Carla Bastién / Colaboración

Desde el inicio de la cuarentena en marzo de 2020, las medidas relacionadas con el manejo de la pandemia han cambiado y evolucionado constantemente a lo largo del año. En cada cambio de fase o modificación de las medidas, las librerías olavarrienses debieron adaptarse al contexto y repensar su forma de acercarse a los clientes.

Tal es el caso de las librerías locales Aladino, El Faro de Alejandría y Fidias que desde sus realidades particulares relatan lo que ha sido y es hasta hoy atravesar la cuarentena.

En general, las tres librerías señalan un descenso en las ventas y en la demanda de los clientes. Sin embargo, al analizarlo con más profundidad se puede ver lo cambiante que fue el flujo comercial.

De acuerdo a Diego Ordoñez, dueño de El Faro de Alejandría, el volumen de ventas bajó pero también cambió el tipo de cliente que se acercó a la librería. "Tuvimos nuevos clientes que se sumaron gracias a las redes sociales y al delivery pero en la cuarentena no contamos con algunos de los clientes que tenían la costumbre de venir a la librería en persona", relata Ordoñez.

En el caso de la librería Aladino, su dueño Ricardo De Beláustegui señala que esta demanda tuvo "altibajos", y que dependió fundamentalmente del tipo de producto que se ofrece. Por ejemplo, la venta de juguetes "aumentó" durante los meses de cuarentena pero empezó a bajar cuando las medidas para enfrentar la pandemia "se flexibilizaron". Sin embargo, de el propietario asegura que la papelería y los útiles escolares no fueron tan demandados durante el año. En el caso de los libros, las ventas decayeron respecto al año pasado, aunque sí hubo movimiento.

A esta realidad se suma María Marta Detzel, de la librería Fidias, quien referencia que las ventas bajaron "notablemente durante las distintas fases de esta cuarentena" sobre todo en artículos de papelería. Sin embargo, los libros conservaron cierta demanda, básicamente en el Día del Niño, pero fue igualmente menor que en 2019. "En estos meses mucha gente retomó su hábito lector", concluye Detzel.

Tanto Ordoñez como De Beláustegui coinciden en marcar que otro de los problemas que enfrentaron durante el #QuedateEnCasa fue el aumento de los precios, que no se concilió con la baja general en las ventas de cada librería. Además, artículos pequeños como útiles escolares no fueron tan demandados ya que muchos clientes "notaban que el motomandado les salía más caro que el producto en sí, por eso hubo ocasiones en las que yo mismo llevé esos productos a destino", manifiesta el propietario de Aladino.

Redes sociales, las grandes aliadas

Como muchos otros comercios de la ciudad, las librerías El Faro de Alejandría y Aladino recurrieron a las redes sociales para continuar en contacto con sus clientes.

Según lo que relatan Ordoñez, Detzel y De Beláustegui, tanto WhatsApp y el teléfono fijo como Facebook e Instagram se convirtieron en herramientas fundamentales para concretar las ventas de los productos y su uso, a pesar de que ya existía desde antes de la cuarentena, se intensificó y se perfeccionó.

"La gente se inclinó mucho por resolver sus dudas y realizar sus compras a través de estos medios", analiza Detzel. Las redes sociales "nos permitieron mostrarle los productos a los clientes, quienes están acostumbrados a ver el libro en persona, no sólo a saber el título y la sinopsis sino a saber si es tapa dura, ver la portada, más detalles", explica Diego Ordoñez.

Sin embargo, el dueño de la librería El Faro de Alejandría también reconoce que en un principio hubo dificultades debido al poco conocimiento sobre redes con el que contaban y a que muchos clientes no se acostumbraban a esta nueva modalidad. Aun así, "se fueron superando", asegura Ordoñez.

Desde la librería Aladino, De Beláustegui pone el foco en otro inconveniente relacionado con las redes sociales: "Hubo gente que escribía a cualquier hora y en cualquier día, fuera del horario de atención", cuenta y añade que hubo que aprender a gestionar esta actitud por parte del público.

De igual manera, también resalta una ventaja del uso de estas plataformas. "A través de las redes sociales pudimos llegar a otras ciudades, a nuevos clientes que hicieron pedidos hasta desde Buenos Aires", comenta De Beláustegui.

Sin perder relevancia

También en las librerías pudo verse cómo muchas personas se volcaron a la lectura en esta cuarentena.

Desde El Faro de Alejandría, Diego Ordoñez reconoce que si bien las ventas sufrieron una baja los libros estuvieron dentro de los productos más solicitados en el año. Según Ordoñez, los clientes adultos se acercaron a la librería en busca de libros de novela histórica o romántica, o de actualidad y política, la mayoría con la intención de "aprovechar su tiempo libre".

En el caso de los niños y los jóvenes, los libros más demandados en El Faro fueron los de literatura juvenil y los escritos por youtubers. Muchos de ellos fueron alentados por sus padres a reemplazar las pantallas por libros.

En el caso de Aladino, Ricardo De Beláustegui también observa que la venta de libros sufrió modificaciones, pero que aun así continuó.

Problemáticas externas

Otra dificultad que ambas librerías enfrentaron ya se aleja de la demanda y de adaptarse a las medidas sanitarias y se acerca más a los modos en que transformaron la realidad del país la pandemia y la cuarentena.

"Todos los rubros tuvieron problemas relacionados con el abastecimiento pero en nuestro caso puntual como librería, enfrentamos la falta de productos tanto importados como nacionales ya que las editoriales y las fábricas limitaron su producción", explica De Beláustegui. También añade que las editoriales pasaron de entregar 40 novedades a 10 y 15 títulos nuevos, y vieron dificultada la posibilidad de reabastecer otros ya editados, algo que hasta la actualidad se mantiene.

"Hay mucho faltante por parte de las editoriales hacia las distribuidoras y eso nos perjudica también a nosotros. Sobre todo cuando no podemos conseguir el título exacto que nos pide el cliente", señala Detzel.

Ordoñez coincide en enumerar estos problemas y añade que "cuando hacíamos algún pedido telefónico nos informaban que el producto no estaba disponible, y cuando lo estaba y podíamos pedirlo, la empresa de transporte no podía traerlo a la ciudad". Ordoñez asegura, al igual que De Beláustegui, que estos problemas continúan incluso hasta hoy, y que esperan que pronto se logre normalizar la situación.