Las pandemias que pusieron en jaque a la salud humana desde Pericles
"Amontonados los unos sobre los otros. Se veían seres agonizantes vagar por las calles o reunirse, anhelantes de agua, alrededor de las fuentes. Los templos en que se cobijaban estaban llenos de cadáveres de la multitud que había muerto (...) Se veía, en efecto, que buenos y malos morían de la misma manera", narra Tucídides en su libro La Guerra del Peloponeso, respecto de la peste de Atenas de tiempos de Pericles.
La descripción remite al año 429 antes de Cristo pero "debería alcanzar para tener una dimensión de lo que significa la conmoción social y la desintegración provocada por una epidemia", observa el doctor Marcelo Sarlingo, responsable del Seminario de Antropología Médica de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNICEN.
El investigador repasa los principales brotes que afectaron a países y regiones. Desde la Edad Antigua con la peste bubónica que mataba sin distinguir edad, sexo, o clase social en el Estado bizantino o la peste negra como efecto no deseado de la primera globalización en tiempos de Marco hasta los virus del colonialismo que en los primeros 130 años de la dominación causaron un 95% de muertes en América o, mas acá, la gripe española 8 millones de infectados y cerca de 300 mil fallecidos en una época sin antibióticos.
Desde Atenas
"Frente a cualquier epidemia se puede ayudar muchísimo conociendo la historia. Porque la enfermedad es parte de la condición humana y los seres humanos tuvieron que enfrentarla en todas las épocas y en todas las formas de vida, es fundamental conocer el pasado", asegura Marcelo Sarlingo.
"Para nuestra tradición grecolatina, las vívidas descripciones de Tucídides en su libro La Guerra del Peloponeso y las páginas dedicadas a la peste de Atenas de tiempos de Pericles (el año 429 A.C.) deberían alcanzarnos para tener una dimensión de lo que significa la conmoción social y la desintegración provocada por la epidemia: ...amontonados los unos sobre los otros. Se veían seres agonizantes vagar por las calles o reunirse, anhelantes de agua, alrededor de las fuentes. Los templos en que se cobijaban estaban llenos de cadáveres de la multitud que había muerto. A veces, los hombres estaban tan golpeados por su desgracia, que descuidaban las pompas fúnebres. Todos los ritos funerarios habían caído en el desorden: se sepultaba a los muertos como mejor se podía. Algunos, que ya habían tenido en la familia tantos muertos que no podían sostener el costo de ulteriores sepulturas, recurrían a las maneras más desvergonzadas. Llegaban antes a una hoguera preparada por otros, echaban encima a sus muertos y prendían fuego la leña, o bien si un fuego ardía ya, echaban los cadáveres de sus parientes sobre los otros cadáveres y desaparecían. Ningún temor a las leyes divinas o humanas los inducía ya a controlarse. No se preocupaban más por lo que concierne a los dioses, ni por la veneración que a ellos se debe: se veía, en efecto, que buenos y malos morían de la misma manera".
La peste bubónica
Otra pandemia muy importante fue la que ocurrió en la primavera del año 542 en la actual Turquía, indica el doctor Sarlingo. Sin razón aparente, durante la Pascua, un brote de peste bubónica alcanzó a Constantinopla, que era el principal centro político del mundo paneuropeo y otomano.
"Los médicos encontraron la razón de la plaga en el interior de las hinchazones de los cadáveres, pero no lograban aislar la causa. Se moría por doquier, sin distinción de edad, sexo, dieta, clase social. Para los supervivientes quedaba la tarea de contabilizar víctimas, las medidas para enfrentarse a la gran cantidad de cadáveres o sencillamente la descripción del temor al contagio", precisa.
En pocos años, la peste llegó a las islas británicas e Irlanda y fue pandemia. "Desaparecieron muchas plantas y buen número de animales (...) había que resolver el abastecimiento, sobre todo alimentos, a una población acostumbrada al privilegio de vivir en la abundancia de mercancías. Había dinero pero nada que comprar. La administración del Estado bizantino se redujo al mínimo. Al final, se produjo el estancamiento administrativo y militar", señala.
De hecho, refiere que "el historiador Procopio tuvo conciencia inmediata de los impactos sociales que generó la peste y, además, sostuvo una explicación: rápidamente la vinculó al cambio climático visible en su tiempo por el abandono de superficies de cultivo y el desarrollo de los bosques que convirtieron la geografía europea en un paraje parecido desolado al actual de África central".
La peste negra
La peste negra de 1347-1350 es la epidemia más conocida, admite Marcelo Sarlingo y se lo atribuye a la crónica realizada por el historiador florentino Giovanni Villani. "Hoy podemos pensarla como un efecto no deseado de la primera globalización, la que unió Europa y China en tiempos de Marco Polo. Este proceso se dio centralmente por la ruta de la Seda y fue por allí por donde se trasmitió una bacteria mortal, la Pasteurella pestis, en el estómago de la pulga Xenopsilla, que mide menos de un milímetro y vive en el pelaje de las ratas negras", explica.
Por entonces, "las bacterias, las pulgas y las ratas habían salido de su hábitat original, probablemente Asia Central, en el asedio al que los tártaros sometieron a la factoría genovesa en la ciudad de Caffa, en el Mar Negro, donde lanzaron cadáveres infectados por encima de las murallas. A partir de ahí se propagó primero por las costas del Mediterráneo y luego por todas las ciudades de Europa, donde los sistemas de alcantarillado y la eliminación de residuos eran el hábitat ideal para el desarrollo de la mortífera bacteria. Se convirtió en muy poco tiempo en una pandemia", detalla.
El momento álgido fue el verano de 1348, cuando a la epidemia de peste bubónica se sumó otra de peste pulmonar. "La primera provocó bubones en el cuello del tamaño de una lenteja, al final terminaban por reventar creando grandes machas de sangre ("la muerte roja", se la llamó). La peste pulmonar se producía mediante el contagio por vía oral, y un poco de saliva del infectado era suficiente para contagiar un barrio y luego una ciudad. Se combatió con el fuego, con el aislamiento y quiénes podían huían rápidamente de las ciudades. Quienes enfermaban no tenían esperanza".
Los virus del colonialismo
Marcelo Sarlingo define a las epidemias de la mesoamérica de 1492-1520 como "el capítulo más terrible de la historia humana por ser la primera catástrofe demográfica en América de la que se tiene registro" y surgió en la isla de La Española, actual República Dominicana y Haití.
"Anteriormente al arribo de Cristóbal Colón, la población ascendía a 3 o 4 millones de habitantes y luego de la llegada de las flotas españolas, y como consecuencia de epidemias principalmente de gripe y viruela, sucumbió la totalidad de la población indígena no sólo de la española, sino de todas las Antillas", sostiene el investigador.
En México central vivían 25.2 millones de personas mientras que en España y Portugal no reunían ni 10 millones de habitantes. "En un marco general en América cohabitaban entre 90 y 112 millones de nativos. Después de Cortés la población de todas las naciones mesoamericanas disminuyó radicalmente. Entre 1620-1625, la población indígena era ya únicamente de 730,000 es decir el 3% del número existente a la llegada de los españoles", puntualizó el académico.
El descenso se originó por múltiples enfermedades víricas y explica cómo fue. "En México, en 1518 una pandemia de viruela y sarampión mató a 25.2 millones de indígenas. Para 1532 otra pandemia de viruela acabó con 16.8 millones de mesoamericanos. En el año de 1545 azotó una epidemia de Cocoliztli (hantavirus) con 6.3 millones de víctimas. En 1568, una nueva epidemia de viruela con saldo de 2.7 millones. En 1585 otra de Cocoliztli (hantavirus) con 1.9 millones. En 1595 epidemia de gripe y sarampión con 1.4 millones. En 1605 epidemia de viruela con 1.1 millones de fallecidos. Todas estas increíbles cifras las calcula el historiador Charles Mann, de origen norteamericano", explica Sarlingo.
En el libro "1491: nuevas revelaciones de las Américas antes de Colón", de 2005, el autor sostiene que la gran mortandad de los habitantes originales se debió por un lado a la carencia de inmunidad adquirida, a consecuencia de no haber mantenido exposición previa con las decenas de patógenos que arribaron a la llegada de los españoles.
Pero a la vez menciona que otros especialistas lo atribuyen a "su sistema inmunológico con poca diversidad genética, esto a raíz de la escasa mezcla genética (nueve de cada diez indígenas pertenecen al mismo grupo sanguíneo, el O). Con el tiempo el sistema inmunológico de los indígenas aprendió a enfrentar ´las pestes´ expandidas por los españoles. Pero cuando ocurrieron los procesos de conquista por parte de los Adelantados españoles, y como precio de la implantación del sistema colonial, durante los primeros 130 años de la dominación murió el 95% de la población de América, de ahí la necesidad de importar mano de obra de África".
Lo cierto es que "hay dudas si estas terribles consecuencias fueron premeditadas y si Cortés y otros usaron las enfermedades como arma bacteriológica. Es decir, si utilizaron algunos patógenos como una incipiente y rudimentaria guerra biológica, como hicieron ingleses y holandeses en la costa de la actual Massachusetts, cuando infectaron a los nativos con mantas contaminadas del virus de la viruela", se plantea Sarlingo.
En España
Finalmente, la gran epidemia de 1918-1920, llamada Gripe Española, estuvo precedida de "dos brotes anteriores en el siglo XIX, cuando se popularizó el nombre de influenza para este tipo de enfermedad y que provocaron una gran cantidad de muertes", indica Marcelo Sarlingo.
Hay quienes sostienen que los primeros casos se habrían detectado "en la base militar de Fort Riley en marzo de 1918, aunque otros creen que se dieron antes, en China, en otoño de 1917. Sin ser el epicentro, España se convirtió en uno de los países con más afectados, unos ocho millones de infectados, con cerca de trescientos mil fallecidos, a causa de una neumonía bacteriana secundaria en una época sin antibióticos, aunque también hubo muertes bastante rápidas por edemas pulmonares".
Luego "se supo que se estaba ante un virus A del subtipo H1N1 que afectaba sobre todo a jóvenes entre veinte y cuarenta años", observa sobre el final el doctor Marcelo Sarlingo, mientras se dispone a analizar, en una segunda entrega, las otras pandemias que han puesto en jaque al mundo durante el siglo XX y, más acá, los brotes de esta centuria hasta llegar al COVID-19.