muy ricas e interesantes, y sentí la necesidad de reflejar ese trabajo en una revista para que trascienda las fronteras de la escuela, para que las familias vean las producciones de sus hijos y para que toda la comunidad pueda conocer qué se hace en la escuela pública".

Los textos que se publican están realizados por chicos de todos los cursos y de todas las materias. La revista contiene noticias de la escuela y del pueblo, entrevistas, notas vinculadas con la salud, con la economía, con el arte; entre otros temas.

Los chicos hacen reseñas de los libros que leen, escriben poesías y cuentos, notas de opinión acerca de temas de actualidad, "hay un trabajo distinto de los alumnos cuando saben que es para publicarse en la revista. Es como que trabajan más comprometidos, con más ganas y entusiasmo".

La docente destacó que "la revista ha permitido también generar una relación distinta entre la escuela y la comunidad de Espigas. Por eso es el nombre ''Ecos de mi pueblo''".

Allá en 2013, "cuando empezamos, los chicos de 5° escribieron la editorial y decían que ''nuestro objetivo es ser el eco de todas las voces que recorren nuestras aulas y nuestras calles''. Hoy esos chicos ya son adultos, algunos viven en la localidad y se siguen relacionando con la escuela".

Un puente educativo

"Este año, la revista tuvo una realización diferente. Tuvimos que reacomodarnos para trabajar a la distancia, tuvimos que sortear problemas de conectividad de los chicos. Fue todo más complejo, pero no lo queríamos dejar de hacer porque la revista sigue siendo un puente educativo que nos mantiene vinculados y que demuestra que en la escuela se sigue trabajando".

La conectividad, algo de lo que tanto se habla en estos tiempos. Allí, en Espigas, "hay chicos que directamente no tienen conectividad, hay otros que tienen datos, pero cuando se les terminan ya no tienen cómo conectarse. Tengo alumnas que se conectan con el Wifi de algún vecino así que con frío y todo salen al patio o a la vereda para poder tener conectividad. Eso sí fue complicado. Todos nos manejamos por whatsapp, y en aquellos chicos que directamente no tienen nada de conectividad, la directora les lleva cada 15 días cuadernillos, fotocopias, y retira los trabajos. Así que de esa manera lo logramos hacer", resaltó Natalia García.

Incluso, contó que en la escuela "tuvimos que digitalizar tosas las producciones de los chicos que en su mayoría no tienen computadora, tienen teléfono nada más así que tuvimos que pasar en limpio todo eso".

Lo cierto es que hubo un gran trabajo en equipo. "Yo aparezco como la cara visible, pero hay mucha gente trabajando en esto. Destaco el compromiso de todos y el gran trabajo de la directora, Carina Escobar, siempre pendiente de todos los detalles para mantener este vínculo entre escuela y comunidad".

¿Qué queda de toda esta experiencia? "Lo que nos va a quedar va a ser lo humano. Los chicos aprenden contenidos porque, de una forma u otra tienen que ponerse a hacer las actividades, a leer, a compartir algo. Pero más que nada va a aquedar esto de mantener los lazos a pesar de todo", definió la docente.

Entre ejemplos, mencionó a una adolescente que ante la pregunta de qué es lo que más desea responde "volver a la escuela". Ellos, los alumnos, "quieren volver. Yo se los digo a ellos: estamos valorando lo que antes nos parecía algo tedioso. Las verdad que ahora lo necesitamos tanto que estamos valorando eso que antes no veíamos".