Rocío Brizio es su mamá y cuenta su experiencia. La incertidumbre, los temores y la alegría por la llegada del nuevo integrante de la familia en pleno aislamiento.

No es madre primeriza, pero esta experiencia fue única y muy distinta a aquella vivida seis años antes, con el nacimiento de su primera hija, Regina.

Los últimos dos meses del embarazo coincidieron con el comienzo de este virus del que poco se sabía. "Fueron los meses más complicados porque había mucha incertidumbre, más que nada sobre cómo iba a ser el nacimiento o el lugar en el cual iba a nacer, ya que en aquel entonces hablaba de que todo lo que fuera maternidad se iba a concentrar en solamente en el sanatorio Cemeda, en caso de que hubiera muchos casos y se diera el pico de contagios", esperado para abril o mayo pero que terminó concretándose en octubre.

Lo cierto es que Pietro nació el 17 de mayo, a las 9.11 de la mañana. "Una semana antes justo se dio autorización para que el padre también pudiera ingresar a la sala de parto", pues hasta ese entonces el protocolo lo impedía.

Los controles de rutina previos no corrieron la misma suerte. "A las ecografías podía ir yo sola, pero después llegaba a casa y se las mostraba al papá y a su hermana", recuerda. Y lo mismo sucedía con la atención en consultorio.

De todas maneras, "tenía una comunicación súper fluida con mi ginecóloga y nos manteníamos en contacto ante cualquier duda", aclara.

Y explica que el mayor temor "era que nos pudiéramos contagiar porque había mucha incertidumbre con este tema. Mi mayor preocupación era que mi marido salía a trabajar todos los días y aunque tomábamos todas las medidas de prevención, me generaba miedo. No conocí casos de chicas embarazadas en el mismo tiempo que yo que hayan tenido Covid, pero sí me pasó que con el tiempo empezamos a ir a los controles pediátricos que ya ahí nos comentaban de casos de mamás que tuvieron Covid estando embarazadas, y de cómo fue el nacimiento y los cuidados futuros".

Nada fue igual

Quedaban algunas semanas más para que madre e hijo se abrazaran por primera vez y el aislamiento era prácticamente total. Como todo el país, Olavarría se movía al ritmo de las actividades esenciales y sobre las 4 de la tarde la circulación se reducía a su mínima expresión. Por la noche llegaban los aplausos al personal de salud y las noticias iban mostrando un panorama preocupante en un contexto completamente desconocido.

En ese marco, Rocío transitaba un embarazo que en esta situación "tuvo sus pro y sus contra porque uno necesita de los afectos, sobre todo en esto de la contención y el acompañamiento, el estar, los miedos, las dudas... Todo era de manera virtual, no solo con mi médico sino también con mi familia. Entonces, de alguna manera estábamos conectados y cerca".

La mayor incertidumbre "era qué íbamos a hacer el día en que naciera, sobre todo con la hermana porque había que pensar que tenía que quedarse con alguien, que algún familiar iba a tener que estar con ella. Así que, por decisión de ella se fue a la casa de sus tíos a pasar ese día del nacimiento y el día posterior. No sabía nada, no le pudimos decir porque no queríamos ponerla más ansiosa de lo que estaba así que fue toda una sorpresa porque cuando llegó a casa después de un día y medio de no estar con nosotros, conoció a su hermano", relata.

Ese 17 de mayo "tuve un parto maravilloso. Inicié con el trabajo de parto el sábado entre las 7 y 8 de la noche, con leves contracciones hasta que en el margen de la noche y madrugada se intensificaron. Todo el contacto que yo tenía con mi partera también era virtual, solamente pude hacer una consulta presencial una semana antes a la fecha prevista, pero no pudimos generar un vínculo personal".

El pos nacimiento también "fue raro porque los únicos que pudieron conocerlo en el corto lapso fueron los tres abuelos y los padrinos. Con el resto fuimos postergando el encuentro".

Recién con la habilitación de las salidas recreativas y cuando el clima lo permitía, "lo que hacíamos era encontrarnos en una plaza con aquellos que querían conocerlo". Para ese entonces, Pietro ya tenía poco más dos meses de vida.

La experiencia de ser madre le llegaba por segunda vez, pero nada fue igual. "No hubo baby shower, no hubo recibimiento y tampoco souvenir de nacimiento. Tampoco hubo visitas en la clínica ni en el hogar. Nada de todo esto se dio".