Editado por Zorro Rojo, el libro recuerda a ciclos populares de lo extraño como el "Aunque usted no lo crea" de Jack Palance de los 80 o los sucesos paranormales del programa de TV "Increíble pero real". Recuerda a los artículos de curiosidades que podrían salir en la revista Muy interesante, a esos libros que recopilan avistajes de ovnis y misterios contemporáneos a los que le han concedido algún artículo en la prensa de sucesos, pantallas amarillistas y demandas sensacionalistas.

El "facekini" existe. También Zhang Shifan, ideadora de la prenda. El furor por la piel blanca en Asia es cultural. Las medusas del mar Amarillo son efectivamente un negocio rentable y tradicional en las costas de China. Desde el primer dibujo (un sujeto cubierto por una única prenda que le borra la expresión de la cara y desdibuja la humanidad de su cuerpo) el texto invita a des-aterrarse. Lo perturbador es la imagen en el papel. El texto amansa. Parece Enríquez haciendo la operación inversa con la que accedió al podio del terror literario: no construye horror, no apunta a un imaginario oscuro para sugerir o abrir el cauce de imágenes aterradoras. Lo deconstruye, se ciñe a datos concretos y terrenales. La metafísica apenas insinuada.

Esos dibujos plasman una atmósfera, es lo que ocurrió cuando todo el mundo estaba encerrado o, los que podían estaban encerrados, y un grupo de personas se conectó. Unos empezaron a dibujar, otros a escribir. ¿Por qué pasó eso? Había una pandemia, pero retrataron lo que ocurrió a modo de crónica realista, "nosotros con Covid hicimos algo, y lo que estaba flotando o sumergido, es esto que vemos acá. Casi una crónica atmosférica, casi la crónica de una forma de estar", dice a Télam el Dr. Alderete.

Jorge Alderete (Neuquén, 1971) y Mariana Enriquez (Buenos Aires, 1973) se conocen desde los años de facultad en La Plata. Él inmortalizó a Maradona en el Estadio Azteca de México, donde vive hace décadas: es diseñador de álbumes emblemáticos y súper reconocibles como "Bohemio", de Andrés Calamaro. Melómano que, como ella, deja atravesar su obra por la cultura rock.

Ella es la escritora más reconocida del género de terror en estos días, ganadora del premio Herralde de Novela 2019 por "Nuestra parte de noche", elogiada en 2020 por Patti Smith por el libro de cuentos "Las cosas que perdimos en el fuego" -que será llevado al cine por la directora galesa Prano Bailey-Bond- y elegida por Nobel japonés Kazuo Ishiguro como autora de uno de los mejores libros de 2021 por "Los peligros de fumar en la cama".

"Cuando empezó lo del Covid venía muy predispuesto a tirarme en un sillón lo que durara la pandemia -cuenta a Télam Alderete-. Hacía poco habíamos pasado la gripe H1N1 que fueron dos semanas de medio aislamiento y pensé que iba a ser lo mismo. Cuando me quise acordar estaba dibujando sin parar, sin rumbo y ninguna idea muy clara. Iba poniendo imágenes en una carpeta de mi computadora y, en algún momento, empezaron a tener cierta coherencia. Cuando llevaba 50, 60 hechas, dije bueno, acá hay algo. Y en ese momento le hablé a Mariana. Le dije: ‘creo que tengo acá un libro, que ya está prácticamente dibujado pero que no está escrito todavía’ y le mandé todos los dibujos de golpe. A ver si le interesaban, a ver cómo la encontraba también a ella la pandemia, el encierro y demás".

"Jorge me mandó estos dibujos que hizo cuando tuvo mucha fiebre, no sabe si fue Covid, al principio de la pandemia, dibujaba tirado en la cama, le salían estas cosas y por ahí me dijo ‘¿tenés ganas de hacerles texto?’ -dice la versión de Enriquez-. Yo venía hablando mucho de ‘Nuestra parte de noche’ y necesitaba una limpieza en la escritura, así que escribí en colaboración, algo que hago poco y nada, usando disparadores en vez de cosas de mi imaginación. El libro no tiene mis obsesiones, la cosa fetichista y de moda son obsesiones de Jorge, y tiene mucho de ciencia ficción, de un evento que no se nombra y que no necesariamente es la pandemia, de donde vienen seres extraterrestres y cosas raras".

"Muchas de las imágenes para mí siguen significando una cosa pero a Mariana, sin yo contarle mucho, le disparaba por algún lado que tenía poco que ver con eso, era otro universo y era genial que sucediera: el proceso creativo iba ramificándose sin saber adonde nos llevaría", dice Dr. Alderete.

-Télam: El libro tiene 90 dibujos. Cuando dijiste acá hay algo, ¿qué era?

-Dr. Alderete: Incertidumbre sobre la creación de cualquier futuro posible. En el libro hay de todo un poco, medicina, sexo, cosas muy presentes de nuestro cotidiano y a esta pandemia la habíamos visto en 10 mil películas de ciencia ficción hasta ayer y ahora estaba acá, la cosa era: ¿y ahora qué? Un poco desde ahí las imágenes empezaron a hacer clic unas con otras, el común denominador era esa fantasía de futuro, sin detenerme mucho a analizarlo. Las imágenes hacen pie en un pasado o en cómo era el futuro en los años 80, por decir una década que no es la única, tienen que ver con cómo imaginamos a lo largo de la vida y de la historia los posibles futuros.

-T: No parecen textos de terror ni textos inquietantes necesariamente.

-M.E: Jorge me iba mandando las ilustraciones sin orientación, con algunas me mandaba tres o cuatro renglones de artistas plásticos o de lugares medio típicos de Ciudad de México por ejemplo: hacen tal cosa, queda en tal lugar, cosas específicas. Después yo inventaba todo. Le pedía orientación si no se me ocurría nada y especialmente con las imágenes geográficas y de bichos me permití jugar. Improvisé, exageré y también inventé personajes, aunque de algunos me gustó más contar la historia real que cualquier cosa que pudiera imaginar, como con los científicos rusos, relocos, que inventaron el theremin, uno de los primeros instrumentos musicales electrónicos.

-T: Los textos que parecen invenciones son los de "las daianas", esas damas huecas con un rayo creador en la frente, o "las Damas de Piedra", acróbatas que recorren el mundo con su circo de mujeres excéntricas y poderosas, y el Museo de los placeres extraños. Todo lo demás se encuentra en Internet.

-M.E: Esos son cuentitos míos escritos como crónica, como aguafuertes extrañas, algunas basadas en hechos reales y otras para nada, pero todas tratadas en un mismo tono. La escritura periodística tiene una característica que me interesa mucho y que está en el corazón de los textos de la posverdad: la gente se cree mentiras cuando están vinculadas a una forma de decir y de escribir que implica -por codificación de género- que eso es cierto. Se genera un efecto confuso que hace que no sepas si se trata de un hecho real o una leyenda urbana, como las daianas, que vienen de un planeta (que existe), la cabeza de Juárez (que existe) donde nunca pasó lo que conté, o los chicos que chupan un muñequito que da alucinaciones (como las cosas que decían de Los Pitufos). Noticias clase B que son crónicas de sucesos y que en este libro aparecen mezcladas con minibiografías que tienen siempre un poco de ficción, tipo José de Zer.

-T: ¿El entorno pandemia impactó en los textos?

-M.E: Empezamos cuando estaba todo mal. Yo no estaba ni estoy en página en blanco por pandemia, lo que me pasaba y que ahora me pasa menos, quizás porque la cuestión va aflojando, es que no tenía tema, pensaba ¿por qué en medio de todo esto estoy escribiendo ficciones? El otro día lo hablaba con Samanta Schweblin, le dejé un pequeño mensaje porque vi la película "Distancia de rescate‘’ y me gustó. Ella me contaba que había estado acá pero que no había pasado por Buenos Aires, cosas así, pavadas, y guardé el mensaje porque estaban por cerrar todo por Navidad en Alemania y al final me dice: ‘y nosotras estamos escribiendo ficción ¿Para qué?’. No le respondí, pero me quedé pensando en eso y tenía razón, ¿para qué? Aunque era algo muy distante con lo que estaba pasando en la realidad, la gente demandaba ficción, iba a ver series, quería leer, a mi novela le iba re bien. Pero a mí me pasaba que no tenía el impulso.

-T: ¿Esa falta de impulso podría vincularse al recorrido visual que hay en el libro por imaginarios de la ilustración apocalíptica contemporánea que, sin embargo, el texto elude?

-M.E: Yo estaba re apocalíptica, en plan ¿para qué si se va a acabar el mundo? Pensá que escribir siempre es para el futuro, termina saliendo un año después. Mi sensación era ¿y quién lo va a leer si va a estar todo el mundo enfermo? Pero cuando todo el mundo se dio cuenta de que el virus podía controlarse me volvió la lamparita de la imaginación y ahora está todo bien. Estoy laburando, pero ese momento era bastante oscuro y este libro me ayudó a encontrar un espacio de juego y de ficción cuando en mi cabeza no lo había, lo podía producir por oficio, por esfuerzo, pero no con ganas.

-T: ¿Qué significa ese año de la rata?

-Dr. A: El título es importante porque es la única referente China, adonde nos dicen que se originó el virus. En algún momento me empezaron a saturar las imágenes de doctores y barbijos que las pantallas mostraban todo el tiempo y traté de esquivarlas, por eso digo que este libro nació en pandemia pero que no habla de la pandemia. No quería poner una sola imagen con un tapabocas y así aparecieron como recursos máscaras de látex y facekinis. Si a este libro lo agarrás dentro de 20 años, el único link directo a la pandemia estará en el título, en las imágenes no, es una crónica de lo fantástico o surreal que ese momento pudo haber tenido.

- T: ¿Qué sensación tuviste al leer los textos por primera vez?

-Dr.A: Alegría por encontrarme con algo que no esperaba. Lo que me gustó es que todo ese universo visual no decía lo que yo quería decir. Celebrar lo inesperado es fundamental, sobre todo en un proyecto que habla sobre la incertidumbre del futuro. Tenemos muy pocas más alternativas que amigarnos con eso.

Un código QR permite ver las prolongaciones del libro "El año de la rata" como proyecto múltiple

"El año de la rata" se expande en varias direcciones, una de ellas es una video danza que está circulando ahora por festivales especializados, que puede seguirse mediante el código QR que Dr. Alderete -uno de los autores del libro- incorporó a una de las ilustraciones a doble página del libro.

"Paralelo a que Mariana Enriquez viera las imágenes y empezara a escribir, una amiga bailarina de Los Ángeles con su pareja, que es director de cine y fotógrafo, adaptó algunas de esas imágenes a fotografías que ella personificó. Después hicimos el video danza que está circulando ahora. Un amigo le hizo la música desde Portugal y en una de las imágenes doble página del libro hay un código QR que puede escanearse para ver esos trabajos", explica el ilustrador.

La otra situación que acompaña la aparición de "El año de la rata" es la puesta en marcha de "un espectáculo muy presencial para girar en 2022 que involucra dibujo en vivo, danza, música y textos", asegura Alderete.

Se trata de un proyecto "muy rico creativamente -asevera-. La danza, la música, todo se fue retroalimentando. Dibujaba a una modelo jamaiquina que vive en Londres y ella me mandaba sus sueños que generaron muchas otras imágenes que aparecen en el libro y después Mariana retomaba y convertía en otra cosa".

"Me gustó el proyecto colaborativo desde lo más amplio de la palabra, acá cada quien usaba el trabajo del otro como un disparador y cuando lo poníamos todo junto funcionaba igual", resume.