Rodrigo Fernández - rfernandez@elpopular.com.ar

"La reflexión, con el paso del tiempo, es que fue una gesta y un esfuerzo grandísimo de los soldados que nos tocó en el terreno de Malvinas. Y no quedó ahí el esfuerzo, sino que continuó después del regreso al continente en lo inmediato y a través del tiempo hasta hoy", dice Haroldo "Josi" Duhau, y a su lado José Trinchín completa: "Volvimos, nos escondieron, nos negaron, nos prohibieron hablar y contar cosas de Malvinas y muchos lo hicimos, porque no nos animábamos en su momento a salir a reclamar. Veníamos de una situación dura en el país y el gobierno que vino en el 83 no nos dio lugar tampoco". 

El testimonio de ambos veteranos de guerra es clave para analizar y reflexionar acerca de un nuevo aniversario de la Guerra de Malvinas. Aunque para Josi Duhau "40 años, para mí, es lo mismo que los 39 o los 41". 

"Estamos acostumbrados a conmemorar en números redondos, entonces los 40 años implican algunas cosas más para la sociedad, pero para mí es exactamente igual", argumenta, y señala que son muchos los que "se rasgan las vestiduras por los veteranos, pero sólo el 2 de abril y el 7 se olvidaron de Malvinas hasta el próximo 2 de abril". Pero no lo dice por la sociedad en general, sino por los gobernantes de turno, y remarca el serio problema que tienen los veteranos con la atención de su salud. "Nos ha pasado con compañeros que llegan al final de sus vidas y no tienen la medicación que necesitan porque el PAMI no se los cubre".

"Los políticos siempre han jugado con nosotros, de hecho el año pasado para esta fecha el Presidente anunció tres proyectos de ley, de los cuales ninguno se trató", dice José Trinchín, y cuenta que si bien hay una ley que beneficia a veteranos de guerra conscriptos y civiles, "los que fuimos cuadros quedamos afuera de esa ley". "Un 10 por ciento de los veteranos de guerra no estamos incluidos en esas leyes", explica, y comenta que "lo que se fue consiguiendo fue a través de las organizaciones de veteranos". 

El orgullo y la desidia

"Estoy feliz de haber ido a Malvinas, porque de no haber ido y haberme quedado me lo reprocharía siempre el no haber estado ahí. Pero, desde lo personal, los 40 años han sido difíciles en todo sentido", dice Josi, y plantea que para los veteranos todo costó el doble.

"Tuve una familia que me contuvo cuando volví de Malvinas, logré formar una familia que también me contuvo hasta el día de hoy", explica, mientras su hija Yesica lo escucha desde la otra punta de la mesa donde conversamos. "Entonces se podría decir que la llevo, pero hay compañeros que no tuvieron esa suerte y les ha costado horriblemente. En algunos casos llegaron al suicidio", asegura, y completa con una frase desgarradora: "Hoy tenemos más muertos en la posguerra que en la guerra". A su lado José Trinchín asiente con la cabeza.

"Lo único que nos dijeron fue que al que no le gustara estar en las Fuerzas Armadas que se fuera", cuenta Trinchín y explica que ambos, que formaban parte desde hacia unos años, decidieron pedir la baja y regresar a la vida civil, donde sintieron el golpe tanto como dentro.  

"No conseguíamos trabajo, éramos mal vistos, 'loquitos de la guerra'. Así que nos costó mucho más que al resto de la ciudadanía", añade.

Por aquellos primeros años del regreso de Malvinas, José vivía en el Gran Buenos Aires y le llamaba mucho la atención "ver veteranos de guerra vestidos con ropa de combate, vendiendo bolsitas y pidiendo dinero en las esquinas. Como ahora está un limpiavidrios, había veteranos", y señala que también entre los ex combatientes "la droga y el alcohol también pegaban fuerte". En su caso, la familia y los hijos lo ayudaron a estar contenido. 

"La sociedad nos reconoce por lo que hemos trabajado nosotros. Nos reconoce la gente mayor que nos conoce de chicos. De ahí para abajo nos ven como bichos raros. Vamos a una escuela y nos miran como extraterrestres. Sin embargo, después de una charla y cuando uno les explica, los chicos vienen, se acercan, nos abrazan, reconocen que hicimos algo por la Patria. Cuando ponemos a los chicos a la misma altura que nosotros hay empatía"

Josi Duhau afirma que "la sociedad no se anima a enfrentar la situación y decir que los veteranos de guerra son nuestros, se jugaron, hicieron tal cosa o tal otra. No pretendo ningún reconocimiento económico, no es mi problema. Mi tema con Malvinas no es lo económico. Es como que se implantó en la sociedad que empezábamos a cobrar una jubilación y se terminaban nuestros problemas". 

"La guerra nos afectó a todos, nos cambió la vida", explica Josi, pero "a algunos les pegó más fuerte, no los dejó reaccionar ni ser. Terminaron en cualquier cosa o van a terminar en cualquier cosa", y remarca la necesidad de contención que muchos aún necesitan. "Lo único que hizo el Estado fue darnos una obra social que no se hace cargo, no le interesa ni le preocupa el veterano de guerra", manifiesta, y asegura que lo que mas los afecta es la desidia, el "ya pasó el 2 de abril y ya está". "Estoy orgulloso de haber estado en Malvinas, orgulloso de lo que hice", afirma sin ninguna duda y luego se queda en silencio. 

En el campo de batalla

Poco tiempo después de volver de Malvinas, Josi Duhau fue entrevistado por el corresponsal de EL POPULAR en Laprida. "Recuerdo haberle dicho a Miguel Angel que no perdí la guerra. Hice todo lo que tenía que hacer, por las circunstancias de conjunto se terminó la guerra y se firmó un tratado de paz. Yo personalmente no la perdí".

"Me ha llevado mucho demostrar que no era tan así como lo planteaban los medios de aquel entonces, que decían que (los ingleses) tenían unas armas de novena generación, ya que tenían las mismas armas que nosotros... Con un poco más de cuidado sobre el arma, de insumos, pero era la misma", dice, y analiza que "nos ganaban en logística"

"No éramos soldados preparados para la guerra, éramos soldados preparados para conducir un buque, cada uno en una función distinta que va a la guerra", cuenta José Trinchín, quien era técnico electrónico especializado en radares en la Armada. "De combatiente nada, lo mío era reparar algo cuando se rompía".

"Era más lo incertidumbre de lo que pasaba con el submarino abajo nuestro, en qué momento nos iba a disparar... Fue más los psicológico que lo real del combate", explica, y cuenta que nunca puso los pies en la isla, sólo veía su contorno a lo lejos.

Josi dice que "al principio el bombardeo naval te asustaba mucho y después la explosión no. Lo que te asustaba era el silbido del proyectil cayendo porque no sabías dónde caería", dice, y menciona que "al entrar en combate, por más preparado que estés, por más Rambo que seas, no existe el que no tenga miedo. La gran cosa es poder dominar ese miedo, y dominarlo no significa ser un Rambo". 

"A mí me tocó ser el enlace de la Compañía de Ingenieros Anfibios, que se había dividió en 8 o 9 grupos. Más de una vez, un bombardeo naval o un ataque aéreo o con mortero, me encontró en medio del campo de batalla sin una posición y tuve el miedo lógico de ser alcanzado por un proyectil y no volver"

"Si tenía que morir en Malvinas, moría en Malvinas, pero mi problema era lo que quedaba acá por el desconocimiento que tenían", asegura Duhau, y cuenta que salió de su casa el "30 de marzo y desde ese día en adelante mi madre nunca supo si fui a la guerra o no. Lo sospechó, pero nadie se lo confirmó oficialmente. Se enteró el 16 de julio, un mes de después de terminada la guerra, cuando volví a Laprida y se lo dije yo".

Escenas de guerra y un mensaje de paz

"Si tengo que decir cuál fue el mejor momento de todo el contexto de la guerra, creo que es el día que llegué a Malvinas -asegura Josi Duhau-, no me entraba en el pecho el orgullo que tenía de estar en Malvinas para defender a mi patria".

José Trinchín cuenta que, tras sufrir una descarga eléctrica y quedar inconsciente, fue trasladado a su casa y al despertar se encontró con sus padres y sus hermanos, que rápidamente se habían trasladado a Puerto Belgrano al enterarse. De ese momento guarda una foto que es lo única en que están todos juntos. "Es el mejor recuerdo que tengo de mi familia y de esa situación. Después los recuerdos no son nada agradables", dice, y recuerda muy especialmente a su amigo Hugo Ramón Fernández, quien falleció en el hundimiento del Belgrano. 

"El mensaje que damos en las escuelas es que la violencia nunca conduce a nada, la guerra es mala. Hay que dialogar en cualquier caso", asegura Trinchín. Para Duhau "la guerra no sirve para el que la hace, para el que la gana, para el que la pierde y no sirve para los que la ejecutan. Trae muerte, desgracia humana, miseria. Mi mensaje es que estudien y si preparen para que nadie les pueden vender una situación, sea la guerra o el dólar", concluye.

Generación Malvinas

"Malvinas para mí, a lo largo de mi vida, va significando distintas cosas", dice Yesica Duhau, referente de Generación Malvinas, un grupo de jóvenes hijos de veteranos que trabajan fuerte por la memoria y el reconocimiento de los que lucharon en la isla.

"Todos tenemos la frase eslogan 'las Malvinas son argentinas' y desconocemos las historias que nos cuentan. Los chicos ven unos soldados y se encuentran con que nuestros veteranos hoy, 40 años después, son más parecidos a los abuelos", afirma, y cuenta que le pasó en la escuela "no saber qué era Malvinas y estar en salón y que señalaran que era mi papá el soldado".

"Ahí fue el primer caso en que Malvinas fue un concepto distinto, porque mi papá había ido a Malvinas y sabía qué era y qué significaba. Después fue mucho orgullo durante un montón de tiempo, después fue poder entender la Historia y hoy dentro de Generación Malvinas es una responsabilidad, es un legado y no sólo por mi papá, sino por todos los veteranos. Hay un legado y una historia por contar, por transmitir, por tantos años de olvido y de desmalviniazación para acompañarlos en la lucha", dice y reafirma que Malvinas "no es solo un ícono", es algo mucho más profundo que a veces se le va de las manos por poder explicar y sólo quedan las miradas de emoción al escuchar el relato de los veteranos.