FIO, la reinvención permanente de la profesión
Junio es un mes particular para la ingeniería argentina. Cada 6 de junio se recuerda al primer grupo de profesionales que egresó en 1870, mientras que el día 16 es el aniversario de la creación de la primera carrera de ingeniería en el país. Más de un siglo después la disciplina sigue haciéndole honor a su etimología demostrando ser un campo dinámico y evolutivo.
"La ingeniería forma parte de un circuito muy virtuoso" considera el ingeniero industrial Sergio Corso, docente de la FIO. "Si lo pensamos desde una perspectiva histórica, siempre se ha enfocado en conectar los desarrollos científicos y la realización de grandes obras. Desde las pirámides egipcias hasta grandes desarrollos en mecánica de la revolución industrial. Asimismo ha sido generadora de avances científicos desde lo empírico, con grandes contribuciones a la ciencia", destaca.
El profesional considera que la imagen de la ingeniería hace algunos años que experimenta un cambio de mirada. "Actualmente es inexorable trabajar sobre el factor humano, y de modo articulado. No se puede negar que la ingeniería desde hace tiempo viene trabajando de una manera mucho más interdisciplinaria", y ejemplifica: "Es impensado que un ingeniero civil, o un ingeniero electrónico no interactúen con un profesional financiero en el desarrollo de sus tareas".
Hoy las múltiples miradas sobre el factor humano así como los aspectos sociales y culturales, forman parte estructural de cualquier proyecto o desarrollo que involucre a las ciencias exactas. "El enfoque duro que solían tener algunas ingenierías hace 100 años, por un proceso natural va contemplando otros aspectos más blandos", define Corso.
La profesión
en la región
De acuerdo con el docente de la Facultad de Ingeniería, el rol de la Universidad en el centro bonaerense contribuyó a la calidad de la profesión. "Con la experiencia y madurez dentro de las carreras se van logrando excelentes profesionales, y de alguna manera se rompe con la centralidad que nos caracterizó hasta finales de los ‘90. Si no estudiabas en Buenos Aires o La Plata la formación no sería buena. Esa mirada no era buena para nadie y quedó en el pasado", resaltó.
Sin embargo, hay desafíos a enfrentar. "Hay una deuda en la conexión entre oferta de profesionales y demanda de la industria" reflexiona el ingeniero. "Hay espacios de trabajo dentro de la sociedad que promueven esta conexión y la ingeniería debe buscar la manera de promover las oportunidades hacia todo proceso productivo de bienes o servicios. Y que el profesional cuente con las capacidades como para desenvolverse a la altura de las expectativas del puesto", alienta.
La dinámica de los tiempos que corren forma parte de esta evolución, la cuarta revolución industrial lo reafirma. "La formación dura es necesaria, pero de alguna manera el conocimiento se va ‘comoditizando’. Lo vivimos a diario cuando consultamos Google", dice Corso.
"Hay un espacio donde, si se toma el conocimiento infinito que está al alcance de todos, combinado con las herramientas que la ingeniería entrega, más algunas habilidades personales que conecten el circuito, los resultados podrían ser exponenciales. Es una senda de crecimiento real tanto para la empresa como para el profesional, la profesión y la sociedad en su conjunto", asegura.
El profesional, que además de ser docente de la FIO se desarrolla en el ámbito privado, considera que la velocidad de cambio es el rasgo distintivo en estos tiempos, por eso "las universidades deben revisar sus estructuras de funcionamiento internas, para atender los cambios del entorno con mayor velocidad", reflexiona. "Hoy es un trabajo en curso pero que aún tiene un largo camino por recorrer, y representa un cambio de paradigma en el funcionamiento de las instituciones universitarias, la impacta en todos los sentidos, desde la infraestructura hasta los recursos humanos que las componemos. No será una tarea sencilla", concluye el ingeniero.