Francisco pidió que los países no se aíslen en la pospandemia y rechazó el antisemitismo
Solicitó en Bratislava que los países sean solidarios y rechazó "toda forma de violencia y antisemitismo", al tiempo que criticó las manipulaciones que "instrumentalizan la religión". Tras reunirse con la presidenta Zuzana Caputova, visitará el martes en Kosice a una de las poblaciones gitanas más grandes de Europa.
El papa Francisco pidió ayer desde la capital eslovaca, Bratislava, que los países europeos no se aíslen en la pospandemia y que sean solidarios "atravesando las fronteras" y renovó su condena "a toda forma de antisemitismo", durante el segundo día de su gira por el país al que consideró "el corazón" del continente.
"Ninguno puede aislarse, ya sea como individuo o como nación", planteó el pontífice durante el discurso que dio desde los jardines del Palacio Presidencial de la capital Bratislava, para hablar al continente desde "el corazón de Europa", como describió a Eslovaquia.
"Fraternidad es lo que necesitamos para promover una integración cada vez más necesaria", aseveró Francisco en discurso que pronunció tras una reunión privada con la presidenta Zuzana Caputova, líder ambientalista de 48 años que en 2019 se convirtió en la primera mujer eslovaca en ser elegida para el cargo.
Caputova dio el salto a la política tras haber ganado fama como abogada ambientalista gracias a su batalla contra un vertedero ilegal de Pezinok, su ciudad natal, y parece haber ganado varios cuerpos en la consideración del Papa como una líder que contrapese los liderazgos conservadores del este europeo que se referencian en el premier húngaro Viktor Orban. La diferencia entre las menos de siete horas que el Papa pasó en Hungría y los cuatro días que pasará en Eslovaquia hasta el miércoles pueden leerse en esa dirección, según analistas.
La mandataria eslovaca no ahorró gestos hacia el Papa desde la llegada de Jorge Bergoglio a su país, lo consideró "un mensajero de la inspiración que se necesita para el futuro de la humanidad" y destacó los mensajes "contra los peligros de nuestro tiempo, como el populismo" de los escritos del pontífice.
En ese marco, para el Papa, la fraternidad europea "urge ahora, en un momento en el que, después de durísimos meses de pandemia, se plantea, junto a muchas dificultades, una anhelada reactivación económica, favorecida por los planes de recuperación de la Unión Europea".
Según Francisco, "todavía se puede correr el riesgo de dejarse arrastrar por la prisa y la seducción de las ganancias, generando una euforia pasajera que, más que unir, divide".
"Además, la sola recuperación económica no es suficiente en un mundo donde todos estamos conectados, donde todos habitamos una tierra media", profundizó el Papa, que se quedará en Eslovaquia hasta el miércoles, acompañado por Télam como único medio latinoamericano a bordo del avión papal.
"Que este país, mientras en varios frentes siguen luchas por la supremacía, reafirme su mensaje de integración y de paz, y Europa se distinga por una solidaridad que, atravesando las fronteras, pueda volver a llevarla al centro de la historia", pidió el Papa.
Durante su discurso, el pontífice planteó ademas sus preocupaciones sobre la pandemia de coronavirus.
"Nos ha mostrado que es muy fácil, a pesar de estar todos en la misma situación, disgregarse y pensar solamente en uno mismo. Volvamos a comenzar reconociendo que todos somos frágiles y necesitados de los demás. Ninguno puede aislarse, ya sea como individuo o como nación", reclamó.
En ese marco, convocó al continente a pensar la crisis de la pandemia "como un llamado a repensar nuestros estilos de vida".
En esa línea, al firmar el libro de visitas del Palacio Presidencial, el Papa planteó su intención de que Eslovaquia "sea un mensaje de fraternidad y de paz en el corazón de Europa".
Por la tarde, Francisco retomó uno de los ejes de su breve paso por Budapest y pidió rechazar "toda forma de antisemitismo" y criticó "las manipulaciones que instrumentalizan la religión", al reunirse en Bratislava con miembros de la comunidad judía eslovaca.
"Estamos unidos, lo repito, en la condena de toda violencia, de toda forma de antisemitismo, y en el esfuerzo para que la imagen de Dios en la persona humana no sea profanada", pidió ayer el pontífice al encabezar el encuentro en la plaza Rybne, de Bratislava, donde se emplaza un monumento que conmemora a las 105.000 víctimas del Holocausto en Eslovaquia.
"En la locura del odio, durante la segunda guerra mundial, más de cien mil judíos eslovacos fueron asesinados. Y después, cuando se quisieron borrar las huellas de la comunidad, aquí la sinagoga fue demolida", planteó en ese marco, en referencia a un lugar de culto que se emplazaba en el lugar, sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y fue luego demolido por el régimen comunista a fines de los años 60.
El domingo, al iniciar su gira en Budapest, el Papa había convocado a Europa a "apagar la mecha del antisemitismo", al reunirse con líderes judíos de Hungría.
Durante el encuentro de este lunes, el Papa recordó la época en la que Eslovaquia estuvo bajo el mando del sacerdote Josef Tiso, aliado del régimen nazi, cuando decenas de miles de judíos eslovacos fueron deportados y asesinados.
"Aquí el nombre de Dios fue deshonrado, porque la peor blasfemia que se le puede causar es la de usarlo para los propios fines, más que para respetar y amar a los demás", lamentó Jorge Bergoglio, antes de plantear que "la memoria no puede y no debe dejar lugar al olvido".
Este lunes, el Papa reforzó además sus críticas a la censura de la época comunista, cuando según Bergoglio "un pensamiento único coartaba la libertad".
"En esta tierra, hasta hace algunos decenios, un pensamiento único coartaba la libertad; hoy otro pensamiento único la vacía de sentido, reconduciendo el progreso al beneficio y los derechos sólo a las necesidades individualistas", planteó en esa dirección.
Luego del encuentro con el mundo diplomático, político y social, el Papa se reunió con obispos, sacerdotes, religiosas y catequistas locales y los convocó a seguir el camino de "la unidad, la comunión y el diálogo" con las otras confesiones cristianas.
"Es lo primero que necesitamos: una Iglesia que camina unida, que recorre los caminos de la vida con la llama del Evangelio encendida. La Iglesia no es una fortaleza, una potencia, un castillo situado en alto que mira el mundo con distancia y suficiencia", aseguró durante el encuentro en la Catedral de San Martín, una construcción de los siglos XIV y XV del centro de Bratislava.
En su primer día en Eslovaquia, Francisco ya había insistido con los pedidos de "unidad" al reunirse ayer con las once Iglesias cristianas no católicas del país.
Hoy, el Papa se trasladará a la segunda ciudad del país, Kosice, donde visitará una de las poblaciones gitanas más grandes de Europa, con 4.000 personas, y también se encontrará con jóvenes eslovacos.