Daniel Lovano

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Katu Luriel salió del vientre de su mamá a las 2.45 del martes 17 de junio, fue directamente a los brazos de su padre y de inmediato regresó al pecho de mamá, en un parto domiciliario, siguiendo las guías de una medicina natural y un máxima que dice "el hijo es un fruto, y cuando ya está maduro nace".

Su nuevo hogar se llama "Natureña", está construido sobre las bases del respeto supremo a las leyes naturales, y lo recibió en un clima de aromaterapia, espiritualidad, yoga y meditación, según el estilo de vida que eligieron Nicolás Burgardt y Ruth Angeletti, sus papás (músicos ambos).

Su nombre en guaraní significa "fuerte y señor dueño del viento", y la llegada a este mundo parece haber sido de lo más placentera. Abrió los ojitos de inmediato, pero recién se prendió a la teta de su mamá después de un rato largo.

"Esto tiene que ver con una cuestión de creencias. Ir atravesando distintos momentos de la vida de manera natural, en base a un trabajo espiritual, emocional, ecológico y físico, que nosotros llevamos adelante para poder resolver cuestiones de todos los días", sintetizó Ruth.

La medicina tradicional estuvo presente durante el embarazo con los chequeos y controles de rutina: "Hace un año y nueve meses, en el nacimiento de nuestro primer hijo, lo hicimos nosotros solamente, papá y mamá, pero los médicos no estaban al tanto de que estábamos preparados".

"En este embarazo pudimos hablar con todos los médicos, estaban al tanto de que íbamos a permanecer en nuestro hogar, que es cuestión de escuchar al cuerpo de la mamá después de dos embarazos que fueron todo bien, todo normal", describió.

Hasta los momentos previos al parto estuvo el saxo. "Acompañaba las contracciones con la música, pero igual trabajábamos diariamente la tierra, la huerta, con mucho movimiento físico, entonces los días anteriores fueron como todo el embarazo", subrayó Ruth.

En el día del nacimiento de Katu, Nico y Ruth hicieron una plantación de retama en un cerco, "mientras yo sentía alguna leve contracción y sabía que de tardecita ya iba a venir, porque era el tiempo que más movimiento sentía en el vientre", precisó la mamá.

A las 7 de la tarde aparecieron las contracciones más fuertes: "En los dos trabajos de parto que tuve mi experiencia fue en polleras, esperando lo que venía y caminando por la huerta. En ambos lo más fuerte fue a la tardecita".

Tanto el primerizo Lilo (que en hawaiano significa generoso) Huilén (primavera en mapuche) como Katu fueron bajando desde sus entrañas hacia esta nueva vida con la caída del sol.

"Cuando Ruth empezó con el trabajo de parto yo hice un té a base de cola de caballo y tomillo, que es para hacer la limpieza, además desinflama y desinfecta. Ayuda también a cicatrizar heridas", explicó Nico.

Papá preparó el lugar del alumbramiento y se encargó de mantener una temperatura agradable. El baño fue el ámbito elegido para la parición.

En alerta estaban médicos del Hospital cuando tomaron conocimiento del comienzo del trabajo de parto.

"En los dos nacimientos fue lo mismo: boca abajo, con el pecho sostenido y en cuclillas. ¿El dolor? Depende de la tolerancia de la mamá y de las horas de trabajo de parto que lleva. En el primero fueron 13 horas y el del martes fueron 7 horas; más rápido, pero más intenso", comparó Ruth.

Cuando Katu asomó su cabeza, Nicolás hizo lo necesario para que terminara de salir el cuerpo entero; mamá Ruth giró, el bebé quedó sobre su pecho, enseguida tomó color y casi de inmediato soltó el llanto a modo de alarido.

A diferencia del primer parto, en el nacimiento de Katu cayó la placenta antes de cortar el cordón umbilical. "Pasó como una hora hasta que tomó la teta, se ve que no tenía hambre o estaba cansado", especuló papá Nicolás.

"Antes de prenderse a la teta ya había abierto los ojitos, y como que miraba el lugar y nos miraba a nosotros. Ahí se relajó y tomó tranquilo", recordó mamá Ruth.

Nadie de la familia esperaba el nacimiento de Katu; según Ruth un parto natural predispone más ansiosos a tíos, abuelos y amigos que a los propios papás.

"Al no tener ni día, ni horario, al ansiedad es de toda la familia, y la tranquilidad es para nosotros, porque va a ser cuando tenga que ser", razonó Ruth.

Nico trató de correrse a un costado ("mi parte fue más de observación y acompañamiento, y estar atento a las necesidades de la madre"); Ruth "lo puso en su lugar".

"El rol que cumplió Nico las dos veces, en estas experiencias maravillosas que nos ha tocado vivir, y del modo que nos ha tocado vivirlas, fue fundamental -confesó Ruth-; sentir que él sentía los mismos dolores que yo, las mismas respiraciones que yo. Lo que debe ser que el otro sienta la mismo que uno, pero el bebé no está en su cuerpo".

Para recuperar fuerzas, durante los primeros días de post parto Ruth tomó un batido hecho con frutas y partecitas de placenta.

"Es para nada feo, al contrario, riquísimo y pone re-fuerte a la mamá", recomendó.

Mientras Katu anunciaba su llegada y Lilo correteaba por la huerta, Nicolás y Ruth estaban en plena tarea de plantación de un bosque de alimentos, con plantas frutales.

En un par de días volverán a su rutina amigable con la naturaleza.

Y debajo del próximo árbol estará la placenta de Katu.