Mitos, verdades y todo lo que hay que saber sobre la alimentación por sonda
Decenas de razones hacen que, circunstancialmente o en forma crónica, alguien no pueda ingerir adecuadamente alimentos por boca.
Un buen estado nutricional en cualquiera de las situaciones mencionadas genera consecuencias clínicas favorables concretas: disminuye la morbimortalidad por alteraciones de la inmunidad, acelera la curación de heridas, mejora la función muscular, reduce los tiempos de hospitalización y sus costos. Además, acorta la rehabilitación post-internación y los tiempos de la reinserción social y laboral. Sin embargo, hay situaciones en las que ese estado nutricional se ve comprometido y el equipo de salud debe intervenir, siendo una de las formas la alimentación a través de una sonda.
Ahora bien, ¿qué es la alimentación por sonda? La sonda de alimentación enteral es un tubo de calibre muy pequeño que ingresa por la nariz y puede llegar hasta el estómago o intestino.
"A través de la sonda, se infunden fórmulas diseñadas para alcanzar propósitos médicos específicos, en dosis precisas, para cubrir los requerimientos de cantidad y calidad de nutrientes de cada paciente, en forma personalizada, en el marco de un tratamiento integral que implementa un equipo de nutricionistas, enfermeros, médicos, fonoaudiólogos, kinesiólogos, farmacéuticos y bioquímicos, entre otros", explicó Mirta Antonini, licenciada en Nutrición del Hospital Fernández.
Su indicación y uso no son infrecuentes y, además, en esta pandemia de Covid-19, quienes tuvieron a alguien cercano en terapia intensiva por períodos prolongados tal vez se hayan familiarizado con ella: "Mucha gente atravesó internaciones más extensas de lo habitual y la alimentación por sonda en quienes necesitaron ventilación mecánica (respiración asistida) fue vital para que estuvieran bien nutridos y pudieran hacer frente a la enfermedad", sostuvo por su parte Gabriela Merr, licenciada en Nutrición, Jefa del Servicio de Nutrición del Hospital General de Agudos ‘Carlos G. Durand’ y presidenta de la Asociación Argentina de Nutrición Enteral y Parenteral (Aanep).
De todos modos, hay mucho por mejorar acerca del abordaje nutricional en estas situaciones. A raíz de un estudio realizado por la Asociación Argentina de Nutrición Enteral y Parenteral (Aanep) recientemente se dieron a conocer cifras preocupantes sobre la prevalencia de malnutrición hospitalaria en nuestro país, que mostró que el 48,03% de los pacientes ingresados en diferentes hospitales de la Argentina presentaban algún grado de desnutrición, expuestos -en mayor o menor medida- a severas consecuencias para su salud. Como se aclara en el primero de los mitos que se desarrollan a continuación, el problema no es únicamente hospitalario.
Erradicando mitos sobre
la alimentación enteral
Mito 1: "La alimentación por sonda es sólo para las personas en terapia intensiva".
Realidad: Esta no es exclusiva de quienes se encuentran hospitalizados, sino que una vez que se encuentran estables, pueden volver a casa con soporte nutricional domiciliario, lo que mejora el confort de la persona y de su entorno y supone una reducción del 50% en los costos versus el tratamiento hospitalario.
Tal como explicó Merr, hay decenas de condiciones que pueden requerir alimentación por sonda: "Las más comunes incluyen el nacimiento prematuro, desnutrición, trastornos neurológicos y neuromusculares, incapacidad para tragar, malformaciones anatómicas o post-quirúrgicas de la boca y el esófago, cáncer y trastornos digestivos, además de las internaciones en terapia intensiva".
Mito 2: "Precisará cuidados de enfermería permanentes si se alimenta por sonda en casa".
Realidad: Al principio, y luego más esporádicamente, será necesaria la capacitación y el control por parte de un equipo de soporte nutricional para aprender cómo conectar, desconectar y conservar la nutrición y la sonda de alimentación.
De todos modos, luego de esa primera etapa, muchos pacientes se infunden la alimentación en sus casas, solos o con ayuda de sus familiares, quienes adquieren una habilidad asombrosa.
Mito 3: "Si usa sonda, es porque no se hizo el esfuerzo suficiente para que comiera por boca".
Realidad: La familia y el entorno suelen hacer todo lo que está a su alcance para que el paciente coma bien. Es un instinto natural ofrecer alimento a quien se encuentra vulnerable. Incluso les genera mucha frustración cuando el paciente tiene la comida delante una o dos horas y no puede terminarla, y los angustia mucho también los signos de disfagia (dificultad para tragar), que hacen que la vía oral se contraindique. último recurso, pero cuando se necesita, no debemos demorarla, porque permite a los pacientes recibir el apoyo nutricional que necesitan mientras la alimentación oral no es posible", agregó Antonini.
Mito 4: "No se puede comer por la boca si se tiene una sonda de alimentación".
Realidad: Se puede mantener la ingesta por vía oral mientras se tiene sonda de alimentación, siempre y cuando la ingesta sea segura y el profesional de la salud tratante así lo indique.
Mito 5: "La sonda de alimentación es para siempre".
Realidad: Algunos pacientes presentan condiciones médicas que requerirán la sonda de alimentación de por vida (a ellos, suele colocárseles un acceso que ingresa directamente por el estómago y es más cómodo). Pero para muchos otros pacientes, la sonda es temporal.
Por eso, el equipo tratante, junto con el paciente y la familia, van dando pasos, evaluando progresos, realizando controles hacia la mejor rehabilitación nutricional posible. En todo este proceso, la comunicación entre el paciente - familia - profesional de salud deberá ser permanente y fluida.