En 2020, todo el mundo se resignó a perder inexplicable e insensatamente un año de clases, suponiendo que la virtualidad podría suplantar la presencialidad, algo absolutamente imposible más allá de la buena voluntad de los actores en un escenario de total resignación. Así se lo hizo mientras el mundo demostraba que se podía enviar a los chicos a la escuela y que el virus, como un ignorante reacio al saber, se rebelaba a entrar a las aulas. Efectivamente, el ambiente áulico se había transformado en un contexto libre de Covid, pero en Argentina nadie decía nada, ni oficialistas ni opositores para evitar perder la escolaridad.

En cambio, este año la decisión del Presidente de volver a cerrar las escuelas y avanzar sobre la autonomía de la Ciudad desencadenó un conflicto entre el Jefe de la CABA y Alberto Fernández junto con el Gobernador Kicillof.

Lo cierto es que el DNU de Fernández fue como el robo de Helena, la esposa de Menelao de Esparta y disparó una nueva guerra de Troya. Y tanto es así que el Presidente y el Gobernador bonaerense se unieron como lo hicieron Agamenón y su hermano Menelao para doblegar a Rodríguez Larreta quien había osado desobedecer las órdenes del mandamás de la Nación, algo prácticamente imperdonable e inimaginable en un país con tanto poder concentrado en la figura presidencial.

El conflicto es para leerlo en clave puramente política ya que ambos pugnan por satisfacer las demandas de sus potenciales electorados y consolidar ese poder hasta las próximas elecciones. Las maniobras judiciales son parte de las tácticas del juego.

El Jefe de la Ciudad se cerró en su posición y el Presidente, el Gobernador y sus seguidores pusieron toda la carne al asador para intimidar a quien suponen que será el candidato con mayores posibilidades de ganar de Juntos por el Cambio en 2023.

Fue tan obstinada como demencial la ofensiva oficialista (toda obsesión contiene algún rasgo de locura), por ello quizás Alberto Fernández no había advertido que por su negativa a la presencialidad escolar reclamada y defendida encendidamente por el Jefe de la CABA, le estaba regalando al dirigente de JxC la bandera de la educación para su campaña política.

Quizás fue por eso que de pronto se dio cuenta y buscó una salida con un neologismo ad hoc como el de la "presencialidad administrada", como la bautizaron con su ministro de Educación Nicolás Trotta, quien todavía regresaba de la humillación a la que lo había sometido el Presidente luego de contradecirlo con el famoso DNU.

Formatos locales

En vez de profundizar la vacunación, el Gobierno continúa apelando al cierre definitivo de la PBA tal como lo pregona el Gobernador que no ha podido demostrar otra salida que el confinamiento ante el aumento de los contagios. El plan de vacunación se ha intensificado un poco pero no lo suficiente y necesario, y afortunadamente el gobierno nacional se ha dado cuenta que la solución pasa por allí porque además siempre es más barato prevenir que curar. Los vacunatorios locales funcionan bien en la ciudad y el trato con la gente es muy cálido y contenedor. Pareciera encaminarse y eso ha venido atenuando la angustia y la desesperación.

La Cámpora continúa liderando al kirchnerismo local y el massismo, quien ayer, perdió trágicamente al ministro Mario Meoni, uno de sus principales exponentes bonaerenses se ha ido desdibujando aceleradamente por falta de un formato singular.

El eseverrismo tampoco se puede reformatear y se obstina en volver a la política local con dos estrategias posiblemente erróneas: sin José Eseverri y ocupando vecinalmente una posición intermedia entre ambos polos.

El radicalismo triunfante quiere fortalecerse procurando un diálogo con peronistas suficientemente republicanos y moderados para competir en las primarias contra el gallismo, y el peronismo no K quiere armar una alternativa frente a un camporismo que ha venido copando todo el movimiento y el mismo partido.

Dentro de esta nueva corriente figuran ex intendentes como Jesús Cariglino, Jorge Mangas, Luis Acuña, y existe un acercamiento muy importante con Joaquín de la Torre y Miguel Angel Picheto.

Se intentó un acercamiento con el ex legislador Lorenzo Pepe, quien dirige hoy un museo de Perón, pero el ex dirigente ferroviario no quiere sacar los pies del plato y prefiere mantenerse equidistante entre ambas expresiones. En tanto, en otra "burbuja" política, Florencio Florencio Randazzo, Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey trabajan por hacer más transitable la ancha avenida del centro en donde el eseverrismo intentaría volver a transitarla.

Ese peronismo moderado, junto con el de los ex intendentes y algo del duhaldismo aguarda que se lo entronice a Máximo Kirchner en el PJ para poder reflotar aquella controversia de 1985 cuando el cafierismo se le animó por afuera a Herminio Iglesias que se había apoderado del partido. El eslogan sería entonces, "camporismo o peronismo", desplazando a La Cámpora afuera de la identidad creada por Perón.

Gallismo y salud

En Juntos para el Cambio continúa el dilema sobre quien va a encabezar la lista provincial, si María Eugenia Vidal o Florencia Arietto, una referente de Patricia Bullrich quien pretende ir por la Capital Federal. Vidal se juega mucho porque si llegara a perder, correría el riesgo de quedar afuera de 2023.

En la lista seccional la controversia es si va Hilario Galli o Diego Robbiani cono candidatos a senadores provinciales, mientras que Julio Valetutto encarnaría en lo local la representación del MID y de Rogelio Frigerio, lo que sería una manera de tener "marca" propia en el contexto general del espacio.

En tanto, el Intendente siente haber sido respaldado el lunes por los profesionales de salud luego de los dichos de la doctora Alejandra Capriata. Según fuentes municipales, Galli le confirió al apoyo de los médicos una doble dimensión porque "ninguno de ellos tiene algún compromiso con la gestión", apuntaron. El problema sigue siendo de fondo porque ante una amenaza tan potente como lo es la pandemia, los actores políticos se dividen en vez de unir los esfuerzos. En el medio siempre está la gente que sigue esperando otros gestos.

Ioma y Osecac

En la última sesión del Concejo Deliberante ocurrió algo llamativo. El concejal Guillermo Santellán fue quien confirmó el acuerdo entre el IOMA y la Clínica María Auxiliadora para instalar allí policonsultorios libre de plus médico aunque con una plantilla acotada. Queda por ver si esto elimina la libre elección del profesional tal como rezan los estatutos fundacionales del Instituto. De esa manera, el edil mercantil habría logrado imponerle al IOMA la receta aplicada por Osecac de los policonsultorios y con una plantilla médica acotada.

En ese marco habría que destacar que fue el mismo Santellán quien confirmó el acuerdo, como asumiendo una representación institucional de la obra social provincial y adelantándose a los directivos del Instituto. La conducta parece confirmar la incidencia política del camporismo en el Ceco o a la inversa, una ecuación extraña y paradojal en el que el colonizado se transforma rápidamente en colonizador.

Todo sigue igual

_NOTA

C.F.

De pronto Rodríguez Larreta se había encontrado con un regalo inesperado: Alberto Fernández y su afán de pelea le estaba sirviendo en bandeja una bandera electoral tan jerarquizada y tan contundente como la educación. El oficialismo quedaba como el obstructor del saber y Larreta se instalaba como el defensor de la herramienta fundamental del crecimiento nacional. Y fue el momento en el que nació el recurso ad hoc de la "presencialidad administrada", un neologismo que nadie supo explicar, ni siquiera sus creadores.

Y se generó esa batalla entre ambos poderes la que se debe leer exclusivamente en clave política. La parte judicial fue solo una manera de instrumentar esa guerra, pero el fondo sigue siendo político y lo seguirá siendo hasta 2023, año que para María Eugenia Vidal es el último plazo para vencer definitivamente al modelo kirchnerista. Y tanto es así que ya ha institucionalizado a la marginalidad al destinarle un lote de vacunas como si los desclasados fuesen un sector social ya instalado e institucionalmente representado.

La paradoja es que así como la ex ministra de Acción Social, Carolina Stanley tercerizaba la ayuda social delegándola en los principales dirigentes sociales (así "engordó" políticamente a Juan Grabois), ahora, esta gestión también les delega vacunas, como si los integrantes de los movimientos sociales no fuesen ciudadanos argentinos como los otros y no tuviesen la obligación, como cualquier argentino, de registrarse en el Vacunate, para aplicarse la dosis salvadora. Una vez más Argentina demuestra que está lejísimo de todo el mundo políticamente desarrollado, y el régimen le transfiere a la dirigencia clientelista de los movimientos sociales la función indelegable del Estado. Lamentablemente el país insiste en hallar el futuro en el retroceso.

¿Protección o asfixia?

_NOTA

C.F.

La pandemia ha puesto de relieve algo llamativo y es el amor o el desinterés por la libertad. El país se analoga con ese modelo absolutista del siglo dieciseis o diecisiete en el las mayorías solo buscaban sobrevivir pero sin pensar en el goce de la libertad y el afán de expresarse.

El año pasado, la gente recibió de pronto la orden de confinarse y se resignó a ese destino que le permitía despojarse de la responsabilidad de tener que elegir su propia vida.

Efectivamente, alguien determinaba un encierro asfixiante que los liberaba de ese peso existencial de decidir por sus propios destinos, pero, afortunadamente en un momento se agotó la medida por simple saturación y cansancio, y la dignidad de los ciudadanos le puso fin a esa forma de vida.

La gente había relativizado o se había acostumbrado a la peste y quería salir del ahogo, la frustración y el desamparo. Entonces, gran parte de los argentinos prefirieron aventurarse nuevamente a la vida y a los riesgos de una peste tan letales como la opresión, la angustia y la desesperación.

Más allá de sus intenciones, Alberto Fernández no encontró otra manera de proteger a la comunidad que la de encerrarla en sus propios domicilios y restringirle sus movimientos. Con ese "abrazo protector" acabó matando por asfixia a todos, como mató aquella madre del film "Los otros", a sus propios hijos para protegerlos, o la institutriz de la novela de Henry James "Otra vuelta de tuerca".

En síntesis, el Presidente condenó a los argentinos a una cuarentena de ocho meses y sin quererlo, claro, acabó remedando esos casos de ficción.