"Todo parte de la ausencia de límites, donde todo es válido. Y eso tiene que ver no solo con lo individual, sino también con lo social y cultural. Vivimos en un capitalismo individualista donde ya no existen los principios ni los valores sociales". Las palabras son de la psicóloga Yesica Lorena Schamberger Fernández , quien aportó su mirada sobre la sociedad actual, a la que definió como consumista e individualista como claves para comenzar a entender la violencia.

El asesinato de Fernando Báez Sosa no fue un hecho de violencia aislado, pero caló hondo en la sociedad y en distintos ámbitos. Qué es lo que lleva a que se ataque en banda, se patee a una persona en la cabeza completamente indefensa y hasta inconsciente. Donde nace semejante saña donde la vida de otro no vale nada y tampoco ni siquiera la propia.

"Hoy todo es efímero y genera una angustia que a veces se descarga de la peor manera", sintetizó la Lic. Yesica Schamberger, quien apuntó a lo social y cultural como pilares para que estas situaciones ocurran.

La profesional planteó la falta de límites, esa línea donde uno se ubica para saber qué es lo que está mal y qué es lo que está bien es cada vez más difusa y tiende a desaparecer.

Todo comienza "cuando entra en auge el capitalismo. Ahí empiezan a caer lo que son los principios y los valores sociales", explicó Schamberger.

Y trajo a colación la expresión acuñada por el sociólogo, filósofo y ensayista polaco-británico, Zygmunt Bauman, quien da cuenta con precisión del tránsito de una modernidad "sólida" -estable, repetitiva- a una "líquida" -flexible, voluble- en la que las estructuras sociales ya no perduran el tiempo necesario para solidificarse y no sirven de marcos de referencia para los actos humanos.

"Esta modernidad líquida rompe con las estructuras del pasado, con esas estructuras familiares donde había ideas y principios que regulaban el accionar dentro de la propia familia. Cada uno tenía un rol asignado, así como una función a cumplir, con obligaciones y derechos", planteó Yesica Shchamberger.

Ataque en banda hasta asesinar, femicidios, violencia de género, abusos... "lo que hay que empezar a retomar es el principio de empatía, poder ubicarse en el lugar del otro, quizás así se logre atenuar la violencia social, la violencia en términos económicos, la de género, etc. Porque esa grieta de estructuras familiares, esa ruptura invita al miedo y también al odio".

Modernidad líquida

"La familia es la primera institución donde el ser humano se inicia como ser social. Eso se ve reflejado en las distintas instituciones que atraviesa el ser humano a lo largo de la vida. Pero hoy nada dura, todo es efímero. Hoy ni siquiera los trabajos son para toda la vida. Eso hace que haya una ruptura con las instituciones y las estructuras fijadas previas", analizó la Psicóloga.

Desde aquel 17 de enero en que Fernando Báez Sosa fue asesinado a patadas por una patota, la sociedad prácticamente no habla de otra cosa. Antes hubo otros Fernando y quizás los habrá en un futuro. ¿Cómo frenar esta violencia, desde dónde comenzar a trabajar? "Los valores y principios del ser humano están mucho antes que los valores sociales. Al romperse la ética del sistema, y esto sucede a nivel mundial, se rompen los principios del ser humano como base", expuso Schamberger.

Y volvió sobre aquel término de modernidad líquida "donde estos tiempos de comprometerse con el otro, de plantarse y reflexionar, de ponerse en el lugar del otro son breves, se esfuman. En esta era de consumismo, lo importante no es conservar aquello que se adquiere, ya sea un objeto, una relación o un compromiso, sino renovarlo constantemente".

La violencia nace de la propia sociedad de consumo, pero también está la estructura interna de cada persona y sus experiencias de vida. A nivel personal, "la violencia tiene como base el miedo. Ese miedo irracional conlleva a la impulsividad y hace que no se mida lo que se está haciendo en el momento", explicó la licenciada.

¿Si hay salida? "En realidad, en principio tenemos que aceptar que estamos viviendo en esta sociedad que tiene estas determinadas características. Eso ayuda a que podamos poner el problema en palabras, pensarlo. Hoy ni siquiera está valorada la propia vida porque en estas situaciones como la sucedida eso también se pone en juego. La vida no va a ser igual para ninguno de los que allí estuvieron".

Lo que sucede es que "esta realidad líquida, efímera, genera angustia en las personas y eso a veces se manifiesta de modo agresivo. Al no tener nada duradero, esa angustia debe ser llenada con algo y explota de la peor manera".