Durante la pandemia la gente estuvo más tiempo encerrada y hubo "desprolijidades" alimenticias, además de que durante un lapso muy largo no pudo realizar actividad física, y entonces fue allí donde aparecieron -lamentablemente- ciertos influencers, bastardeando la profesión, convirtiéndose en verdaderos intrusos que, a la larga -y a la corta también- llevaron perjuicios a aquellos que, por una decisión errónea y facilista, pensaron que los consejos de quienes aparecen en las redes sociales "iban a hacer bien a todos con sus formas de alimentarse".

"Es así. Aumentó mucho, potenciados por las redes sociales, la cantidad de influencers. La gente recurrió a lo más rápido, a lo más fácil, a lo que quiere escuchar, porque la persona luego ya viene desesperada al consultorio con un problema que surge a partir del desconocimiento y entonces necesita una solución. Es que en un primer momento escucharon el "consejo" de alguien que se los dio con un criterio absolutamente comercial, lejos de un criterio científico. Esos influencers no son profesionales de la salud" comenzaron contando Regina, Estefanía y Marcela.

Pero se supone que la gente, ante un problema de su alimentación o quiere hacer una dieta, debe recurrir a un nutricionista...

No siempre es así. Es que muchos influencers se venden como si fueran nutricionisas, o dicen que hicieron un master en nutrición o en nutrición deportiva, pero nada de eso es legal. Eso es un intrusismo profesional. Y la gente cae ahí. A nosotras nos habilita una ley para el ejercicio profesional. Tenemos un estudio, una formación profesional. Pero aparecieron influencers, coaching de nutrición, personas famosas que daban la dieta que hacía cada uno, y no tienen matrícula. Nosotras tenemos una matrícula habilitante, porque nos formamos, estudiamos y somos especialistas en el tema. Inclusive también se puso en auge la dieta keto o dieta cetogénica, durante la pandemia, así como el ayuno intermitente, lamentablemente.

Además, no hay una estandarización de una dieta, cada uno tiene su organismo que es diferente de otra persona...

Exactamente. Además, esa dieta cetogénica si alguien quiere hacerla, debe acercarse a un profesional para que adapte una dieta a su vida, a sus tiempos, a su economía, a su patología social. Esa dieta no es igual para todo el mundo. Es que nadie puede ejercer en salud alguien que no está habilitado a hacerlo, y la gente no mira que hay una matrícula habilitante, nadie mira eso; les parece simpático lo que dicen, la convencen y lo compran.

¿Por qué creen que la gente hace eso en lugar de ser más responsable e ir a ver a un profesional como un nutricionista?

Porque busca soluciones mágicas y cree que allí encuentra la solución a su problema. Quizá esos influencers tienen más llegada que los profesionales que no tenemos un perfil comercial, porque no es lo mismo que una granja agroecológica quiera competir con una multinacional, porque tienen distintas formas y poder para llegar al público, porque esa multinacional tiene una estructura de marketing. Esos influencers no son profesionales de la salud, sino que son vendedores. La pandemia hizo que muchos aumentaran diez kilos en un año y después se pretende bajarlos en dos meses, por lo que buscan una respuesta rápida, ese es el tema; sin esfuerzos inclusive, sin hacer una dieta estricta, pero muchos van detrás de un polvito mágico que perjudica a la salud. Otra cosa importante es que la gente puede ubicarnos en la página web del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires, donde encuentra a cada profesional que atiende distintas patologías, lo cual nos respalda profesionalmente. Inclusive se puede denunciar a esa persona que no es licenciado en nutrición, y luego el Colegio se encarga de hacer un seguimiento de ese intruso y se encarga también de enviar la carta documento correspondiente.

¿Ha pasado que la gente, luego de esa experiencia negativa, aparece en el consultorio del nutricionista?

Sí, por supuesto que pasa, y son muchos los casos. Hemos recibido pacientes que hicieron esa dieta keto y llegaron con muchos síntomas como náuseas, mareos, no poder mantener ese tipo de dieta porque es difícil de adherir a largo plazo, además de otros síntomas que genera como por ejemplo el cambio de la composición corporal. Llegan frustrados al consultorio. Generalmente esas dietas bajan líquido o masa muscular, pero no bajan tejido graso y eso tiene un alto impacto en las comorbilidades. Es decir, tienen menor resistencia o aparece hígado graso, por lo que la gente debe tomar conciencia.

Entonces aparecen muchas complicaciones y consecuencias...

Muchísimas. Es que al disminuir los hidratos de carbono de la eita disminuye el consumo de fibra alimentaria y produce una alteración en la microbiota intestinal. El descenso de peso es a partir de la disminución de agua corporal total y masa magra. Se está viendo repercusión en diferentes tipos de tejidos, en diferentes tejidos, porque este tipo de dieta al ser alta en grasas y proteínas puede generar efectos a nivel renal y hepático. Esa gente quiere bajar peso y también busca resolver problemas de depresión, pero nosotras podemos acompañarla en ese proceso con otro equipo u otros profesionales. Se habló del comer emocional durante la pandemia, pero a la persona la podemos acompañar y ayudar con herramientas válidas. Además, tenemos que ver qué pasa con nuestros adolescentes que reciben un bombardeo de información y aún no se ha medido cuál ha sido la consecuencia en sus trastornos alimentarios. Las consecuencias de ese bombardeo, en la gente, ha dado resultados alarmantes en realidad. Es que los padres, cuando están frente a una góndola, toman entre 5 y 20 segundos para decidir lo que compran, y no siempre miran la calidad del producto que están comprando. Es importante y fundamental que miren, que aprendan, que conozcan, que se tomen su tiempo para ver qué calidad de producto están comprando. Encima, tenemos un código alimentario en la Argentina que es obsoleto y no representa la Ley de los Alimentos, quedó en la historia, por lo que se necesita que sea más claro para la población, así que hay que tener en cuenta el etiquetado Claro Ya, que es la campaña de la Ley de Etiquetado, que pone alertas en los alimentos que tienen exceso de azúcar, sodio y grasa.