Tiene perfil bajo. Inclusive pudo haber elegido otro camino en su carrera, pero prefirió otro. Cuando con 18 años se volvió a Buenos Aires (porque a los 8 había venido con su familia desde Lanús, donde nació) Mónica Badoglio comenzó a ser parte de un circuito musical que realmente era atrapante y que seducía. Cantar y codearse con los mejores de aquellas épocas era habitual para ella, aunque no le guste contar demasiado al respecto. Inclusive, fue coreuta de la inolvidable Tormenta, cantó con Manuel Wirtz o Twiggy por ejemplo o grabó un disco con Andrea Cicutta, con quien formaba el dúo "Bésame Catalina".

Pero un día, familia de por medio, decidió y prefirió vivir de otra manera, ya que no era fácil seguir ese ritmo. El mundo del rock, de donde surgió en Olavarría, con bandas míticas de la década del ochenta, le dieron un nombre y un reconocimiento que se lo ganó en base a su tremenda calidad y a una voz privilegiada. Regresó y no sólo el rock fue parte de su vida como artista, porque con la misma ductilidad puede cantar tango, folclore, jazz o en distintos idiomas (inglés, francés, portugués e italiano), sino que continuó haciendo también algo que le nace desde el alma: enseñar.

"Después de cantar desde muy jovencita en diferentes ciudades y en distintas agrupaciones, me encontré con la docencia que en realidad es lo que -en principio- más me atraía en la vida. Yo quería ser maestra y terminé siendo maestra, pero de canto. Así fue que comencé a dar clases cuando estaba embarazada de mi hijo menor (Aaron, las otras dos hijas son Victoria y Coni) y me encontré con un mundo fantástico, porque se ve que yo nací para cantar como dice la canción pero también para hacer cantar a otros. Y como diría el querido Jorge Fandermole, tan débil soy que cantar es mi mano alzada" comenzó contando Mónica.

"En este mundo fantástico de descubrir las posibilidades de mi voz, en todos los sentidos, y las posibilidades de las voces de los otros también en todos los sentidos, esa mano que parecía muy débil ahora se puso muy fuerte y estoy muy feliz de hacer lo que hago" agregó Badoglio, sumamente reconocida por ser una excelente cantante pero también por ser una excelente docente.

"Como empecé desde muy joven, como casi todas las personas lo hacen, se hizo largo. También tuve otros intereses y por lo tanto los fui estudiando y practicando, por lo que los voy mechando con esto de que en apariencia es sólo una clase de canto. Porque también soy biodecodificadora y astróloga que me encanta, astrogenealogía, y lo mecho en todos mis talleres, mis cursos y mis clases individuales" señaló Badoglio, quien con la misma ductilidad que tiene sobre un escenario, o enseñando, también brinda sus conocimientos en otros aspectos.

Respecto de su presente, Mónica Badoglio contó que "en este momento, formando parte de una gran fortuna, hace quince años que dicto talleres grupales en la Alianza Francesa. Terminó siendo un espacio que realmente es como mi hogar, porque fue un lugar que siempre me encantó, me atrajo esa casona con esos pisos, sus ventanales y su luz. Yo adoro ese lugar. Y la vida quiso que esté dando clases a nivel grupal, ya sea a chicos, adolescentes y adultos, y también doy en otro espacio clases individuales, que también me encanta. Ahora tengo otra faceta que estoy realizando para la Municipalidad de Laprida, ya que soy directora del coro de mujeres por lo que todos los martes estoy viajando a esa ciudad, y también me resulta fascinante".

"¿Un dato de color?. Cuando comencé a dar clases yo estaba viviendo en Capital Federal, embarazada de mi hijo menor y el primer alumno que tuve fue Cucho, el cantante de Los Auténticos Decadentes. También comencé a tener grandes grupos, empecé a presentar muestras en el Teatro del Pasillo y en Las mil y un artes, en espacios hermosos. Fue difícil dejar a mi alumnado de allá, pero una nueva vida me esepraba en Olavarría y me vine hace quince años. Gracias a Dios, tengo una vasta población de alumnos y estoy feliz", terminó diciendo Mónica Badoglio.