Las obras del ingeniero Francisco Salamone son un hito en la provincia de Buenos Aires y es de sobra conocido que se destacó en la realización de municipalidades, mataderos y portales de cementerios. Estas construcciones monumentales eran siempre acompañadas por otras menores pero con su propio encanto, como plazas y parques, que contaban con su mobiliario, sus fuentes, sus luminarias y sus veredas. Siempre se dijo que su idea también venía del plumín del profesional nacido en Leonforte, Italia, en 1897; pero en los últimos años salieron a la luz descubrimientos que parecen afirmar que una de sus empresas colaboradoras, la de Luis Costantini e Hijos en sus varias encarnaciones, hizo algo más que construir estas plazas, sino que fue responsable, también, de su diseño.

Esta historia, como la de Salamone, también comienza en Italia, allá por 1863. Ese año nació Luis Costantini en el norte de ese país. Según cuenta el arquitecto René Longoni en "Buscando a Salamone", Luis "provenía de una familia con una larga tradición en el arte de la forestación y paisajismo. Adquirió una vasta experiencia en el intercambio de especies, desde plantas decorativas a especies industriales, para adaptarlas a las nuevas condiciones de suelo y clima y reproducirlas comercialmente. Cuando emigra a la Argentina en 1890, le da continuidad a este negocio".

Así, terminó satisfaciendo "las veleidades de la aristocracia porteña adornando con versallescos jardines sus opulentas viviendas y por otro lado, difundiendo y popularizando el desarrollo de la horticultura y la industria forestal del país".

Don Luis falleció en 1911 y siguieron al frente de la empresa su mujer y sus ocho hijos. Al poco tiempo consiguieron el que sería el mejor de sus clientes, el Estado. En 1919 la casa Costantini había proyectado y construido su primera plaza en Cruz del Eje (Córdoba) y comenzaron a encomendarle parques y plazas en varias ciudades del interior.

Los años dorados de la empresa fueron los ‘30. Para esa época tenían un gran local en la avenida Callao, en Capital Federal, y los contrataban para enormes obras públicas, como el Parque Rivadavia en Zonda, San Juan, o la ampliación del Parque General Urquiza, en Paraná, Entre Ríos. Además, en la provincia de Buenos Aires, en Lomas de Zamora, construyeron el Parque Municipal Molina Arrotea al mismo tiempo que en Bragado realizaron el Parque Municipal San Martín.

Socios

Sus obras más famosas, no obstante, fueron las que hicieron en colaboración con el ingeniero arquitecto Francisco Salamone. Con distintas denominaciones societarias (Casa Luis Costantini, Hijos de Luis Costantini, SADOP, aunque para comodidad de esta nota se los llamará simplemente Costantini), comenzaron su asociación con Salamone con la construcción de la Plaza Centenario de Villa María, Córdoba, en 1934. Luego se harían cargo de la construcción de los espacios exteriores de decenas de obras municipales salamónicas, como Carhué, Azul, Rauch y Pringles.

Pero "lo que no se sabe es cómo llegan a trabajar juntos Salamone y Costantini", según afirma el arquitecto Gabriel Lucardi, que recorrió parte de las provincias de Córdoba y Santa Fe en busca de ese dato. "Creo que la relación viene de la política, ya que Salamone era un activo militante radical y Costantini realiza el parque en San Juan que era gobernado por un caudillo de ese partido", agrega.

Otro investigador, el ingeniero Alfredo Fushimi, afirma que en la asociación "Salamone hacía las obras monumentales mientras que las plazas son todas obra de Costantini". "No me quedan dudas", asegura, y amplía: "Pisos, farolas, todo eso es obra de Costantini, que al juntarse con Salamone logró que ambos se potenciaran". No obstante, "todo esto no disminuye un ápice el talento de Salamone como diseñador y, fundamentalmente, como empresario que consiguió todos esos trabajos".

Evidencias

¿Qué pruebas hay, entonces, de que creaciones como las famosas plazas de Azul, con sus baldosas psicodélicas, y la de Laprida con la "fuente" central, sean obras de Costantini y no de Salamone? Por un lado, hay diseños que cuando se llevan a cabo no tienen mucho que ver con la propuesta que hacía Salamone en los municipios, y ahí estaría la mano ejecutora, y diseñadora, de Costantini. Por ejemplo, el caso de "las fuentes de las plazas de Laprida y Alberti, donde lo que aparece en la propuesta no tiene nada que ver con lo que se hizo, y parecen una evolución de las de la plaza Centenario en Villa María", como asegura Lucardi.

Mientras que por otra parte, la evidencia más fuerte está en las obras de Costantini cuando se separa de Salamone. A finales de los ‘30 la firma gana un concurso de para realizar unos diez parques urbanos en ciudades de la provincia de Santa Fe. Así, en Rosario "Costantini sigue usando varios diseños anteriores, como el caso del Parque Ludueña, hoy Parque Alem, inaugurado en 1939. Ahí tenés las veredas al estilo de las de Azul, maceteros gigantes como los de Villa María y luminarias semejantes a las de otras ciudades bonaerenses o de la misma Villa María", corona Lucardi.

En tanto, en Venado Tuerto ocurre algo curioso: la entrada del Parque General Belgrano es idéntica a la del Parque General San Martín de Alberti, en Buenos Aires. Pero la segunda, de 1937, tiene la firma de Salamone, y de la Venado Tuerto, de 1941, no. Ambas fueron construidas por Costantini. ¿Quién fue el autor, entonces? Finalmente, en 1940, en ocasión del 50º aniversario de Luis Costantini e Hijos, en su catálogo anual se anexaron algunas páginas historiando la trayectoria empresarial. Allí aparecen mencionadas las plazas de Laprida, Azul, Pellegrini, Guaminí y Coronel Pringles. No se nombra para nada a Francisco Salamone, por lo que se podría inferir que la firma porteña consideraba que eran creaciones propias.

Entre Salamone y Costantini, ¿quién es el huevo y quién la gallina? ¿Cómo se conocieron y por qué se separaron? ¿Quién diseñó qué, en el caso de las plazas y los parques? Todos enigmas arquitectónicos que, todavía, no tienen respuesta certera.