"Llegaron en el mejor momento". Eso nos dijo la guía que nos recibió en el Jardín Botánico. Belén fue la encargada de hacernos el tour "chico" verde que propone la ciudad. La idea es conocer los pulmones verdes de la gran urbe, amigarse con los parques, las plazas y los jardines.

Fue el mejor momento porque estábamos en modo turista y en ese estado la vida es mucho más linda. Pero además, porque los espacios se preparaban para la gran noche de los museos.

Lo mejor de todo es que estrenamos sensaciones, ya se van a dar cuenta por qué. Cada uno de los lugares que recorrimos fue un renacer. Conocimos el Jardín Botánico, el Japonés, estuvimos en la plaza de la Biblioteca Nacional –imponente edificio realizado por el arquitecto Clorindo Testa-, y nos metimos en un lugarcito escondido dentro de la Plaza Sicilia, donde están los talleres del MOA (Monumentos y Obras de Arte), espacio que se encarga de restauración y preservación de los monumentos y obras de arte de la Ciudad. Todo esto de la mano de Belén, la guía dispuesta por el Ente de Turismo porteño.

La primera parada fue en el Jardín Botánico. Una de las creaciones de Carlos Thays que diseñó un espacio verde de 5 hectáreas, con muchos árboles que absorben el bullicio de la calle Santa Fe y crean las condiciones para un paseo a la sombra, entre fuentes y patio de mariposas. Muy cerquita está lo que fue el ZOO de Buenos Aires, ahora ecoparque porque ya casi no hay animales, y los que están, se encuentran en cuarentena, alejados del público.

El botánico tiene más de 1500 especies vegetales. Es muy lindo caminar en sus senderos, encontrarse con personas leyendo o practicando algún arte del oriente. Ideal para esta época de calorcito y para toda la familia.

El circuito "grande" tiene una extensión de poco más de 6 kilómetros y puede hacerse combinado en bici. Existe la posibilidad de meterse en el MALBA o llegar hasta el planetario. Lugares que espero poder conocer la próxima vez que activemos el modo turista en la Capital. Durante la caminata que terminó en el restaurante que tiene el Jardín Japonés donde se come muy bien, pasamos por distintos monumentos. Uno de ellos en la Plaza Chile, que emula la amistad con el país vecino.

Nosotros tenemos muchos espacios verdes y parques. Esta vez descubrimos que la Capital también. Espacios para las personas que hacen deporte, para andar en patines, bici, pasear los perros. El costado verde de la ciudad de las luces.

No se puede obviar la arquitectura. Las grandes casas de las embajadas, el barrio Parque y su diseño cilíndrico que te hace olvidar que a dos cuadras hay una avenida cargada de autos.

Párrafo aparte para el trabajo que se realiza en el MOA. Allí se encuentran todas las esculturas, monumentos, adornos y bustos que necesitan mantenimiento, arreglos y limpieza. Desde la escultura de Messi hasta unos enormes ciervos a los que les reconstruyeron los cuernos y los estaban limpiando. El valor de esas estructuras, los años que acarrean y la muestra viva de una ciudad con mucha historia.

"Llegaron en el mejor momento". Y siempre que se puede ver el momento de florecer, hay que agradecerlo. Desde septiembre es la época perfecta para visitar el Rosedal. Más de 1.500 tipos de rosas para observar, conocer y descubrir con sus aromas y colores. Las pérgolas inundadas de pétalos e infinitos caminos para hacer tu propio recorrido.

El Rosedal es también testigo del amor. Muchas veces es elegido para celebrar bodas.

Ojalá todos alguna vez tengamos la posibilidad de activar el modo turista en la Capital, y de quienes ya la visitaron y la eligieron como destino turístico, pueden volver a hacerlo porque es una ciudad viva, siempre cambiante. Ahora más que nunca. Hablamos de agradecer los momentos en los que advertimos que algo florece. Este es el momento de Capital Federal.

En el final del recorrido, Belén nos dejó a las puertas del Jardín Japonés. Ese tesoro sagrado que invita a la reflexión y sorprende los paladares.

Verde, muy verde y prolijo. Con una enorme grulla giratoria, el símbolo por excelencia de la paz. Otro rincón precioso para conectar con la naturaleza, otro espacio que resurgió con fuerza tras el paso de la pandemia y con el desafío de hacer un millón de grullas para pedir por la paz en nuestro país. Hay un sendero de las decisiones y un puente de la espiritualidad. Cada uno, invita a vivir tu propia experiencia y por eso no vamos a spoilear, vamos a desear que lo puedan visitar. Hay bancos para tomar mate, leer o meditar. Realmente el Jardín Japones sacude los sentidos y emociona.

Y ahora se los cuento. La sensación que estrené fue la de hisoparme. Definitivamente llegamos en el mejor momento. La ciudad está lista para recibir visitas, está hermosa y floreciente. Para disfrutarla como turista si van a estar más de 24 horas, lo primero que deben hacer es acercarse a uno de los 10 centros de testeos y descartar el virus del Covid-19. Es rápido, toma no más de 15 minutos y permite activar de forma segura el "modo turista".