Malestar por un juicio abreviado: "No lo quería en la hoguera, solo quería que mi hija tuviera justicia"
"Llevamos con mi hija cuatro suspensiones de juicios, dos por pandemia, dos para que no se hiciera el juicio abreviado. Nos mienten hasta lo último porque decían que el juicio abreviado no se hacía si nosotros decíamos que no. Están las firmas de todo eso. Fue un cachetazo que después de ocho años solamente le dan tres años de prisión", expresó con dolor Margarita Larsen.
El fallo que condenó a su ex pareja, Roberto Exequiel Fernández, lo firmaron, paradójicamente, pocas horas antes de que se celebrara el Día Mundial de la Lucha contra el Abuso Sexual de las Infancias, el pasado 19 de noviembre.
Aferrada al fallo de pocas hojas que recién le entregaron ayer, y con lágrimas de bronca, indignación y tristeza, Margarita relató cómo cerró la causa que inició hace más de ocho años, luego de que se enterara de que su hija, hoy mayor de edad, había sido víctima de un caso de abuso sexual.
Desde ese entonces se puso al frente de la lucha para conseguir justicia, tanto en el ámbito penal como en el civil, aunque las respuestas que consiguió no fueron las que esperaban.
"La justicia te revictimiza. No lo quería colgado en la plaza, quemado en la hoguera, solo quería que mi hija tuviera justicia", manifestó ayer Margarita a EL POPULAR.
Fernández, de 50 años, fue condenado por el juez Martín Eugenio Céspedes, presidente del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1 de Azul, a la pena de tres años de ejecución condicional por resultar autor penalmente responsable del delito de "abuso sexual simple reiterado agravado por ser cometido por ascendiente y contra una menor de 18 años de edad, aprovechando la situación convivencia preexistente con la misma".
La pena fue impuesta en el marco de un juicio abreviado que fue acordado entre Fernández, su abogado particular, el doctor Sergio Roldán, y el fiscal azuleño David Carballo.
En la resolución, a la que tuvo acceso EL POPULAR, se agregó que el acusado deberá comunicar cualquier cambio en su domicilio, no cometer nuevos delitos, someterse al control del Patronato de Liberados de Olavarría y se le prohibió de forma absoluta de mantener todo tipo de contacto y por cualquier medio con la víctima.