"Creció la demanda, eso es real. Y te parte el alma ver a la gente llorando, porque es la primera vez que tiene que pedir (ayuda). Sólo queda consolarlos y decirles que esto va a pasar, que ya vamos a salir adelante". Lo confiesa Norma López, la referente de la agrupación Juntemos las Manos, mientras ayuda en la elaboración de un guisito que, este sábado, constituirá el sustento de una veintena de familias que, quién sabe, podrían ser más.

A su turno, y desde Desarrollo Humano del Municipio, Diego Robbiani analiza que "se hace difícil establecer hoy a ciencia cierta qué es lo que deja la pandemia como resultado social desde lo alimentario en las familias", precisamente porque en ese sentido, "en general la asistencia se activó desde el principio".

Sin embargo, los números difundidos esta semana son contundentes, y golpean por su dimensión: a manos de la pandemia, la pobreza subió al 44,2% por la pandemia, mientras que el desempleo se ubica en el 14,2%. Surgen del informe que el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA), elaborados con datos del tercer trimestre, que revela además que 20,3 millones de personas no pueden acceder a todos los alimentos básicos, al sistema de salud y a la vivienda digna. Que unos 2,7 millones, a su vez, están sin empleo. Que estos datos empeoran en el caso de niñas, niños y adolescentes. Y que este impacto doloroso no fue mayor por las políticas de ayuda gubernamentales.

En el territorio

Norma López palpa la realidad en el mismo territorio. Y asegura que "en general, con la pandemia de Covid-19, la situación de la gente está muy mal. Porque son muchos los que quedaron sin trabajo. Hasta hay abuelas que, incluso percibiendo una jubilación, a los 70 años se desempeñaban como servicio doméstico porque entre el alquiler y los impuestos no llegan a cubrir la canasta. Ahora ellas tampoco disponen de esos pesitos que contribuían a su economía, porque no pueden trabajar". Entre los grupos que llegan a las puertas de la sede de Coronel Suárez e Independencia hay "cartoneros y albañiles que no consiguen trabajo tan fácilmente", y "cada vez cocinamos más viandas", que se reparten religiosamente cada sábado, entre los sectores más cercanos y hasta en el Barrio Eucaliptus. Para los que ayudan a hacer posible esas raciones de alimento desde sus comercios, ayer hubo un gesto especial: "les preparamos pizzetas, como un gesto de agradecimiento".

Entre lunes y viernes, en Juntemos las Manos se entregan las bolsas de alimentos. "Tenemos 40 familias, pero siempre se van sumando, a un ritmo de dos o tres por semana". Eso, más quienes transitan la enfermedad pandémica en sus domicilios, a quienes acercan "una caja de alimento para ellos tengan y cualquier cosa que necesiten, nos llamen".

Desde ese "observatorio" artesanal, López asegura que "lamentablemente, los datos coinciden con la realidad: la demanda creció". Y confiesa que "te parte el alma ver a la gente llorando, porque es la primera vez que tiene que pedir (ayuda). Sólo queda consolarlos y decirles que esto va a pasar, que ya vamos a salir adelante".

Aunque con menor contundencia, Irma Quinteros admite que a Cáritas Santa Isabel acuden en este último tiempo "gente nueva", que termina confesando que "está sin trabajo".

"Está feo", analiza la voluntaria que debió suplantar provisoriamente a la histórica Lidia Spínola al frente de la institución parroquial. La sede de Buchardo y Pourtalé abre sus puertas los lunes y los jueves, de 15 a 17, para entregar ayuda a los más vulnerables, sea esta ropa o alimentos básicos. Además, una vez al mes 60 familias reciben la bolsa de alimentos, sustentada en parte por el breve subsidio municipal, que se entrega a todas las Cáritas de la ciudad y, en mayor proporción, por la ayuda de quienes han podido sortear, sin mayores pérdidas económicas, la prolongada pandemia.

Aun con trabajo

Edith es asalariada y a pesar de ese ingreso mensual que suele llegar fraccionado y tardío, se considera pobre. "Es desesperante ver cómo los alimentos, lo básico de las necesidades, se escapan de nuestras manos. Ir a hacer las compras se traduce muchas veces, por los menos en mi caso, en una especie de parálisis en la que el único pensamiento claro es que uno va siendo más y más pobre. Es tanta la angustia y la incertidumbre, que aun estando en condiciones de hacerlo, terminás dudando hasta de comprar un kilo de milanesas de pollo o uno de fideos, porque la cabeza ya no da para más", grafica, llevando sus sensaciones al extremo.

Desde el merendero El Angel de la Bicicleta del barrio Matadero, Romina Domínguez asume la complejidad del momento y suma números. "Cuando abrimos, en enero de 2019, asistíamos a 20 familias; hoy son 40" los grupos a los que ayudan con mercaderías, tres veces a la semana. Leche, azúcar, galletitas, mermelada y todo aquello de lo que se disponga suplen desayunos y meriendas que antes se consumían en el merendero que debió cerrar por la pandemia. Ahora, esta voluntaria que además integra la junta vecinal barrial ya ha decidido la fecha de la reapertura: será con los respectivos protocolos, el 23 de diciembre, como para acercar no sólo alimentos sino también algún obsequio o un globo que tal vez llegue a las manos infantiles directamente desde la bolsa de Papá Noel.

Domínguez integra la Mesa de Emergencia, que durante la semana pasada realizó una colecta para alimentar a los distintos barrios. "Es que no alcanza con lo que llega del Estado: el bolsón de la Municipalidad son 15 productos secos que tienen que durar todo el mes", asegura.

La ayuda va más allá de los alimentos e incorpora también ropa y calzados, colchones y elementos de limpieza, tan esenciales en este tiempo. "Hay mucha gente que se ha quedado sin trabajo", admite la voluntaria, replicando lo que llega a sus oídos en cada encuentro con aquellos a los que ayuda.

Palabra oficial

Para el secretario municipal de Desarrollo Humano, Diego Robbiani "la estadística de la ayuda oficial ha ido fluctuando, sobre todo en la cantidad de familias que hemos ido asistiendo, porque obviamente se va moderando de acuerdo a la apertura o disminución de actividades como consecuencia de la pandemia".

En octubre último, el funcionario proporcionó cifras: hablaba entonces de "dos mil bolsas alimentarias para otras tantas familias con NBI, créditos por 1.500 pesos en tarjetas Cabal y también se han sumado ahora los positivos de Covid 19 que necesitan además de la ayuda municipal".

Ayer estimó que "el cálculo general de incremento del acompañamiento alimentario es de un 30% aproximadamente", tomando como principio de ese análisis el comienzo de la cuarentena.

Asimismo, evaluó que "en lo personal, creo que no va a ser permanente", ya que están involucrados aquí grupos de trabajadores que poco a poco, irán retomando su actividad, como los del Bingo, los de la Unión de Clubes y también los gastronómicos.

"En general -advirtió después- Olavarría se mantiene prácticamente en los mismos números, con algo más de demanda, por supuesto" y aclaró a continuación que "hay herramientas que se sumaron a la crisis, como la tarjeta Alimentar, que constituye una ayuda importante de ingreso" para muchas mujeres jefas de familia, así como el Servicio Alimentario Escolar, a cargo del Consejo Escolar, que entrega quincenalmente unas 12.600 bolsas que suplantan el tradicional comedor escolar.

"Desde ese punto de vista, como la asistencia viene en general desde el principio (de la cuarentena), se "se hace difícil establecer hoy a ciencia cierta qué es lo que deja la pandemia como resultado social desde lo alimentario en las familias", finalizó el funcionario comunal.