José Quintero: el dirigente barrial que escondía un escritor de novelas
De incansable dirigente barrial en Olavarría a escritor de novelas entre las diagonales de La Plata. En los últimos tiempos, la vida de José Quintero tuvo un vuelco que para aquellos que no conocen sus procesos internos puede parecer brusco.
"Siempre escribí novelas, pero nunca había publicado nada. Tenía desde hace tiempo dos archivadas, que fueron las primeras que decidí editar. No es que me negara a hacerlo, sino más que nada porque el movimiento en el mundo de las editoriales es complicado y más cuando estás lejos de los grandes centros urbanos", dice para explicar los motivos de su lanzamiento.
Quintero tiene hoy 57 años y ya lleva 3 y medio radicado en La Plata por motivos laborales. Durante más de una década estuvo al frente de la Federación de Sociedades de Fomento y Juntas Vecinales. A la par, trabajó con intensidad por su barrio desde la Junta Vecinal San Lorenzo, una etapa que define como "años y años de lucha para intentar transformar la realidad".
En el plano literario, siente sin demasiadas vueltas que su llegada a la capital bonaerense lo acercó "a todo". Entonces, los caminos a las publicaciones de aquellos archivos guardados prácticamente en secreto se abrieron y la obra comenzó a asomar.
Sus producciones fueron casi constantes. De hecho, cuando repasa llega a la conclusión que tiene siete libros escritos, de los cuales lleva dos publicados y varios otros jugando su suerte en diferentes concursos literarios que requieren que se trate de obras inéditas.
Su debut se dio con "El Karma del Capitán", una novela está ambientada entre finales de los ''70 y comienzos de los ''80 que narra la historia de un represor. Y el siguiente título fue "Amores a Contramano", que como indica ya el título "nada que ver con el primero, porque no quería quedar encasillado en un lugar, o repetir la temática".
Sabe que el desafío no es fácil y que "para los escritores independientes y desconocidos como yo, esta es la peor época para vender libros". La retracción natural del formato papel en tiempos de tecnologías aceleradas y la pérdida de poder adquisitivo conforman una ecuación compleja para el sector.
Sin embargo, Quintero aclara que "obviamente no escribo para ganar plata. Lo hago porque tengo la necesidad de hacerlo, porque me gusta. Más allá de eso, estoy conforme con las ventas y la repercusión. Como me enseñó un viejo editor, no hay otra que ir con los libros a todos lados", se ríe.
Los dos ya publicados se tratan de libros no demasiado extensos, y esa fue una decisión deliberada de Quintero. "Siempre tuve la teoría que es la mejor manera de poder acercar a la lectura a gente que nunca ha leído. Que se anime, que pruebe y se puede enganchar".
Si bien sus escritos estuvieron guardados durante años, y solo un círculo muy íntimo había tenido acceso, José los escribió con la idea de que algún día serían finalmente publicados. En eso enlaza su rol de escritor con el de dirigente barrial, en el espíritu y en el foco de sus acciones. "Cuando uno emprende algo, por cualquier actividad que sea, tiene que ir a fondo, y no parar hasta que el trabajo esté terminado. Y la verdad es que nunca entendí mucho eso de escribir para uno mismo. Me parecía que faltaba algo".
En sus años en Olavarría, José Quintero batalló arduamente por la Federación fomentista y sigue en contacto con algunos amigos que le dejó su militancia barrial, "como Pano Vega, González y Grandi". Aunque La Plata es una ciudad que lo ha encantado y retenido, prácticamente todos los días sigue con atención las noticias que le arriman los portales de Olavarría. "Me da la sensación que falta un poco de protagonismo para las instituciones. Pero es lo que yo veo en los medios, a la distancia, y tampoco quiero ser injusto con críticas porque ya no estoy adentro", aclara.
Hoy, su "adentro" es el mundo de los libros. Cree más en el trabajo cotidiano que en la inspiración. Se levanta bien temprano, casi de madrugada, para escribir cada mañana antes de marcharse al trabajo. Cuando la familia duerme, la casa está en silencio, y las ideas fluyen sin trabas.