aiassa@gmail.com

Arrancó la zafra de terneros, el productor está decidido a vender a cuentagotas en la medida que el factor climático lo acompañe y los precios comienzan a tomar firmeza.

Todo indicaría que esta zafra podría repetir una situación similar a la vista el año pasado. Aun con una brecha cambiaria que tiende a moderarse, la percepción respecto de la evolución de la macroeconomía sigue impulsando a los operadores ganaderos a no quedar posicionados en pesos y refugiarse nuevamente en la hacienda, hoy incluso con fundamentos propios más sólidos que un año atrás.

El año pasado, en pleno pico de la pandemia, aun no se conocía hasta dónde llegaría el derrumbe del consumo mundial, las restricciones para el ingreso a otros países, etc. Hoy hemos visto que el consumo de carne vacuna se mantuvo sólido, que -en este contexto- logramos exportar volúmenes récord y que el consumidor local, a pesar de su debilidad, demostró tener un piso de resistencia muy firme ante la suba de precios.

Es por ello que, de cara a estos fundamentos, sumando la muy buena experiencia que tuvo el año pasado tanto el ciclo completo como la recría, los demandantes más activos de estos terneros que ya están ingresando son invernadores pastoriles.

El año pasado, en vistas a cómo se iba afirmando el ternero en plena zafra, muchos de estos invernadores ingresaron al negocio tarde, comprando a valores ya muy elevados esa invernada. En efecto, esta demanda inusual se vio plasmada en un rotundo cambio sobre el patrón de estacionalidad precio que suele tener el ternero durante los meses de zafra.

Sin embargo, hoy con la experiencia del año pasado aun latente, estos operadores ya se posicionan desde el inicio con un circuito mucho mas aceitado en el que están decididos a participar activamente durante toda la zafra.

Lamentablemente, para el feedlot, principal demandante de esta categoría, el escenario también parece repetirse. El precio del maíz no ha cedido y los precios que vienen marcando los terneros, por arriba de los $200, tampoco permiten cerrar la ecuación tradicional. Claro que aquí también habrá adaptaciones basadas en la experiencia; más kilos ganados a campo y menos terminados a grano. Cada feedlot es una realidad distinta, con distinta oferta de alimentos dependiendo de la zona, diferentes canales de abastecimiento de la invernada e incluso, distintos niveles de integración dentro de la cadena, lo que se traduce sin dudas en costos diferenciales.

Sin embargo, más allá de las diferencias estructurales de cada negocio, todos convergen en la necesidad de reducir al máximo posible los costos. En concreto, una de las variables sobre las que se puede trabajar con mayor control es la política de recría de cada establecimiento. En este contexto, el feedlot intentará por todos los medios sumar más kilos a pasto previo al ingreso a los corrales, ya sea comprando terneros ya recriados o intensificando sus propias recrías, en función de las posibilidades. Esto llevará a alargar los ciclos de engorde total y, consecuentemente, a aplanar la curva de ingreso de oferta de animales terminados a lo largo del año.

El año pasado, de acuerdo a los datos del Senasa, salieron de los campos unos 9.900 mil animales, 300 mil más que los registrados el año previo. Del total de traslados registrados, el 21% fue a establecimientos de engorde a corral, unos 200 mil menos que los ingresados en 2019. Es decir, entre la mayor cantidad de animales que se movilizaron y los que no tuvieron por destino directo el feedlot, tenemos que -en relación al año anterior-, aproximadamente unas 500.000 cabezas más han ido a recrías o engordes pastoriles. A su vez, esta tendencia que se vio muy marcada el año pasado, viene creciendo año tras año, representando en los últimos 3 años, más de 1 millón más de terneros bajo este tipo de sistemas.

Ahora bien, ¿cómo afecta esto el nivel de oferta con destino a faena?

Los datos de faena de febrero que acaban de conocerse de manera provisoria, dan cuenta de una recuperación de la oferta, tras la fuerte caída registrada en enero.

Recordemos que, durante el primer mes del año, la faena total de animales había caído más de un 14% interanual con casi 170 mil animales menos en la faena, de los cuales más de 150 mil se vieron como faltante en categorías que mayormente abastecen el consumo (vaquillonas, novillitos, terneros/terneras y MEJ). En febrero, esta oferta se recompuso, ubicándose ligeramente por arriba del nivel registrado en febrero 2020, con 1.039.426 faenados, de los cuales unos 770 mil animales volvieron a aparecer en estas categorías de consumo, equiparando la oferta de un año atrás.

Esto demuestran que el bache de hacienda terminada que se vio a inicios del año ha sido muy puntual y ya en febrero habría comenzado a normalizarse.

En materia de precios, en febrero los novillitos aumentaron en promedio un 6,4% y las vaquillonas un 8,5% con respecto a enero. En tanto que, el precio de la carne en mostrador apenas se movió un 1,1%, según los datos relevados por el IPCVA. Da la sensación de que el consumo, a pesar de lo cedido durante gran parte del año, llegó a un punto de resistencia más duro del que costará moverlo. Si bien febrero no suele ser un mes fuerte en materia de ajuste de precios, este techo que hoy imponen los mostradores posiblemente lleve a corregir o al menos moderar las recientes subas del gordo. En efecto, ya se ha estado viendo en los valores consignados en Liniers la semana pasada.

Sin dudas marzo, es un mes clave para la readecuación de estos valores. Como todos los años, aun considerando la menor cantidad de gente que ha salido vacaciones- es esperable ver cierto efecto en el consumo tras el regreso a las ciudades, el inicio de las clases y la vuelta a una relativa normalidad.

Por el lado de oferta, marzo también es clave por el inicio de la zafra y las referencias de precio que entonces comiencen a consolidarse. Claro que mucho dependerá del factor climático y la disponibilidad de paso en cuando a la posibilidad el productor de retener algo más esa hacienda. En este sentido, el contexto macroeconómico poco ha cambiando respecto del año pasado, al menos en cuanto a expectativas, por lo que aquel criador que no tenga necesidad de vender en lo inmediato y sus potreros lo permitan, va a jugar un rol muy importante en el comportamiento de esta zafra, de cara a la experiencia pasada.