Junto a su marido, es referente del comedor y Batucada Los Reyes de la Noche y cada fin de semana sirven el desayuno, el almuerzo y la merienda a los niños y adolescentes del barrio. Miriam siente que "son míos aunque no lo sean", y se reconforta cuando "me dicen mamá o te quiero mucho".

Perdió a su hijo en una situación complicada, de mucho abandono por parte del Estado. Fue una mujer que, como todas, quería sacarlo del mundo en el que estaba inmerso pero sola no pudo. Desde que él falleció, la vida se llenó de color y la casa de jóvenes que todos los días llegan a Merlo al 600 para acompañarlos y para quedarse ahí, a su lado, porque se respira "familia".

El objetivo que ella se ha planteado es "que los chicos que pasaron lo mismo que mi hijo puedan salir adelante", según contó en Mejor de Mañana (FM 98 Pop), "que no anden en la calle y enseñarles a compartir la mesa, a lavarse las manos, dialogar y aconsejarlos". Y eso es lo que la reconforta.

Mujeres violentadas

Todos los días aparece en su casa una mujer violentada. Según narró, "son mamás muy sufridas, con casos de violencia" y que hasta se conviertieron en sustento de la familia solas por la muerte de sus maridos en conflictos de violencia.

Pero eso no solo se da en adultas sino que las nenas también pasan por situaciones completamente machistas y están desprotegidas. "Hay nenas que tienen 12 o 13 años y tienen problemas en su casa y se lastiman. Me cuentan y trato de aconsejarlas, ayudarlas de alguna manera". En algunos casos "hay nenas que no tienen mamá ni papá y yo les digo siempre que nunca se lastimen ni se vayan a otro lado", porque "acá una cama siempre va a haber, comida siempre va a haber" y sentencia, "no quiero que anden en la calle".

Reconocimientos

En el Centro de Atención Primaria Nº26, a escasos metros del comedor, se realizó un agradecimiento ayer por la mañana en el Día Internacional de la Mujer. Los trabajadores de la institución reconocieron a Miriam por su labor con los más chicos. "Me sentí bien", relata, pero sostiene que cuando confluyen muchas emociones, se quiebra. Eso se sumó a la sorpresa que recibió esta mañana, cuando al volver de cuidar a su suegra, se encontró con que los que hoy son papás (y fueron hace años al comedor), le habían pintado una pared con su nombre y la emblemática pava de "Chacho", su marido.

Allí dentro, en ese espacio que creció por voluntad y ayuda de la propia familia y de todos los vecinos que colaboran de la ciudad, aún faltan los pisos y algún que otro metro de revoque. Pero desborda el amor y el compromiso social sin caretas políticas ni slogans. Y Miriam es una mujer de lucha que milita por derechos sin que quizás lo tenga tan presente. El diálogo, la cercanía, un abrazo. Eso es lo que realmente vale.